Asalto contra Noriega
LA SITUACI?N de Panam¨¢ se deteriora aceleradamente. Desde el 5 de junio, cuando el coronel D¨ªaz Herrera lanz¨® contra el general Noriega terribles acusaciones -que hasta ahora no ha confirmado ante el fiscal- se desarrolla una campa?a de la derecha y de los medios empresariales para exigir la eliminaci¨®n del hombre fuerte de Panama. La resoluci¨®n del Senado de EE UU del 25 de junio pidiendo la dimisi¨®n de Noriega insert¨® un componente extranjero en esa campa?a. Punto delicado en Panam¨¢, donde amplios c¨ªrculos recelan de que EE UU quiera sustraerse al compromiso Carter-Torrijos de 1977 de abandonar el Canal en el a?o 2000.Las protestas de la oposici¨®n han movilizado a amplios sectores de la poblaci¨®n, sobre todo en los barrios ricos. Tembi¨¦n hay descontento en las capas pobres y la evidencia de una corrupci¨®n creciente, que Noriega no ha cortado, causa general indignaci¨®n. Pero la batuta que mueve las pro testas est¨¢ en manos de los grandes empresarios. La llamada Cruzada C¨ªvica tiene su sede en la C¨¢mara de Comercio. El argumento de los partidos de oposici¨®n es la falta de democracia. Es verdad que Panam¨¢ tiene un nivel democr¨¢tico muy deficiente, pero resulta superior al de otros pa¨ªses de la zona muy elogiados por EE UU. La libertad de prensa es amplia. Los ataques contra Noriega en la prensa son de tal calibre que no se r¨ªan imaginables, sin sanci¨®n penal, contra el jefe del ej¨¦rcito, en un pa¨ªs europeo. No hay presos pol¨ªticos ni desaparecidos. En la masiva manifestaci¨®n del pasado viernes, prohibida por el gobierno, los testigos neutros subrayan el esmero profesional de las fuerzas armadas, gracias a lo cual no se produjeron muertos.
La principal carencia democr¨¢tica en Panama consiste en que el poder real no est¨¢ en los ¨®rganos elegidos por el pueblo, sino en manos del jefe de las fuerzas armadas, el general Noriega. Este ha sido acusado de haber falsificado las elecciones y, cuando tuvo enfrentamientos m¨¢s tarde con el presidente elegido, Barletta, de haberle apartado para colocar al actual presidente, Delvalle. No se trata de acusaciones carentes de fundamento y son hechos inaceptables desde un punto de vista democr¨¢tico. Panam¨¢ requiere una democracia no mediatizada por los militares.
?Ofrece la oposici¨®n de derecha la mejor soluci¨®n para avanzar hacia ese objetivo? Cabe dudarlo: su propuesta de que el poder pase a una "Junta de gobierno" encabezada por el anciano Arnulfo Arias puede tener cierta eficacia propagand¨ªstica, pero no es seria ni realista. Por otra parte, al poner como condici¨®n previa para dialogar la destituci¨®n de Noriega, demuestra que carece de voluntad de di¨¢logo. Noriega no es s¨®lo el jefe del ej¨¦rcito. Su eliminaci¨®n hoy equivaldr¨ªa a un cambio de r¨¦gimen, a una revoluci¨®n conservadora, pero adem¨¢s contra las fuerzas armadas. Hoy una parte del ej¨¦rcito y del Partido gobernante desean demostrar con manifestaciones de masas el apoyo popular de que goza Noriega y responder a las ingerencias norteamericanas. Ello dar¨ªa mayor aliento a las corrientes, con fuerza real en el pa¨ªs, que desean izquierdizar el proceso paname?o. A ello contribuir¨ªa la derecha si se encierra en una actitud de "todo o nada". Aunque Noriega no parece hoy deseoso de seguir esa v¨ªa.
En la actitud de EE UU pesa el temor de que se cree en Panam¨¢ una situaci¨®n ingobernable. Sin duda de Washington han partido los est¨ªmulos a la oposici¨®n contra Noriega, pero la importancia decisiva de Panam¨¢ para EE UU incita a la diolomac¨ªa norteamericana a adoptar a la vez posiciones de apaciguamiento. No puede ignorar el peligro de que cobren vigor, como en ¨¦pocas anteriores, las corrientes m¨¢s antiamericanas. La influencia de EE UU podr¨ªa ser decisiva para frenar la intransigencia de la oposici¨®n y permitir una soluci¨®n negociada.
En esta coyuntura, y en parte a causa del desgaste sufrido por Noriega, el presidente Delvalle tiene una capacidad de acci¨®n independiente que no ha tenido nunca. Ello facilita su papel como agente de un di¨¢logo encaminado a una soluci¨®n realista y gradual. ?sta podr¨ªa enfocarse a partir de la promesa hecha por Noriega de unas elecciones en 1989 plenamente democr¨¢ticas, despues de las cuales las fuerzas armadas volver¨¢n a su papel normal en los Estados democr¨¢ticos. Soluci¨®n que no se presenta f¨¢cil en el clima actual, que exige superar desconfianzas y apasionamientos. Para ello es a todas luces importante que tanto el gobierno del presidente Delvalle como el general Noriega sepan tener, desde ahora, una actitud que estimule la confianza en que ser¨¢ posible llevar a cabo una recuperaci¨®n democr¨¢tica.
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