Prontuario para uso de candidatos
"Mira, hermano: Fray Gerundio de Campazas, con este nombre y apellido., ni le hay ni le ha habido ni es veris¨ªmil que jam¨¢s le haiga. Pero predicadores Gerundios, con fray y sin ¨¦l, con don y sin don (...), en fin, vestidos de largo con todos colores y de todas figuras, los hay y los habr¨¢ como as¨ª, si Dios no lo remedia".(Padre Isla: Fray Gerundio de Campazas.)
Me tendr¨¢ que disculpar, estimado se?or candidato, si en medio del ajetreo de su campa?a electoral me permito reclamar su atenci¨®n para asuntos de tan poca monta como el que me ocupa. Pero es el caso que, mientras usted habr¨¢ sin duda recibido de su partido o coalici¨®n sesudos consejos sobre las consignas pol¨ªticas con que machacar las entendederas de sus conciudadanos (que si lo hemos hecho todo bien, que si ellos lo han hecho todo mal, que si gora ETA militarra, y dem¨¢s) y sus asesores de imagen le han plantado ya las gafas o el corte de pelo m¨¢s acordes con su programa..., mucho me temo que nadie le haya adiestrado en el buen uso de las palabras que le toca pronunciar a torrentes durante estos d¨ªas. As¨ª que, en el caso de que tenga un minuto que restar de su dedicaci¨®n al pueblo al que se debe, s¨ªrvase tomar nota de estas desinteresadas recomendaciones.
Por de pronto, no deje usted en sus discursos deposicionarse ni de solicitar el posicionamiento electoral de sus muchos o pocos oyentes; nada de pronunciarse, definirse o situarse, ni de exigir de los votantes su pronunciamiento, compromiso o definici¨®n, que son t¨¦rminos de menor empaque. Comience sus frases lapidarias con un entendemos que, y as¨ª se ahorrar¨¢ escoger entre el creer, considerar, opinar, juzgar, suponer y otros verbos impropios de la altura de sus miras. Aunque no represente ninguna ideolog¨ªa nacionalista, evite el mal gusto de mencionar Espa?a o espa?ol, que para eso est¨¢n las expresiones Estado, Estado espa?ol o estatal y suenan como m¨¢s del momento: no me va a comparar algo as¨ª como una Confederaci¨®n de Charcuteros del Estado o Confederaci¨®n Estatal de Charcuteros con la Confederaci¨®n Espa?ola de Charcuteros, pongamos por caso. Si debe referirse a la orientaci¨®n, principio, base, trasfondo te¨®rico u objetivos ¨²ltimos de un cierto proyecto de tra¨ªda de aguas al municipio, le basta con pronunciar la palabra m¨¢gica filosof¨ªa, que la pobre, si bien hace ya tiempo venida a menos, conserva a¨²n la suficiente aureola como para insuflar sublimidad a cualquier desatino. Cuando en su af¨¢n de desprestigiar al candidato rival pretenda denunciar que est¨¢ envuelto, implicado o comprometido en un esc¨¢ndalo de faldas o en un embrollo financiero, no tiene usted m¨¢s que proclamar que semejante individuo se halla involucrado en tan reprobable asunto.
Para negar rotundamente las insidias del adversario, replique con ¨¦nfasis en absoluto, por m¨¢s que alg¨²n purista asegure que tal f¨®rmula tanto significa absolutamente s¨ª como absolutamente no. Un suceso cualquiera resulta al personal mucho m¨¢s sorprendente si es calificado (le sorpresivo, y el discreto aud¨ªtorio le atribuir¨¢ un encomiable sentido cient¨ªfico si, al torpe comunicalivo, prefiere usted comunicacional y lindezas parecidas. Insista en el prever, que goza todav¨ªa de renombre entre varios de nuestros ilustres, y paramostrar su grado de europe¨ªsmo, no dude en servirse cuantas veces le venga en gana del es por esto que y del era su problema, aunque ah¨ª se agote todo su conocimiento de lenguas extranjeras. Seguramente estar¨¢ demas recordarle que si, en lugar de clamar ante las masas por un marco de negociaci¨®n -y a todos los niveles no faltaba m¨¢s- o por un p¨ªan de concertaci¨®n (y, acentuadas como ordenan los c¨¢nones, n¨¦goc¨ªacion y c¨®ncertacion, mejor que mejor), se limitara a urgir al di¨¢logo, conversaci¨®n, discusi¨®n, trato, concierto o acuerdo entre las partes interesadas, har¨¢ usted el rid¨ªculo m¨¢s lamentable entre propios y extra?os.
No haga ascos, distinguido se?or candidato, a sembrar sus arengas aqu¨ª y all¨¢ de numerosos ofertar por ofrecer, incentivar por estimular, priorizar por anteponer, cuantificar por calcular, baremar por medir, y as¨ª sucesivamente: t¨¦rminos son ¨¦stos ciertamente acu?ados por ejecutivos del tres al cuarto, pero que inmediatamente elevan a quien los emplea por encima de la condici¨®n com¨²n del resto de los hablantes. Ac¨¦rquese a nuestros ilustrados medios de comunicaci¨®n y aprender¨¢ que en Reinosa no se ha producido conflicto alguno, sino un contencioso; que la huelga de m¨¦dicos, lejos de tener una repercusi¨®n en tantos o cuantos hospitales del pa¨ªs, ha tenido una determinada incidencia, que el etarra reincorporado a la vida civil a su vuelta de Francia merece el nombre de reinsertado, y no de reinserto. ?Que desea usted dar a su intervenci¨®n un tono m¨¢s severo y como de Bolet¨ªn Oficial del Estado? Suelte entonces unos cuantos sin perjuicio de, al objeto de y de conformidad con, y todo el mundo le tendr¨¢ por hombre de fiar y dotado de notables condiciones para el foro y el ejercicio del mando.
Le he reservado para el final tres palabras-talism¨¢n, en cuya maravillosa capacidad de significaci¨®n universal tal vez no haya meditado lo suficiente. Ah¨ª tiene usted, sin ir m¨¢s lejos, nuestro omnipresente tema, que le permitir¨¢ sustituir con creces a cualquier otro sustantivo, desde el asunto, problema o cuesti¨®n al que se refiera hasta la denominaci¨®n de la cosa misma sobre la que se est¨¦ perorando. En lo que concierne a la amplia gama de acciones designada por hacer, emprender, ejecutar, celebrar, cumplir, desempe?ar, llevar a cabo, plasmar y otros innumerables, no se ande con zarandajas ni remilgos: los suplanta a cada uno de ellos por realizar, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. Engole, en fin, la voz para prontinciar con la prestancia debida en base a, y (al tiempo que con tal hallazgo contribuye a hacer olvidar m¨²ltiples preposiciones y otras tantas locuciones castellanas plenas de vulgaridad, como en virtud de, de acuerdo con, conforme a, enfunci¨®n de, con base en..., que ya era hora de desterrar de la lengua culta) me atrevo a pronosticar que el boquiabierto electorado le llevar¨¢ en triunfo, si no directamente al Parlamento Europeo, cuando menos a la alcald¨ªa de su localidad.
Bien podr¨ªa ocurrir que alg¨²n mani¨¢tico del verbo se descarase contra lo que ¨¦l tomara por un atentado al vocabulario y, por ello mismo, como una atroz reducci¨®n del pensamiento de los hablantes. En tal caso, no recule usted ante la impertinente arremetida y vengan en su ayuda dos reflexiones: primera, que el poder pol¨ªtico de que ya disfruta o al que aspira le convierte en una autoridad sobre las palabras y las conciencias" a la que jam¨¢s debe renunciar; segunda, y sobre todo, que la cr¨¦dula ciudadan¨ªa media a la que se dirige es gente deseosa de imitar al superior y dar¨¢ presta acogida a unas pautas ling¨¹¨ªsticas que por s¨ª solas le confieren la distinci¨®n que ans¨ªa. Por lo dem¨¢s, ?qu¨¦ le va a usted de la riqueza en conceptos d¨¦l cuerpo electoral, con tal de que entienda que es precisamente a usted a quien debe votar? Y si acaso otro listillo de entre sus oyentes (un acad¨¦mico frustrado, naturalmente) se atreviera a tildarle de pedante y memo o a tachar su cuidadoso discurso de papanatismo, no hay por qu¨¦ inquietarse. Ya ver¨¢ c¨®mo la multitud enfervorecida vuelve contra aqu¨¦l esos mismos ep¨ªtetos y aun peores por osar poner en solfa palabras tan bien sonantes y tan pre?adas de exquisitez. Cr¨¦ame, se?or candidato: ser¨¢ la suya una actuaci¨®n, no dir¨ªa que valiosa, pero s¨ª perfectamente v¨¢lida, cuyos gloriosos resultados pronto tendremos ocasi¨®n de visionar.
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