La busca de la libertad mediante el paroxismo

Nueve int¨¦rpretes de m¨²sica pop, los Talking Heads, apoyados en la sombra por una decena de t¨¦cnicos, se van encaramando uno tras de otro en el escenario de un teatro y comienzan a actuar en el sentido absoluto del t¨¦rmino: cantan, saltan, se quejan, susurran, gritan, danzan, se contorsionan, estallan de gozo, ponen los movimientos de sus cuerpos en conexi¨®n el¨¦ctrica con los vaivenes de sus estados de ¨¢nimo.?sta, tan s¨®lo ¨¦sta, es la materia donde indagan en Stop making sense media docena de c¨¢maras orientadas por la imaginaci¨®n de un cineasta llamado Jonathan Demme, director de un buen filme recientemente estrenado en Madrid, El eslab¨®n del Ni¨¢gara, que aparentemente est¨¢ en las ant¨ªpodas de ¨¦ste, pero s¨®lo aparentemente.

Lo que en este segundo filme es pura elaboraci¨®n, en Stop making sense resulta ser improvisaci¨®n igualmente pura. Y, sin embargo, hay en tan absoluta disparidad una intensa identidad: en ambas pel¨ªculas la creaci¨®n y el desarrollo secuencial de las im¨¢genes discurre por los mismos caminos l¨®gicos, crece sobre los mismos procesos del an¨¢lisis de una crispaci¨®n. Si en El eslab¨®n del Ni¨¢gara se trataba de la crispaci¨®n de una ficci¨®n, en Stop making sense estamos ante la crispaci¨®n de un suceso.

El filme tiene, como todos los genuinos conciertos de m¨²sica rock, una disposici¨®n ritual de sus elementos. El espect¨¢culo rock tiene resonancias de ceremonias teatrales extinguidas, cuando menos en el tipo de relaci¨®n que en ellas se entabla entre escenario y sala: la idea de participaci¨®n en grado extremo, la apropiaci¨®n por la masa espectadora de los ritmos interiores del espect¨¢culo y su escalada, a trav¨¦s de estos ritmos, hacia la gloriosa paradoja de la teatralidad, que es la conquista de la serenidad mediante el paroxismo. Stop making sense es por ello, simult¨¢neamente, un espect¨¢culo y un an¨¢lisis de los mecanismos profundos de la espectacularidad. El objeto filmado est¨¢ ah¨ª, el concierto sin aditivos, y el filme lo atrapa con transparencia. Pero, dentro del tiempo del espect¨¢culo, el autor del filme a¨ªsla en una mara?a de tomas en continuidad los rasgos medulares de ese tiempo. Y al ordenarlas en el montaje es cuando extrae de esas tomas los signos de su condici¨®n oculta: el compulsivo asalto a la serenidad a trav¨¦s de la compulsi¨®n, que es la m¨¦dula del rito teatral genuino, la participaci¨®n sin barreras de un p¨²blico en una representaci¨®n.

Lecci¨®n de montaje

El filme de Demme contiene una asombrosa lecci¨®n de montaje, lo que le convierte en una obra mayor, en una ficci¨®n profunda, escondida detr¨¢s de un documento de apariencia epid¨¦rmica. Las leyes de la graduaci¨®n, el crescendo vivencial y visual, alcanza en Stop making sense alturas de indefinible finura, dado el pudor del realizador, su entrega a la direcci¨®n esc¨¦nica invisible y a los c¨®digos tradicionales del montaje anal¨ªtico: ¨¦se en el que la c¨¢mara husmea, mediante una serie enlazada de planos de detalle, en los infinitos rincones del interior de un plano general.La pel¨ªcula transcurre sin respiro y con aplastante sensaci¨®n de simplicidad. Pero en la marcha del filme surgen como chispazos multitud de preguntas tan complejas como ¨¦sta: ?c¨®mo de tan escasa profundidad de campo es posible extraer un tan ancho y tan hondo horizonte visual? El balbuceo del videoclip actual y la falta de un encuentro conmocionador entre el rito rock y los cauces horadados por el cine musical -que han producido un cargamento de medianas, comenzando por la aportaci¨®n de Presley en los a?os cincuenta y de los Beatles en los sesenta encuentra en este humilde filme la indicaci¨®n de un camino que conduce, detr¨¢s de lo esperado, a lo inesperado; detr¨¢s de la facilidad, a la complejidad; detr¨¢s del documento, a la ficci¨®n; detr¨¢s de una claustrof¨®bica encerrona, al sereno estallido de la libertad.