La guerra contra la paz Centroam¨¦rica
La pol¨ªtica norteamericana hacia Centroam¨¦rica ha demostrado que EE UU est¨¢ dispuesto a destruir cualquier intento de salida negociada en el conflicto regional, afirma el autor.
Parad¨®jico pero veros¨ªmil, la resistencia que la Administraci¨®n Reagan ejerce contra la cada vez m¨¢s deseada estabilidad de los 20 millones de centroamericanos se ha convertido en el m¨¢s extraordinario despliegue de fuerza en Am¨¦rica Latina contra la paz.El new look de Repello para la contra [la unificaci¨®n de los distintos sectores que luchan contra el r¨¦gimen sandinista en un solo organismo, la Resistencia Nicarag¨¹ense] ilustra la postura de la pol¨ªtica reaganiana hacia el istmo. Resistir despu¨¦s de perdida la iniciativa, el concepto envuelve a la vez una denominaci¨®n y una nueva t¨¢ctica. La resistencia -contra- somocista no ha abandonado su sue?o dorado de regresar al poder. Ante la derrota militar, se ampl¨ªa la resistencia en el istmo, expres¨¢ndose en una pol¨ªtica que desea impedir a toda costa y frente a cualquier riesgo las posibilidades de paz en las fronteras y la convivencia, a pesar de los cr¨¢teres en actividad del volc¨¢n centroamericano.
El vuelo del halc¨®n pobl¨® de nubarrones el fr¨¢gil panorama. Philip Habib, en menos de 24 horas entre aeropuerto y aeropuerto, torci¨®. voluntades y ensombreci¨® el clima de expectativas que el plan Arias hab¨ªa creado.
Pese a las condiciones en que ¨¦ste surgi¨®, y a su esencia original, el plan Arias dej¨® de ser punta de lanza contra la revoluci¨®n sandinista para convertirse en otro esfuerzo argumental de la misma y fuente de credibilidad para la necesaria armon¨ªa en la regi¨®n.
Las consecuencias de la actividad de la contra en los ¨²ltimos a?os salpican a unos y otros. El proyecto fue dise?ado para un teatro amplio de operaciones no s¨®lo limitado a los 138.000 kil¨®metros cuadrados del suelo nicarag¨¹ense. Se han ocupado territorios en Honduras. Aeropuertos y carreteras se construyeron en Costa Rica.
Tambi¨¦n desde El Salvador despegaron aviones con pertrechos militares y se hicieron intentos para ampliar. la presencia de la contra en Costa Rica y Guatemala, amenazando la pol¨ªtica de neutralidad defendida por sus Gobiernos.
Las fronteras de los cinco peque?os pa¨ªses se han vuelto en ocasiones intransitables como parte del vasto plan que le niega oportunidad a un proyecto pol¨ªtico original descansado en l¨®gica de mayor¨ªas en su tr¨¢nsito, de un modelo dictatorial agotado y derrotado, hacia un pluralismo integrador inspirado en la nacionalidad y recuperaci¨®n de su soberan¨ªa.
Cuando apenas el ¨¢nimo se reanimaba, crecida otra vez la esperanza y el deseo de platicar sobre paz y convivencia, el vasto plan reaganiano ha desdoblado nuevos cap¨ªtulos y presenta otro, forzando la modificaci¨®n del plan Arias.
El plan Habib-Duarte intenta postergar la reuni¨®n de presidentes ya acordada. Propuesta por el mismo presidente ?scar Arias y convocada por el presidente Vinicio Cerezo, de Guatemala, s¨®lo el presidente nicarag¨¹ense Daniel Ortega defiende ahora su celebraci¨®n en la fecha que -al tenor de aquella hora por la paz varias veces invocada en la presentaci¨®n del plan Arias- demandaba su urgencia sin prolongadas reuniones preparatorias entre canciller¨ªas como las que ahora propone el plan Habib-Duarte.
Mascarada
Este reciente cap¨ªtulo en la guerra contra la paz en Centroam¨¦rica no es sino una mascarada tendente a impedir el di¨¢logo presidencial; liquidar el plan Arias y empujar la guerra con la concesi¨®n de nuevos fondos a la contra, arrancados al Congreso norteamericano, ampar¨¢ndose los arquitectos de la soluci¨®n militar en la ausencia de di¨¢logo entre los gobernantes centroamericanos.
El empecinamiento en desterrar el proyecto pol¨ªtico sandinista del cuadro centroamericano ha derivado en la permanente obstaculizaci¨®n al esfuerzo latinoamericano del grupo de Contadora y su grupo de apoyo, y el m¨¢s reciente aporte de los secretarios generales de la ONU y la OEA. El conjunto de estas voluntades se opone a la continuaci¨®n de la guerra y el plan Arias implicaba la suspensi¨®n de la ayuda de EE UU a la contra. Al suspenderse el fuego, esto era lo que significaba. Un cambio que la Administraci¨®n de Reagan no est¨¢ dispuesta a efectuar, Aun as¨ª, la propia din¨¢mica de los acontecimientos genera cambios en la coyuntura muy finos pero sustanciales.
La contra, debilitada militarmente, resiste con aisladas acciones terroristas carentes de capacidad para golpear sensiblemente a la revoluci¨®n sandinista. Las econom¨ªas del istmo, despu¨¦s de cinco a?os de panorama b¨¦lico, maniobras militares, contrabando de armas y drogas, endeudamiento externo y fracturas en sus planes de integraci¨®n, est¨¢n por igual desgastadas. Unas m¨¢s que otras. Donde no hay guerra directa, la presencia de ¨¦sta queda garan tizada por el abanico log¨ªstico que demanda la escalada militar contra Nicaragua.
Finalmente, volvemos donde empezamos. La actividad de la guerrilla salvadore?a persiste y la Administraci¨®n Reagan aplica a dicha situaci¨®n su propia lectura. Otro basti¨®n perdido en el traspatio, jam¨¢s.
En consecuencia, la paz ansiada para los centroamericanos significa subversi¨®n y comunismo en la Casa Blanca. En la Oval Office, democracia es sin¨®nimo de bases militares, maniobras, aeropuertos y carreteras en una interminable cruzada contra los aires renovadores democr¨¢ticos latinoamericanos, proyectos nacionales de amplio contenido progresista.
Sin paz en Centroam¨¦rica no habr¨¢ democracia y ambos estados ideales para el ser humano demandan del di¨¢logo presidencial franco, sin la sombra del halc¨®n que, en su ¨²ltimo vuelo, hiri¨® de muerte con sus garras el plan Arias.
es embajador de Nicaragua en Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.