Condecoraci¨®n para Rust

Mathias Rust, el intr¨¦pido piloto alem¨¢n que aterriz¨® con su avioneta el pasado jueves en la plaza Roja de Mosc¨², frente al mism¨ªsimo despacho de Gorbachov, debe ser condecorado por las autoridades sovi¨¦ticas -en vez de condenado-, pues su haza?a ha supuesto para la URSS la mas valiosa contribuci¨®n que en materia de estrategia defensiva cabr¨ªa esperar.Con su recorrido de cerca de 1.000 kil¨®metros a trav¨¦s del cielo ruso sin ser avistado por ninguno de los, sofisticados medios de que dispone este pa¨ªs, ha mostrado a los mandatarios del Kremlin, en pocas horas, lo que quiz¨¢ miles de t¨¦cnicos rusos hayan estudiado a?os y a?os para intentar evitar: los agujeros negros en los sistemas de seguridad.

Tan maravillosa ense?anza, tan gran favor, tan constructiva cr¨ªtica no tiene precio. Rust merece no la pena de 10 a?os de prisi¨®n de que se habla, sino el m¨¢s caluroso homenaje del pueblo sovi¨¦tico, la concesi¨®n de grandes medallas a todos los m¨¦ritos, la erecci¨®n de todo tipo de monumentos y, en fin, el regalo de multitud de aviones, por ser ¨¦sta su afici¨®n favorita.

Por lo dem¨¢s, la lecci¨®n de humildad impartida por el joven alem¨¢n conlleva, de un lado, el rid¨ªculo de las dos superpotencias, desconocedoras de semejante contingencia, y de otro, y esto es lo dram¨¢tico, la preocupaci¨®n que pueden haber sentido muchos habitantes de la Tierra al constatar el dudoso dominio que ejercen unos y otros sobre sus monstruosas armas.-