El pasado es m¨¢s grande
El congreso de intelectuales termina ma?ana -Paz y Spender leer¨¢n poemas de la guerra- y, a juicio de algunos, no ha sabido aliviarse de la inercia de la historia y s¨®lo ocasionalmente se ha enfrentado al presente y el futuro. "No hemos sabido matar a nuestros padres", dijo la cr¨ªtica Fanny Rubio.Del cartel del encuentro se cayeron no pocos invitados, y algunos a ultim¨ªsima hora -as¨ª ocurre en los toros-, como si se hubieran arrepentido de un s¨ª apresurado, o como si las primeras deserciones hubieran iniciado una bola de nieve. Otros que hubieran tenido qu¨¦ decir quedaron silenciados por ser convocantes o moderadores. Vargas Llosa a?or¨® un sistema de mayor di¨¢logo entre los invitados. Seg¨²n un moderador, el debate estuvo condicionado por la gran atenci¨®n de los medios informativos, de forma que muchos hablaron para la historia.
Como en otros de estos encuentros, sugerentes en Valencia fueron las tertulias alrededor de whiskies o caf¨¦s -de trasnochadores y madrugadores seg¨²n Caballero Bonald-, pero a¨²n as¨ª se vieron m¨¢s bandos que en reuniones menos numerosas. "Recelamos unos de otros", brome¨® un asistente. Y entre los bandos m¨¢s o menos claros, el de los escritores espa?oles j¨®venes, el de los ¨¢rabes, el de los cubanos disidentes y el de los despistados, aparte de los grandes nombres, quiz¨¢ un tanto aislados.
El circuito del congreso, salvo alguna excursi¨®n tur¨ªstica, tampoco fue muy amplio: de uno de esos hoteles con boutiques en la planta baja, al Palau de la m¨²sica, auditorio nuevo hasta el punto de que los alba?iles se mezclan con los congresistas y los guardias aplican a¨²n horarios de cuartel. Las exposiciones montadas con niotivo del congreso, y entre ellas una sobre el poeta chileno Huidobro, fueron sobre todo salones para buscar silencio y soledad. Los congresistas se encontraban a mediod¨ªa en un gran buffet y hac¨ªan cola frente a la fuente de paella. Por las noches, cenas oficiosas, alg¨²n restaurante local, y m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, el ambiente creado por un murciano en una casa antigua, con retratos de santos, frutas del d¨ªa y palomas vivas, perfumado hasta el mareo con incienso, tan kitsch que ha superado el adjetivo.
Babelia
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