Sobre su esencia
Fue Borges quien dijo que Gardel hab¨ªa acabado con el tango; pero hab¨ªa que ser Borges para atreverse a una cosa as¨ª en Buertos Aires y salir indemne. Y, adem¨¢s, Borges s¨®lo entend¨ªa de milongas... Pero esta cuesti¨®n de si Gardel fue o no fue lleva ya encima muchos muertos, incluyendo a las suicidas que se inmolaron sobre su tumba -o tragando el f¨®sforo de una caja de cerillas: muerte de la antigua criadita-, como esposas indias. Otras lo hicieron tambi¨¦n a la muerte de Rodolfo Valertino. Que bail¨®, por cierto, un tango inolvidable en Los cuatro jinetes del Apocalipsis.Alguna raz¨®n deb¨ªan tener los buenos sacerdotes, ilumina(los por el Vaticano, cuando decian que el tango era muerte y perd¨ªci¨®n, y lujuria... Y en los cabar¨¦s -por cuya dorada puerta sal¨ªa la mina, unas veces "sola, fan¨¦ y descangallada", otras envuelta en "aquel tapado de armi?o"- se encend¨ªan solamente luces rojas cuando la orquesta abordaba el tango. Reflejos del infierno.
Desnaturalizaci¨®n
La cuesti¨®n empez¨® a plantearse cuando se dud¨® -algunos, puros intelectuales: gente sospechosa- de si Gardel pod¨ªa representar para el tango algo parecido a lo que hab¨ªan supuesto Estrellita Castro o Concha Piquer para el flamenco: una reducci¨®n al mundo sencillo de la canci¨®n lo que era un grito de dolor y de lujuria. Una desnaturaliz aci¨®n. Pero quiz¨¢ con trazos peores, porque en Espa?a las canzonetistas no acabaron con el flamenco -convivieron con ¨¦l, en su lado modesto- y, en cambio, la acusaci¨®n a Gardel consiste en que acab¨® con el verdadero tango.
Ciertamente, el tango fue en principio un gemido doloroso de emigrantes, como el lunfardo era tambi¨¦n una mezcla de sus idiolmas. Un sincretismo. La pureza antigua habr¨ªa que buscarla en el fango: en los bailongos, en los lupanares, en las esquinas rosadas de los navajeros (siempre habr¨¢ la voz fantasmal de Borges para decir que no, que eso era la milonga; y que las que aqu¨ª llamamos tanguistas en Argentina fueron milongueras). A Gardel s¨®lo le cabr¨ªa.lo, gloria del divulgador. Si es as¨ª, la gloria no ha cesado: la pel¨ªcula El exilio de Gardel es de 1984,y ha tenido sus premios en Venecia, en Par¨ªs, en La Habana. Cierto que la m¨²sica de pel¨ªcula es poco de Gardel -s¨®lo El d¨ªa que me quieras- y la mayor parte de Astor Piazzolla, y aqu¨ª nos encontramos con otra, tragedia: ?es o no es Piazzolla un verdadero m¨²sico de tangos? En este caso, los intelectuales le veneran y le adoptan, y el pueblo le entiende menos, aunque ¨²ltimamente est¨¢ m¨¢s admitido. Porque esta cuesti¨®n del tango es algo en lo que se est¨¢ discutiendo sobre la esencia: no acerca de si bien o de mal cantados, tocados o bailados -eso todo el mundo lo entiende; hasta los extranjeros-, sino de ser o no ser.
Y si en Uruguay se matan en el aniversario de Gardel es precisamente por saber si fue o no fue. Que lo hac¨ªa bien es una cuesti¨®n fuera de toda duda, a condici¨®n de que no se entre en el fondo de la cuesti¨®n de si eso que hac¨ªa era tango o era canci¨®n. El hecho de que las discusiones ocasionen muertos 52 a?os despu¨¦s de su accidente -mortal, cuando lo que hizo es algo ya fijado para siempre de una manera material -en el disco, en el cine-, de forma que las brumas del recuerdo no pudren, la cuesti¨®n, indica que es una cuesti¨®n teol¨®gica. Porque hay que estar muy enamorado de Gardel para negarle apu?alando a otros.
Babelia
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