La comunidad de las armas
LOS MINISTROS de Defensa de pa¨ªses europeos miembros de la OTAN, que integran el Grupo Europeo Independiente de Programas (GEIP), se reunieron el pasado d¨ªa 22 en Sevilla para aprobar el documento Hacia una Europa m¨¢s fuerte, conocido como informe de los sabios. El comunicado final de la reuni¨®n subraya que para elevar "la competitividad internacional de Europa" hace falta que el mercado interno de armamentos en nuestro continente se abra "al comercio sin fronteras" y que se incremente "la actividad cooperativa de industrias y Gobiernos". Se trata, pues, de crear un verdadero mercado com¨²n europeo de las armas.El GEIP naci¨® para aunar esfuerzos econ¨®micos y tecnol¨®gicos con el fin de reducir la excesiva dependencia del Viejo Continente con respecto a la industria b¨¦lica de EE UU. En los ¨²ltimos a?os, Europa ha comprado armas norteamericanas por un valor cuatro veces superior a los productos b¨¦licos europeos adquiridos por Washington. Este desequilibrio tiende a incrementarse porque la industria que obtiene m¨¢s ingresos incrementa a la vez sus posibilidades de invertir en nuevos desarrollos tecnol¨®gicos. Los pa¨ªses del GEIP tienen como enemigo a Washington, y en alg¨²n terreno ya han conseguido cierto ¨¦xito relativo. Estados Unidos ha tenido que aceptar repartir con Europa el mercado de los misiles aire / aire. En Europa se fabricar¨¢n los de alcance medio y en EE UU los de largo alcance, para equipar a todos los ej¨¦rcitos de la OTAN. La resoluci¨®n de Sevilla tiende a elevar la competitividad y autonom¨ªa europeas.
En su realizaci¨®n pr¨¢ctica, este prop¨®sito choca, lo mismo que ocurre en otras empresas europeas, con fuertes intereses particulares de algunos pa¨ªses. Los ejemplos m¨¢s claros son los del cazabombardero Tornado y del Avi¨®n de Combate Europeo, los dos proyectos m¨¢s importantes como desarrollos conjuntos. En ambos casos, Francia se ha negado a participar, cuando tiene una de las industrias de aviaci¨®n particularmente avanzada. En una perspectiva m¨¢s amplia, este esfuerzo de los pa¨ªses europeos por potenciar sus industrias de armamento presenta paradojas: por un lado, tiende a reforzar el armamento convencional en los pa¨ªses occidentales, necesario si se busca un equilibrio en este terreno con vistas a los pactos sobre limitaci¨®n de armas nucleares entre Washington y Mosc¨²; por otro, sucede que tanto la OTAN como el Pacto de Varsovia hablan de impulsar las negociaciones y las medidas para reducir los armamentos convencionales.
Aunque el comunicado del GEIP hable s¨®lo de abrir el mercado interno, es obvio que los sistemas desarrollados conjuntamente en Europa no ser¨¢n adquiridos ¨²nicamente por naciones occidentales. Tendr¨¢n como clientes a pa¨ªses en conflicto, Estados del Tercer Mundo y todos aquellos Gobiernos que no cuenten con industrias propias capaces de desarrollar sistemas similares. Europa parece decidida, despu¨¦s del acuerdo adoptado en Sevilla, a obtener una mayor porci¨®n en el comercio internacional de armas, bajo el argumento de que, si no lo hace, acabar¨¢ convirti¨¦ndose en el reh¨¦n tecnol¨®gico de EE UU. Tesis no convincente ante el ejemplo de Jap¨®n, que, casi sin industria militar, compite y supera incluso a EE UU en muchos terrenos tecnol¨®gicos y comerciales. Otro aspecto discutible de la resoluci¨®n del GEIP es la actitud adoptada ante los pa¨ªses con una industria de defensa menos desarrollada, como Turqu¨ªa, Portugal y Grecia. Las otras naciones europeas -especialmente Francia, el Reino Unido y la Rep¨²blica Federal de Alemania- se han comprometido a favorecer el desarrollo de una potente industria militar en dichos pa¨ªses para que ninguna naci¨®n europea de la OTAN quede al margen de los beneficios del grandioso mercado com¨²n armament¨ªstico.
El efecto de tal onentaci¨®n no puede ser otro que ampliar el proceso de militarizaci¨®n que sufren desde hace d¨¦cadas los pa¨ªses desarrollados, en los que, por una parte, es ya muy elevado el porcentaje de t¨¦cnicos y trabajadores empleados en las industrias de defensa, y por otra, son cada vez m¨¢s numerosos los sectores econ¨®micos dependientes de los resultados obtenidos por los fabricantes de armas. Si Europa da prioridad a las industrias de armamentos, en detrimento de las iniciativas tecnol¨®gicas civiles, como el plan Eureka, contribuir¨¢ a empeorar esa dram¨¢tica evoluci¨®n.
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