El proceso de Barbie y la memoria de los franceses
El proceso que se sigue en Ly¨®n (Francia ) contra el nazi Klaus Barbie ha avivado la memoria hist¨®rica de los franceses, que se enfrenta con dificultad a las evidencias del pasado y a sus ense?anzas. En este art¨ªculo, uno de los m¨¢s brillantes periodistas franceses analiza las consecuencias y las circunstancias, de ese juicio. Olivier Todd ha ocupado altos cargos de direcci¨®n en las revistas francesas Nouvel Observateur y L'Express, ha escrito novelas y ensayos y actualmente prepara un libro sobre la ca¨ªda de Saig¨®n. Argos Vergara public¨® en Espa?a su libro Los perros de Camao.
Es justo que se juzgue a Barbie. ?No ser¨¢ peligroso armar tanto estr¨¦pito en torno a su proceso?A pesar de sus pompas y efectos teatrales como la salida del inculpado, a pesar de los aproximadamente 500 periodistas que lo siguen, este proceso no suscita un apasionado inter¨¦s en la gran mayor¨ªa de los franceses. Es comprensible: de los 55 millones de ciudadanos franceses que hoy viven, apenas m¨¢s de 10 millones ten¨ªan 20 a?os en 1940. Ellos s¨ª pueden acordarse y, sobre todo, sentirse responsables de los a?os negros. Los dem¨¢s no.
Este proceso, ante todo, recuerda el holocausto de los jud¨ªos. Por tanto, es ¨²til. No obstante, corre el peligro de producir algunos efectos perversos, de dejar creer a los menos informados que hubo dos grandes esbirros: Eichmann y Barbie, cuando en realidad millares de Barbie trabajaron en las ciudades ocupadas o en los campos de concentraci¨®n.
Adem¨¢s, inevitablemente, a trav¨¦s del proceso de Barbie, vuelven a abrirse, a partir de cero, el proceso al nazismo -que ya estaba hecho, como tambi¨¦n el del estalinismo-. Los nazis supervivientes, como Barbie, van a morir. Bien establecida, en cambio, la idea del nazismo como fen¨®meno monstruoso no se apagar¨¢ nunca.
Finalmente, la t¨¢ctica del se?or Verg¨¨s, el abogado de Barbie, consiste, entre otras -¨¦l lo ha dicho-, en establecer un paralelo entre el comportamiento del Ej¨¦rcito franc¨¦s en Argelia y el de las SS o de la Gestapo en Francia. La comparaci¨®n no puede sostenerse. Es cierto que algunos paracaidistas e inspectores de polic¨ªa practicaron la tortura en Argel, pero no se trataba de aplicar una pol¨ªtica oficial de soluci¨®n final, de un genocidio deliberado. Verg¨¨s aumenta la confusi¨®n y tiende a trivializar el nazismo, a despojarlo de su atroz car¨¢cter espec¨ªfico.
MALESTAR DIFUSO
En torno al proceso se descubre cierta inquietud, como un malestar difuso, m¨¢s acentuado, por lo dem¨¢s, en los pol¨ªticos que en la opini¨®n p¨²blica. Se aguardan revelaciones, y se espera y se teme a un mismo tiempo que Barbie, a trav¨¦s de Verg¨¦s, facilite el nombre de los franceses que hubieran podido traicionar a Jean Moulin, el patr¨®n de la Resistencia francesa. Todo movimiento pol¨ªtico engendra infieles y traidores. La imagen de la Resistencia francesa no puede verse empa?ada a largo plazo por las revelaciones de un Barbie, incluso si algunos personajes hist¨®ricos se derrumban con ignominia.
M¨¢s all¨¢ de sus peripecias, este proceso replantea un problema m¨¢s importante que el de las responsabilidades y la culpabilidad de Barbie. Debemos preguntarnos hoy d¨®nde est¨¢ la memoria colectiva, consciente e inconsciente, de los franceses frente a su historia, sobre todo la m¨¢s reciente.
Algunos pueblos, como los brit¨¢nicos, que jam¨¢s fueron invadidos desde 1066, tienen una memoria clara, a veces di¨¢fana, hasta el punto de hacer gala de una buena conciencia irritante. Los americanos, propietarios de una historia corta y que tampoco fueron invadidos por ej¨¦rcitos extranjeros, parecen menos tranquilos, aunque, a menudo, igualmente virtuosos. Los franceses, cuya historia es muy larga y muy agitada, se ponen de buen grado en tela de juicio. En este mismo modelo, antes de las conmemoraciones del segundo centenario de 1789, muchas m¨¢quinas revisionistas, m¨¢s o menos bien aceitadas, vuelven a ponerse en marcha. Blancos y azules se enfrentan de nuevo. Resurgen las viejas preguntas, y no simplemente entre los expertos de la escuela francesa, que tiene m¨¢s bien buena reputaci¨®n. Preguntas como: ?podr¨ªamos habernos ahorrado la Revoluci¨®n? ?Podr¨ªamos haber prescindido del terror? O tambi¨¦n: ?C¨®mo juzgar a Napole¨®n? ?Como el autor de grandes carnicer¨ªas de europeos a escala inaudita o como exportador de los derechos humanos?
El ¨²ltimo n¨²mero de la revista Histoire publica precisamente un sondeo sobre los franceses y su historia. Demuestra -si es que los sondeos demuestran algo con agudeza- que en el hit-parade de los h¨¦roes, Charles de Gaulle y Fran?ois Mitterrand eclipsan a los totems tradicionales como Luis XIV, Carlomagno y V¨ªctor Hugo. Seg¨²n este sondeo, la II Guerra Mundial es uno de los "tres acontecimientos felices o desafortunados m¨¢s importantes para Francia". El per¨ªodo 1939-1945 viene a la cabeza con el 39% de los votos. La guerra de Argelia obtiene un parco 7% y, cosa extra?a, mayo de 1968, un 17%. Los franceses sienten, pues, todo el peso del per¨ªodo que abarca la derrota de junio de 1940, la Resistencia, la ocupaci¨®n y la liberaci¨®n, descoloridos telones de fondo para el proceso de Barbie. Pero esos mismos franceses, ?conocen, reconocen acaso la complejidad de esos a?os de orgullo y de humillaci¨®n?
?De qu¨¦ se alimenta la memoria? De dos tipos de conocimientos, directos e indirectos, knowledge by acquaintance y knowledge by description dec¨ªa Bertrand Russell. Para el primer tipo de conocimiento, los franceses tienen testigos. ?Qu¨¦ hac¨ªas pap¨¢, qu¨¦ hac¨ªas mam¨¢? ?O abuelo, o abuela? Pero los testigos no siempre tienen ganas de extenderse sobre el papel que representaron en aquella ¨¦poca. En 1940 hab¨ªa 40 millones de franceses, entre los cuales m¨¢s de 13 millones de hombres adultos, entre 20 y 60 a?os, en edad de participar activamente en los acontecimientos.
Hasta el d¨ªa de hoy, 254.028 carn¨¦s de resistente han sido expedidos por el ministerio de ex combatientes. Maticemos. Hubo varias tandas de resistentes: los de la primera hora, en 1940, y despu¨¦s los j¨®venes que quer¨ªan escapar del servicio de trabajo obligatorio en Aleniania (el STO), a partir de 1942. Finalmente lleg¨® la marea de junio-julio de 1944. Hay que reconocerlo, la Resistencia fue una organizaci¨®n normal, humana y tr¨¢gicamente minoritaria. Claro est¨¢ que debemos tener en cuenta los 5 1.000 hombres que, en 1943, se hab¨ªan alistado en las Fuerzas Francesas Libres (FFL) del general De Gaulle.
RESISTENTES Y COLABORACIONISTAS
No se puede saber cu¨¢ntos fueron los simpatizantes de la Resistencia, pero creo poder afirmar que fueron m¨¢s numerosos que los del colaboracionismo. Tampoco es f¨¢cil hacer un recuento de los colaboracionistas militantes. Un comerciante o un camarero que sirvieran a los alemanes no eran colaboracionistas de una manera evidente, como un joven de Lille o de Macon que se alistara en las Waffen SS. El historiador Jean-Marie d'Hoop, con las necesarias precauciones, ha mostrado que 4.500.000 franceses, en uno u otro momento, aportaron su cooperaci¨®n al esfuerzo de guerra alem¨¢n, sin que ello signifique que todos esos millones fueran colaboracionistas.
Quince mil miembros de la Milicia, organizaci¨®n francesa, con armas y uniformes, persiguieron a los jud¨ªos y resistentes. Hubo, por otra parte, 40.000 franceses que llevaron voluntariamente el uniforme alem¨¢n en la Legi¨®n de Voluntarios Franceses contra el Bolchevismo, la legi¨®n Speer, la Waffen SS -Sturmbrigade Frankreich y divisi¨®n Charlemagne-, la organizaci¨®n Todt, la Kriegsmarine.
Encontramos, pues, dos n¨²cleos duros. Por una parte, 55.000 colaboradores totalmente partidarios de los alemanes. Por la otra, alrededor de 300.000 hombres comprometidos resueltamente contra el invasor alem¨¢n, bien en la Resistencia o bien en las FFL. En 1940, 1.490.000 prisioneros franceses se hallaban fuera de juego.
Y luego estaba la gran masa de los que esperaban tranquilamente a que se solucionaran las cosas, los espectadores. ?Heroicos? Naturalmente que no. ?Sin honor? Tampoco. Sobreviv¨ªan.
En su mayor¨ªa, los j¨®venes franceses toman contacto directamente con los a?os 1940-1944 a trav¨¦s de las pel¨ªculas -m¨¢s bien a estilo heroico- y, sobre todo, de los manuales escolares. Los de la ense?anza primaria no pretenden ser objetivos. Se ocupan m¨¢s de la instrucci¨®n c¨ªvica que de la historia. Pero dejan huellas. Los manuales de la primaria, simplificados, ofrecen a los ni?os dos grandes variantes:
Francia es invadida y despu¨¦s liberada, o ?Francia es liberada sin haber sido invadida! Hace algunos a?os examin¨¦ con detenimiento 22 manuales escolares destinados a los alumnos m¨¢s peque?os. Las ilustraciones, claro est¨¢, son capitales. Encontr¨¦ seis grabados de la invasi¨®n, dos de la ocupaci¨®n y 33 de la liberaci¨®n. Colecci¨®n de estampas legendarias, ¨¦picas. Se quitaba importancia a la invasi¨®n y a la derrota -aspectos negativos-, mientras que se privilegiaba la liberaci¨®n -aspecto positiv¨®- La persecuci¨®n de los jud¨ªos, la particiaci¨®n de los polic¨ªas y gendarmes franceses en los arrestos de los mismos era escamoteada. Los franceses aparec¨ªan trascenden-, talimente unidos contra la eterna Alemania, siguiendo las huellas de 1914-1918. M¨¢s bien se trataba de hacer filigranas con el enemigo hereditario que del nazismo.
Los manuales de la ense?anza secundaria iban m¨¢s lejos y han progresado mucho. En ellos no se disimula que ciertos franceses fueron actores del colaboracionismo. Se habla de D¨¦at, Darnand, Brinon, Doriot y Laval, quien declar¨®: "Yo deseo la victoria de Alemania". El personaje del mariscal P¨¦tain parece ser tratado con prudencia por los autores: gra.n n¨²mero de franceses creyeron en la doctrina que daba una apariencia de coherencia a las divisiones. P¨¦tain, seg¨²n esta complaciente ficci¨®n, era el escudo de Francia, y De Gaulle, su espada.
En la mayor¨ªa de los manuales se sobrestirr¨ªa el peso de la Resistencia francera en relaci¨®n con la acci¨®n de tropas extranjeras, americanas, canadienses, brit¨¢nicas, sovi¨¦ticas, as¨ª como la de las resistencias del Este -polaca, yugoslava, griega- o del Oeste -noruega, danesa, holandesa-. Se evita determinar la cantidad de resistentes, colaboracionistas e indiferentes, al permanecer obsesionados por la idea de la unidad francesa y por borrar las divisiones internas. Qu¨¦ quieren ustedes, los franceses, al igual que los galos, son pendencieros, pero valientes, y siempre se han recuperado, despu¨¦s de 1789, 1848 o 1913... Pese a los desgarramientos, la Rep¨²blica sigue siendo "una e indivisible".
SIMPLIFICACI?N HIST?RICA
En virtud de este deseo, consciente o inconsciente, los libros escolares se saltan las redadas, y a Laval, que entreg¨® ni?os jud¨ªos a los alemanes cuando los invasores s¨®lo le ped¨ªan a los padres. La excelente y reciente obra de Fred Kupferman sobre Laval parece indicar que si tom¨® esa decisi¨®n fue por consideraciones humanitarias: ?Laval no quer¨ªa separar a los ni?os de sus padres! No se puede entrar en tantos detalles con alumnos muy j¨®venes.
Este per¨ªodo forma todav¨ªa parte de una historia candente. El 6 de junio de 1969, la televisi¨®n emiti¨® Los franceses en tiempos de la ocupaci¨®n, emisi¨®n de 18 minutos de duraci¨®n, destinada a los telespectadores infantiles. Se ve¨ªan colas delante de las tiendas, la salida de los trabajadores para Alemania, grupos de resistentes... Tambi¨¦n se ve¨ªa a P¨¦tain aclamado por la multitud y luego la liberaci¨®n. M. Pasqua, gaullista y hoy nuestro prepotente ministro del Interior, denunci¨® esta emisi¨®n, que, seg¨²n ¨¦l, era una "apolog¨ªa del Gobierno de Vichy" y una "provocaci¨®n". Pasqua reprochaba al montaje que "no hiciera ninguna, alusi¨®n a la llamada del 18 de junio". Esa llamada del general De Gaulle a la Resistencia pocos franceses la hab¨ªano¨ªdo. No se volvi¨® a dar la emisi¨®n que se hab¨ªa proyectado ante inspectores generales de la ense?anza y antiguos resistentes, para los que result¨® muy aceptable.
El c¨¦lebre documental La aflicci¨®n y la piedad, sobre la Resistencia y el colaboracionismo en Clermont-Ferrand durante la guerra, difundido en el mundo entero, no fue presentado por la televisi¨®n francesa hasta 1981, a altas horas de la noche; en la tercera cadena, que conecta un n¨²mero reducido de televidentes. En 1970, el se?or De Bresson, director de Televisi¨®n, me explic¨® la ra z¨®n por la que hab¨ªa prohibido proyec tar La aflicci¨®n y la piedad. Cit¨® a Val¨¦ry: "La historia es el producto m¨¢s peligro so que ha elaborado la qu¨ªmica del intelecto". Y a?adi¨®: "Fui nombrado por un Gobierno que encarna la herencia del gaullismo y que exige una visi¨®n m¨ªtica: la de un pa¨ªs unido tras el general De Gaulle. La televisi¨®n francesa no debe desgarrar la conciencia nacional". Con una idea falsa, a mi entender, del p¨²blico franc¨¦s, De Bresson concluy¨®- "Los franceses a¨²n no est¨¢n maduros para una informaci¨®n a la manera anllosajona". Esto no se ha dicho hoy, pero es, sin duda, una de las razones por las cuales el proceso de Barbie se filma todos los d¨ªas, pero no se transmite por la televisi¨®n.
Se simplific¨® la historia reciente de Francia, al igual que los fil¨®sofos simplifican un texto para principiantes, eliminando las dificultades mayores. Gaullistas y comunistas se ven -o se ve¨ªan- favorecidos con ello, puesto que hab¨ªa que probar que la liberaci¨®n de Francia hab¨ªa sido la obra de los mismos franceses. Millones de franceses fueron primero p¨¦tainistas, y luego, con la misma buena fe, gaullistas. Esto molestaba a los pol¨ªticos que proven¨ªan de la Resistencia. Los comunistas no ten¨ªan gran inter¨¦s en que se examinaran muy de cerca sus variaciones durante la ocupaci¨®n. ?Cu¨¢ntos franceses saben hoy que, en un principio, el partido comunista abog¨® por la fraternidad entre trabajadores franceses vestidos de paisano y trabajadores alemanes con uniforme de la Wehrmacht? ?O que el PC pidi¨® que volviera a publicarse su diario L'Humanit¨¦ en 1940? ?O que no particip¨® globalmente en la lucha antialemana hastaque entr¨® en guerra la URSS?
La Resistencia no fue monol¨ªtica: la agitaron oposiciones violentas hasta el final. Algunos gaullistas, al parecer poco antes de la liberaci¨®n de Par¨ªs y temiendo una toma del poder por parte del PC, utilizaron a los m¨ªlicianos para mantener el orden. Todos los partidos, o casi, quer¨ªan contentarse con una hermosa imagen desenfocada de la Resistencia, en negarse a pasar de una versi¨®n legendaria a una versi¨®n hist¨®rica. Se estilizaban esos cuatro complejos a?os.
El inconsciente colectivo se avergonzaba del colaboracionismo. Sab¨ªa que los daneses hab¨ªan protegido a sus jud¨ªos mejor que los franceses. A pesar de todos sus esfuerzos y de su esplendor, el gaullismo no borraba los cr¨ªmenes de ciertos franceses durante la ocupaci¨®n. Pero, de una manera muy sutil, ?no avergonzaba asimismo la Resistencia a muchos que no hab¨ªan participado en ella, que se hab¨ªan contentado con experimentar simpat¨ªa por los que pegaban carteles o por los que hu¨ªan al maquis? Este malestar franc¨¦s fue encarna.do bastante bien y, en cierto sentido aliviado, por dos personalidades: el presidente Georges Pompidou,que, sin haber pertenecido a la Resistencia, fue prirner ministro de Charles de Gaulle, prirner resistente de Francia, y el turbio personaje de Marchais, hoy todav¨ªa secretario general del Partido Comunista de Francia. ?ste fue voluntario a trabajax a Alemania y siempre se ha negado a dar explicaciones sobre sus actividades ilurante los ¨²ltimos a?os de la ocupaci¨®n.
CARENCIA DE PEDAGOG?A
Otro per¨ªodo bastante reciente que aflora a duras penas: la guerra de Argelia. Sobre la guerra del Vietnam, la rriemor¨ªa americana funciona m¨¢s aprisa y mejor. En Estados Unidos pueden verse sin cesar un n¨²mero ?limitado de documentos, de pel¨ªculas, de novelas sobre ese tema. En Francia tenemos cr¨®nicas y estudios sobre el tema de Argelia, pero ni una sola gran pel¨ªcula, ni una novela de las que dejan huella. El inconsciente imaginario franc¨¦s necesita, seguramente, que pase m¨¢s tiempo para integrar la historia en el arte.
Frente al -?o al lado de?- proceso de Barbie encontramos dos clases de p¨²blico: uno, cada vez m¨¢s reducido, comprende a los franceses contempor¨¢neos de los acontecimientos, y otro -m¨¢s numeroso- incluye a los j¨®venes capaces de entender aquellos negros a?os plenamente, en todas sus facetas. Una de las razones por las que el proceso de Barbie no les entusiasma, ?no ser¨¢ porque ven el ¨¦l un episodio innoble y s¨®lo uno m¨¢s? ?Saben que seis millones de jud¨ªos fueron exterminados?
En cuanto a m¨ª, no creo mucho eri. la virtud pedag¨®gica de este proceso. No se cuenta la historia ni se cultiva la memor¨ªa en las salas de audiencia.
Traducci¨®n: Emma Calatayud.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.