Silencio pacifista
Muchas cosas han ocurrido recientemente en Catalu?a a las que el movimiento pacifista no ha dado respuesta. As¨ª, ese movimiento, que tras las matanazas israel¨ªes en los campos palestinos, el ataque norteamericano a Libia o la visita de Reagan a Madrid, se movilizaba, no ha salido a la calle o ha realizado lamentaciones ambiguas ante el atentado de ETA en Tarragona o la mantanza alevosa de Hipercor.Ello es debido en parte a que el Movimiento Comunista (MC) y la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), fuerzas pol¨ªticas con m¨¢s implantaci¨®n en la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP), pidieron el voto e hicieron campa?a en favor de Herri Batasuna (HB). Tras la derrota del refer¨¦ndum, la Plataforma C¨ªvica por la Salida de la OTAN, controlada por el Partido Comunista de Espa?a (PCE), se disolvi¨®, mientras que los sectores de la CEOP no adscritos a partidos, como los grupos ecologistas, no violentos, objetores, colectivos de la revista En Pie de Paz, etc¨¦tera, se fueron automarginando de la Coordinadora Pacifista por imposibilidad de llevar a la pr¨¢ctica una estrategia distinta a la que decid¨ªan el MC y la LCR.
Para conseguir los votos que necesitaba HB fuera de Euskadi para acceder a un esca?o, se crearon los comit¨¦s de apoyo a HB, formados por el MC y la LCR, juntamente con unos grupos independentistas catalanes y gallegos. Es cierto que HB y ETA no son una misma cosa, pero el incluir dicha coalici¨®n a presos etarras como candidatos a lehendakari o a la presidencia de Navarra demuestra que existe dicha relaci¨®n.
Ahora bien, si fueron estos partidos extraparlamentarios quienes pegaron los carteles e hicieron de interventores en las mesas electorales, los argumentos para votar HB los dieron Barrionuevo y Rold¨¢n con las actuaciones de la Guardia Civil en Reinosa; polic¨ªas y magistrados barceloneses, al detener los unos y condenar los otros a un grupo de j¨®venes del distrito de Nou Barris, de Barcelona; Solchaga, con su pol¨ªtica social, y los jueces andaluces, con su persistencia de encarcelar a jornaleros.
Antes de las elecciones, ETA mataba a polic¨ªas, y ni HB, ni el MC, ni la LCR, ni el Moviment de Defensa de la Terra (MDT) lo condenaba. Antes de las elecciones, ETA mat¨® a Yoyes, y los partidos con m¨¢s fuerza en la CEOP callaron. ?Con qu¨¦ autoridad moral se puede criticar al ministro Serra por reimplantar la pena de muerte en el C¨®digo de Justicia Militar, si se pide el voto para HB y no se condenan las ejecuciones de ETA?
?C¨®mo se puede luchar contra la ley antiterrorista y no criticar secuestros en los que tampoco se goza del derecho de un abogado, con la salvedad de que en alguna ocasi¨®n han acabado con un tiro en la nuca? ?C¨®mo pueden encabezar abogados madrile?os asociaciones contra la tortura si piden el voto para HB? ?En base a qu¨¦ se puede criticar el aumento de los presupuestos militares y la venta de armas al Tercer Mundo, si se apoya a una fuerza pol¨ªtica que incluye en sus listas a miembros de una organizaci¨®n militarista que se rearma y mata cada vez m¨¢s?
?Qu¨¦ credibilidad pacifista tiene aquel que apareci¨® durante la campa?a anti-OTAN en los televisores y peri¨®dicos como m¨¢ximo representante de la coordinadora pacifista pidiendo el no a la OTAN en nombre de la paz, si luego aparecen colaboraciones suyas pidiendo el voto para una coalici¨®n que incluye entre sus candidatos a presuntos autores de los atentados? ?Con qu¨¦ autoridad moral se puede criticar la proliferaci¨®n de centrales nucleares, mientras se pide el voto para la coalici¨®n que defiende, comprende o justifica a quienes estuvieron a punto de causar una cat¨¢strofe en Tarragona? ?Es volando un complejo petroqu¨ªmico como se lucha por "un mundo en paz y ecol¨®gico"?
Lamentaciones hip¨®critas
Tras los atentados de Tarragona y Barcelona, ETA lement¨® haber cometido un error en Hipercor, HB critic¨® el atentado sin condenarlo y el MC de Catalu?a, juntamente con la LCR, el MDT y los otros grupos que formaban el comit¨¦ de apoyo a HB en Catalu?a, los condenaron, pero se reafirmaban en su apoyo pol¨ªtico a HB. Ahora bien, mientras la coalici¨®n abertzale no deje de incluir a etarras en sus candidaturas, sus palabras de condolencia s¨®lo ser¨¢n lamentaciones hip¨®critas. Estas lamentaciones, cr¨ªticas y condenas, s¨®lo se han producido al haber causado el atentado v¨ªctimas inocentes, lo que significa que no condenan los atentados contra v¨ªctimas culpables, lo cual es la aceptaci¨®n mayor de la pena de muerte, tanto por parte de HB como por dichos dirigentes pacifistas.
Espa?a, con todas sus imperfecciones, a pesar de las reaccionarias declaraciones del ministro del Interior, es un r¨¦gimen democr¨¢tico. En una democracia, los derechos humanos no son algo adjetivo, sino sustantivo. No tienen color ni ideolog¨ªa, son para todos. No se puede seguir permitiendo que los partidos con m¨¢s implantaci¨®n en el movimiento pacifista defiendan los derechos humanos de unos y no de otros. Las acciones violentas de los milis no son justificables por la existencia real de casos de tortura en Espa?a.
El derecho leg¨ªtimo a la autodeterminaci¨®n de los pueblos puede defenderse con medios pac¨ªficos. No se puede justificar eternamente a ETA en base a que su violencia es la respuesta a otra anterior.
Llamo al movimiento pacifista a que, conjuntamente con las asociaciones pro derechos humanos y contra la tortura, sin abandonar las campa?as contra las bases norteamericanas, la objeci¨®n fiscal o la lucha contra la ley antiterrorista, inicien una campa?a contra la pena de muerte, en un momento en que muchos sectores del pueblo espa?ol reclaman su reinstauraci¨®n. Pero una campa?a que se oponga a toda aplicaci¨®n de la pena de muerte: ni a los etarras ni a los empresarios que defraudan a ETA, los polic¨ªas o los porteros de noche de empresas con capital franc¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Conexiones terroristas
- Opini¨®n
- Actos repulsa
- LCR
- MDT
- MC
- Manifestaciones contra terrorismo
- Comunidades aut¨®nomas
- Atentados mortales
- Movimientos sociales
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Catalu?a
- Atentados terroristas
- Lucha antiterrorista
- ETA
- Grupos terroristas
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Terrorismo
- Sociedad