A favor del doblaje

En los ¨²ltimos tiempos se est¨¢n prodigando una serie de ataques contra el fen¨®meno del doblaje, que comparte con su otra gran alternativa -la versi¨®n de la pel¨ªcula en su lengua oriunda- defectos y virtudes que no conviene soslayar.Entiendo que una de las pocas cosas rescatables que nos ha legado la barbarie franquista ha sido poder ofrecernos los mejores dobladores del mundo, merced a la p¨ªcara din¨¢mica de verterlo todo al castellano para que la censura pudiera maniobrar a su antojo. Pero el hecho es ¨¦se: son los mejores dobladores del mundo. Ser¨ªa una actitud su perrealista por parte de nuestras autoridades cinematogr¨¢ficas pretender que sepamos todos los miles de idiomas que hay en el planeta. Pero aun en el caso de que di¨¦semos por v¨¢lido el aserto de que el cine anglosaj¨®n sea el que ha de copar la gran mayor¨ªa de las pel¨ªculas programadas, no deber¨ªamos perder de vista que s¨®lo una minor¨ªa entiende ingl¨¦s, y dentro de esa minor¨ªa las cifras se menguan a la hora de captar la soltura del ingl¨¦s o del americano hablados -no es lo mismo lograr traducir un libro o un art¨ªculo que captar al instante los matices del argot-. La inmensa mayor¨ªa de los espectadores ha de volverse bizca hurgando en el envolvente resplandor de los subt¨ªtulos, los cuales, al margen de comerse una buena parte del gui¨®n literario -la velocidad del lectura no coincide con la velocidad locutiva de los personajes-, ofrecen el peligro de restamos la atenci¨®n debida a la gestualidad de los actores.-