Sin miedo a morir
Ten¨ªa que ser as¨ª: no quer¨ªamos imaginar una agon¨ªa larga, lenta, paral¨ªtica. Andr¨¦s no ten¨ªa miedo a morir, y bien claro lo dijo una vez en televisi¨®n. S¨ª, ten¨ªa miedo a la manera de morir, y charl¨¦ con ¨¦l sobre esto, recordando ambos el gran verso de Rilke: "Se?or, da a cada uno su propia muerte". Yo le preguntaba: ?en un concierto? "No, despu¨¦s de mi clase".Maravilloso castellano
Se recordar¨¢n. sus ¨¦xitos, sus t¨ªtulos, su larga y hermosa vida de servicio a los compositores, especialmente a los espa?oles. Bien: yo a?oro su lenguaje hablado, porque era de un castellano maravilloso, azoriniano con alg¨²n giro de Jos¨¦ Ortega y Gasset y de Miguel de Unamuno.
Si Regino S¨¢enz de la Maza es inseparable de la generaci¨®n del 27, Segovia est¨¢ ligado con lo anterior. Se paseaba por Madrid, s¨ª, con chalina de artista, pero con un tomo de Nietzsche bajo el brazo.
Su lenguaje, aireado de un delicioso timbre andaluz, nos lleva a aquella ¨¦poca, tambi¨¦n la de Casals, y, como Casals, partiendo de Bach para crear un sonido ¨²nico, el sonido que obligaba a un silencio nuevo en la sala.
Contaba una graciosa an¨¦cdota sucedida en Praga durante uno de sus conciertos: el silencio se cortaba a veces por una tos, una persistente tos que sal¨ªa de un palco: en el descanso se present¨® un espa?ol diciendo que sus vecinos se lo quer¨ªan comer por sus toses, y el espa?ol, el ¨²nico asistente al concierto, era el c¨®nsul espa?ol en aquella ciudad.
Le hicimos acad¨¦mico de honor de la Academia de San Fernando el a?o 1970, pero ¨¦l quiso descender para ser numerario, para poder asistir y llevar la medalla, y no s¨®lo por su breve y bello discurso -titulado La guitarra y yo-, sino por tener tertulia con nosotros en compa?¨ªa de su charla, plagada de gracias y an¨¦cdotas, con su aire que yo llam¨¦ episcopal por su bello y grande anillo.
Fue tambi¨¦n el primer m¨²sico espa?ol que recibi¨® del Rey t¨ªtulo de nobleza, marqu¨¦s de Salobre?a.
Ya no le tenemos, pero s¨ª nos quedan sus discos, que prolongan ese sonido que parec¨ªa crear el milagro de que se inclinasen las columnas de los palcos, que los de arriba parec¨ªan volar hasta el escenario.
Y era hombre, soy testigo, de caridades fuertes y ocultas.
Gratitud cort¨¦s
Yo conservo sus cartas, a mano como en los tiempos buenos, con letra amplia y solemne que atinaba en el tono de la gratitud cort¨¦s y en el cari?o con mi enfermedad el pasado verano: "Quisiera darle un abrazo antes de salir hoy de viaje, pero estoy alegre sabiendo su pronta recuperaci¨®n".
Andr¨¦s Segovia, gran se?or de la guitarra, con disc¨ªpulos en el mundo entero, y por eso la ¨²ltima hora le ha llegado con la muerte dulce, con la paz que pidi¨® siempre.
Federico Sope?a es music¨®logo y acad¨¦mico de Bellas Artes.
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