Expo 92, un relevo encubierto
LA EXPOSICI?N Universal de 1992, que se celebrar¨¢ en Sevilla para conmemorar el V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica, vuelve a sufrir una nueva remodelaci¨®n en su estructura organizativa, esta vez con el nombramiento de Jacinto Pell¨®n como consejero delegado de la sociedad estatal encargada de gestionar los proyectos relacionados con la muestra universal. Con el nombramiento de Pell¨®n, el Gobierno ha querido reforzar la capacidad ejecutiva de la sociedad estatal y quiz¨¢ propiciar un poder paralelo al del comisario general, Manuel Olivencia, siempre cuestionado por los dirigentes del PSOE andaluz. Alrededor de este acontecimiento hay ya tanta gente que resulta casi imposible saber a ciencia cierta qu¨¦ hace cada uno. La cosa comienza a parecerse al camarote de los hermanos Marx.El nombramiento de Pell¨®n, ingeniero de caminos hasta ahora ligado a la empresa privada, ha sido bien recibido, al menos en p¨²blico, por cuantas personas conforman el aparato administrativo de la Exposici¨®n Universal. Un¨¢nimemente- se resalta la importancia de contar con un gestor que imprima un nuevo rumbo al evento, un car¨¢cter m¨¢s operativo a la organizaci¨®n y, en definitiva, mayor eficacia. Y no andan desencaminados los que as¨ª opinan. La realidad viene a confirmar que, cuando apenas faltan cinco a?os para que sea inaugurada la exposici¨®n, pocos apuestan por el ¨¦xito del acontecimiento, pues la ignorancia sobre su contenido no se sabe bien si se debe a un deseo de secretismo o, simplemente, a que todo est¨¢ por hacer.
Con los nuevos cambios introducidos en el aparato organizativo, los responsables de la exposici¨®n quieren que vaya parejo un progresivo aumento en la confianza en el proyecto de quienes deben arroparlo, especialmente de las grandes empresas que ven¨ªan mostrando su inquietud por la falta de realizaciones concretas. La oficina del comisario argumentaba que no era posible ofrecer esos resultados con una plataforma administrativa falta de fondos para invertir, mientras los socialistas andaluces enviaban al Gobierno de Madrid constantes mensajes de alarma sobre la inoperancia del equipo que rodea al comisario.
Un experto en obras p¨²blicas, amigo y compa?ero de Felipe Gonz¨¢lez, dotado de amplios poderes ejecutivos, podr¨¢ al menos organizar la construcci¨®n de puentes, avenidas y redes de servicios en la sede de la exposici¨®n, la isla de la Cartuja. Hasta ahora, en Sevilla cund¨ªa la decepci¨®n por la marcha de los trabajos, y no s¨®lo entre los socialistas, sino entre algunos c¨ªrculos de la derecha que influyeron para el nombramiento de Olivencia, soluci¨®n salom¨®nica acordada por el presidente del Gobierno tras el veto de esa misma derecha al arquitecto catal¨¢n Ricardo Bofill.
El reci¨¦n nombrado Pell¨®n deber¨¢ tambi¨¦n ser, en alguna medida, ¨¢rbitro de las soterradas pero constantes tensiones entre la Administraci¨®n y la empresa privada, que repetidamente solicita que se aclaren las reglas del juego para poder establecer con nitidez su participaci¨®n en el acontecimiento. Hasta ahora, este cap¨ªtulo ha estado marcado por un trasnochado enfoque cargado de recelos.
La exposici¨®n de 1992 precisa de la participaci¨®n activa de la iniciativa privada, y para ello la Administraci¨®n debe crear un marco lo suficientemente atractivo para atraer la colaboraci¨®n de las empresas. Confundir esto con el desembarco en el proyecto de un pu?ado de depredadores para repartirse el bot¨ªn como si estuvieran sobre la cubierta de un barco pirata es una memez.
Pero, de cualquier manera, a la Exposici¨®n Universal de Sevilla lo que le falta por el momento son ideas para sedimentar con ambici¨®n un proyecto que sirva de profundizaci¨®n y relanzamiento realista de la historia y el futuro de la aventura americana de nuestro pa¨ªs. La imagen que se percibe a estas alturas, sin embargo, responde m¨¢s al montaje de una gigantesca feria de muestras, o algo parecido, salpicada de absurdos episodios de protagonismos para saber qui¨¦n sostendr¨¢ las tijeras que corten la cinta inaugural, con el riesgo de que no est¨¦n ni acabadas las obras.
El acontecimiento es crucial para Andaluc¨ªa y para la proyecci¨®n internacional de la Espa?a democr¨¢tica de la Monarqu¨ªa parlamentaria. Por eso, todo ese batiburrillo de nombramientos, cargos superpuestos, competencias difusas, celos y patrimonializaci¨®n de funciones entre los variados organismos que han de participar en la exposici¨®n dif¨ªcilmente asegura el ¨¦xito de la operaci¨®n.
La coincidencia en 1992 de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona y los 500 a?os de la fundaci¨®n del Estado espa?ol conceden a la exposici¨®n de Sevilla una. trascendencia que desborda los niveles aldeanos por los que ahora se viene moviendo, y cuyo s¨ªmbolo actual se puede resumir como un cap¨ªtulo del que sobresalen la incompetencia y la falta de criterios sobre el trabajo que se trata de realizar. O, lo que es lo mismo, una pelea por cargos y puestos antes que una definici¨®n solvente sobre lo que se quiere hacer en 1992.
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