Cr¨ªtica de la sociedad, legitimaci¨®n del poder
El art¨ªculo de Ignacio Sotelo (EL PA?S, 24 de mayo) supone una reflexi¨®n pol¨ªtica que como tal es necesaria siempre en Espa?a. El problema es que los calificativos y las situaciones descritas le llevan a un tipo de discurso ambiguo que es preciso desentra?ar. No es la primera vez, ni por supuesto la ¨²ltima, en la que un an¨¢lisis funciona como soporte para la confusi¨®n. Parece que ¨¦sta es rechazable pol¨ªticamente, pero esto no es cierto, dado que es muy rentable, sobre todo en momentos electorales.Como ejercicio de an¨¢lisis discursivo pongamos los elementos utilizados, en el citado art¨ªculo, en un orden de secuencia temporal.
?rase un partido que ten¨ªa unos planteamientos de izquierdas, supuestamente en los a?os que abarcan hasta el proceso de transici¨®n. El discurso que se utiliza entonces es calificado como democr¨¢tico. La l¨®gica pol¨ªtica le lleva al acercamiento al poder, esto supone la conciencia de articular un orden de prioridades a desarrollar cuando el peso del poder caiga sobre ¨¦l. El programa recoge como objetivo modernizar el aparato del Estado. Es decir, "adaptar las instituciones" a las exigencias de la sociedad. En las elecciones de 1982 se produce un hist¨®rico triunfo. El Gobierno que "se dice socialista" encuentra los datos de una realidad, al parecer, inesperada. En contacto con la descarnada responsabilidad se produce una disoluci¨®n de los planteamientos ideol¨®gicos (tambi¨¦n en la derecha por otras causas). Abandonados los viejos principios por la "c¨²pula socialista", se aprestan a adaptarse "al car¨¢cter de la sociedad espa?ola".
La sociedad se corresponde con una Espa?a de "inercia conservadora" que se traduce por el "corporativismo" y la "desarticulaci¨®n". Los dominados -la mayor¨ªa- no pueden organizarse y esto posibilitar¨¢ la explosi¨®n social, como manifestaci¨®n de los conflictos.
El Gobierno llega, contradiciendo a Kant, a ser lo que no era y muestra un estilo y una forma de gobernar rechazables. Adem¨¢s, lo que deb¨ªa ser su tarea principal no se consigue, porque el prop¨®sito de reforma del aparato del Estado se intenta a modo de broma.
La resultante es que se ha hecho cierto aquello de llevar a la pol¨ªtica lo que es una realidad social, d¨¢ndole un sentido distinto -inverso- a la declaraci¨®n de Adolfo Su¨¢rez, cuando abr¨ªa el proceso democr¨¢tico.
El efecto que se genera es la "exasperaci¨®n" en la izquierda, por la causa b¨¢sica de las formas al igual que por el reproche de lo no realizado. Adem¨¢s, "el Gobierno pierde fuerza para subsanar las omisiones graves".
Hasta aqu¨ª la argumentaci¨®n de Ignacio Sotelo tiene un hilo conductor claro que deja ver el mecanismo de causa-efecto. Pero lo que no se explica es el porqu¨¦ se deslizan a lo largo del texto siete defensas del Gobierno, teniendo en cuenta los presupuestos se?alados. Ah¨ª est¨¢ la magia que hay que desenmascarar, dado que la l¨®gica de lo analizado seg¨²n sus t¨¦rminos finaliza en un corolario consecuente, plasmado en forma de cr¨ªtica al Gobierno.
El salto o vac¨ªo discursivo que se produce en la argumentaci¨®n se explica por varios factores de necesaria menci¨®n y que a continuaci¨®n tratamos.
Hoy existe un discurso constre?ido ideol¨®gicamente en comparaci¨®n con el discurso "democr¨¢tico". Porque la realidad no permite hablar a "pi?¨®n libre", ni hay necesidad de ello desde el poder. Adem¨¢s, aquel discurso cumpli¨® su funci¨®n, en el sentido de conectar en los sentimientos de los espa?oles la necesidad de una nueva y determinada forma de distribuci¨®n del poder (democracia) con una expectativa m¨¢s amplia y una siempre deseada transformaci¨®n de la sociedad, aunque fuese en las formas externas. Este peque?o mecanismo tuvo su importancia coadyuvando a que la transici¨®n no parase su ritmo.
El discurso "socialista" no puede mantenerse en los mismos par¨¢metros anteriores porque se ha producido una integraci¨®n del PSOE en la "comunidad de la cultura" helleriana, lo cual es acorde con el relativismo de la objetividad pol¨ªtica propio en un "Estado de partidos" seg¨²n la terminolog¨ªa de Forsthoff. La integraci¨®n presupone el que no se produzca un ataque a los intereses dominantes. En la nueva situaci¨®n "nosotros" (los socialistas) son "los otros" (los que eran s¨®lo una parte de la naci¨®n). Por tanto, lo que antes era s¨®lo de los otros tambi¨¦n es ahora de ellos. As¨ª se producen las cr¨ªticas de las huelgas, que ahora s¨ª causan da?os a la econom¨ªa espa?ola.
La descualificaci¨®n global al Gobierno es posible que se asemeje a ese "llenarse la boca" como, seg¨²n confiesa Sotelo, lo hac¨ªan los socialistas en la ¨¦poca de los setenta. Pero la historia no termina y las aguas vuelven a su cauce como los socialistas al orden. No se puede exigir que no se tengan expectativas ilusas, sobre todo por los que las han tenido hasta elempacho (descubrir la situaci¨®n geoestrat¨¦gica de su pa¨ªs).
La cr¨ªtica en un sistema pluralista no s¨®lo no es nociva, sino altamente necesaria, incluso en los per¨ªodos electorales. La cr¨ªtica no s¨®lo no "perjudica cualquier pol¨ªtica futura", al contrario, la clarifica y refuerza. El poder en Espa?a est¨¢ poco acostumbrado a ella y por eso puede acarrearle problemas al que la realice.
El voluntarismo expresado por Ignacio Sotelo al final de su art¨ªculo, te?ido de tintes pesimistas, no tiene sentido: ?de qu¨¦ cambio se trata?, ?se postula cambiar a los cambiadores? Es necesario recordar que el primer cambio producido fue el del Gobierno. La conclusi¨®n l¨®gica del citado art¨ªculo es que la sociedad es culpable, dado que descualifica al Gobierno m¨¢s conveniente (forma) y adem¨¢s el mejor de los probables. ?ste es el demiurgo de su discurso.
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