Espa?a tampoco logro esta vez el bronce
Espa?a llega tarde al reparto de medallas. Como siempre. Como tard¨® demasiado D¨ªaz Miguel en darse cuenta de que la ventaja de 15 tantos se estaba perdiendo. Como alguien, no se sabe qui¨¦n, volvi¨® a olvidarse de que hay t¨¢cticas que se pueden cambiar a mitad de partido. Pero todo sea porque Espa?a es ahora cuarta en Europa, objetivo cumplido, prima liquidada y argumento sobrado para justificar que, sin cent¨ªmetros, sin rebote, con renovaciones de por medio, nada m¨¢s se pudo hacer. Claro est¨¢ que no todo se mide en cent¨ªmetros: hay que saber ganar a tiempo. Pero la selecci¨®n, lo que resta de una buena generaci¨®n de jugadores de elite, ha perdido su tercera medalla consecutiva. Lo otro, lo del cuarto puesto, es teor¨ªa.La diferencia entre ser cuartos y ser cuartos radica en c¨®mo se es cuarto. Es decir, si se llega con compostura, si se llega her¨®icamente o si se rebasa el list¨®n con amplitud. Espa?a ha llegado ¨²ltimamente a las semifinales con holgura, pero no ha disputado ni la final ni el bronce de acuerdo a su categor¨ªa, de acuerdo a la clase que tienen sus jugadores y a la fama que se le considera a su t¨¦cnico. Ayer lo intent¨®, pero malamente, desperdiciando en dos minutos la ventaja trabajada durante 25. Ahora bien, parece f¨¢cil ser cuarto e imposible ser algo m¨¢s, por lo que se ve. Curiosa barrera.
Espa?a hizo cosas para ser tercera, pero termin¨® acostumbrada a jugar para ser cuarta. Hab¨ªa dominado el rebote, ?el rebote?, ante los yugoslavos y hab¨ªa superado con claridad los dos puntazos extradeportivos del equipo yugoslavo, con Palspalj y Drazen Petrovic como protagonistas. Tambi¨¦n, D¨ªaz Miguel hab¨ªa alineado a Villacampa, ?Villacampa?, milagrosamente recuperado de su lesi¨®n. Y el equipo se defend¨ªa, seleccionaba sus tiros y reboteaba. Lo suficiente, sin nada extraordinario, como para colocar a los balc¨¢nicos a nueve tantos de diferencia en el descanso (51-42).
D¨ªaz Miguel reserv¨® a Romay y Jim¨¦nez para protegerlos de personales y el equipo, con Fernando Arcega y Ferr¨¢n en la cancha, alcanz¨® su m¨¢xima ventaja, (63-48). D¨ªaz Miguel esper¨® que Yugoslavia hiciera nueve tantos consecutivos para pedir un tiempo muerto, ?tiempo muerto?, y ordenar un doble cambio. Un poco antes, Kosic hab¨ªa sacado al joven, peque?o y desconocido DjordJevic en extra?a misi¨®n. Treinta segundos despu¨¦s Yugoslavia anotaba seis tantos m¨¢s (63-63) y, he aqu¨ª, Espa?a comenzaba a luchar por el cuarto puesto.
En esa conocida tesitura, la de ser los cuartos, los yugoslavos siguieron a su ritmo, hasta que sali¨® Montero, ?Montero?, par,-L manejar la derrota y Sibilio para anotar un solo triple, mientras Djordjevic, seguramente por intruso, lograba ocho tantos sucesivos. Por entonces, a falta de ocho minutos (70-77), de seis (75-84), a nadie se le volvi¨® a ocurrir pedir un tiempo muerto.
Por tanto, se est¨¢ ante un caso de empecinamiento, ante una selecci¨®n sin fe en grandes logros, que negocia s¨®lo los cuartos puestos y que ha enga?ado a poca gente. D¨ªgase lo que se diga, a nadie convence que Espa?a ocupe tan claramente ese lugar cuando, no se sabe por qui¨¦n, ciertos partidos se han definido desastrosamente en los momentos finales o en los delicados, cuando se ha perdido toda continuidad. Para que una selecci¨®n de las de estar en el cuarto puesto, o en el quinto, se coloque 15 puntos por encima de Yugoslavia o 10 por encima de la URSS, los t¨¦cnicos coinciden en que ha de jugar por encima de sus posibilidades. S¨ª Espa?a lo ha hecho actuando regularmente, est¨¢ claro que su potencialidad es otra, que es m¨¢s alta. El cuarto puesto se demuestra sobre la cancha y Espa?a ha parecido ser siempre algo m¨¢s. Pero no lo es, no lo termina siendo. Algo falla.
Polonia venci¨® a Checoslovaquia por 96-92 por el s¨¦ptimo puesto y Francia a Holanda por 94-80 por el noveno.
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