Los conservadores presionan sobre Reagan para que perdone a North y a Poindexter
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Una campa?a para que Ronald Reagan perdone a los dos principales conspiradores del Irangate, el teniente coronel Oliver North y el almirante John Poindexter, antes de que eventualmente sean procesados penalmente, ha sido puesta en marcha por sectores importantes del Partido Repblicano y columnistas conservadores.
El presidente est¨¢ siendo presionado por sus bases naturales para que utilice el perd¨®n que le concede la Constituci¨®n, como hizo Gerald Ford con Richard Nixon tras el Watergate.La Casa Blanca dijo ayer que el tema del perd¨®n no ha sido dscutido, que a¨²n no ha habido procesamientos y que Reagan no se pronunciar¨¢ sobre la m¨¢s importante crisis de su Administraci¨®n -probablemente lo haga con un discurso televisado al pa¨ªs, en agosto- hasta que el Congreso no concluya su investigaci¨®n. "Es posible que al final no sepamos lo que realmente pas¨®", afirm¨® ayer el senador Daniel Inouye, presidente de los comit¨¦s de investigaci¨®n parlamentarios. Esta afirmaci¨®n refleja un escepticismo bastante generalizado sobre la exoneraci¨®n del presidente que ha realizado Poindexter y las contradicciones entre su testimonio y el de North. Para muchos es leg¨ªtimo preguntarse: ?Por qu¨¦ estos patriotas, que no han tenido inconveniente en mentir al Congreso y destruir las pruebas, van a estar diciendo ahora la verdad?.
Tras la conclusi¨®n del testimonio de Poindexter, probablemente hoy, las audiencias entran en su fase final con las declaraciones de los principales miembros de la Administraci¨®n de Reagan. El ministro de Justicia, Edwin Meese, deber¨¢ explicar por qu¨¦ permiti¨® la destrucci¨®n de documentos importantes cuando era responsable de la investigaci¨®n en los primeros d¨ªas tras el estallido del caso. Y los secretarios de Estado, George Shultz, y de Defensa, Caspar Weinberger, tendr¨¢n que responder a la pregunta de por qu¨¦ no hicieron m¨¢s para detener una doble operaci¨®n encubierta que consideraban un desastre.
La defensa conservadora
La derecha republicana, crecida por el ¨¦xito ante la opini¨®n p¨²blica de la declaraci¨®n de North, convertido en un nuevo h¨¦roe nacional, argumenta que este oficial de marines y su jefe inmediato no hicieron nada ilegal y s¨®lo defendieron la seguridad nacional, manteniendo viva, en contra de una ley del Congreso, la resistencia antisandinista.Por su parte, el presidente, estimulado por los ¨²ltimos sondeos, afirma que su pol¨ªtica hacia Nicaragua ha obtenido un "notorio aumento de apoyo" de los norteamericanos. La afirmaci¨®n es exagerada, pero s¨ª es cierto que pr¨¢cticamente ya la mitad de la poblaci¨®n la aprueba. Reagan contraatacar¨¢, en las pr¨®ximas semanas, solicitando m¨¢s ayuda para los rebeldes antisandinistas.
Los reaganistas ya cantan victoria y afirman que el globo del Irangate ya ha sido pinchado por Poindexter al afirmar que el presidente no sab¨ªa nada del desv¨ªo de dinero procedente de Ir¨¢n a la contra. La declaraci¨®n del ex consejero de Seguridad Nacional ha quebrado el suspenso de las audiencias televisadas al acabar con la idea de que, en alg¨²n momento, surgir¨ªa la pistola humeante que implicar¨ªa directamente al presidente.
El testimonio del almirante ha provocado, sin embargo, gran escepticismo en la opini¨®n p¨²blica y entre los comit¨¦s de investigaci¨®n, que no acaban de creer que este bur¨®crata met¨®dico y fiel no informara a su comandante en jefe de una decisi¨®n tan importante. "No tendr¨ªa ning¨²n inconveniente en que el presidente les perdonara antes de un posible procesamiento", ha manifestado el senador republicano Orrin Hatch. "Pero espero que el fiscal especial se d¨¦ cuenta de que no es bueno mantener esto en marcha cuando los posibles cargos penales son tan tenues". Otros legisladores del partido del presidente afirman que ser¨ªa "una grave injusticia" mandar a la c¨¢rcel a Poindexter y a North, y que, "en alg¨²n momento, Reagan debe considerar un perd¨®n". Los dem¨®cratas no comparten este deseo y aseguran que el presidente cometer¨ªa "un grave error" si les perdonara, y se?alan que es "incorrecto que los pol¨ªticos traten de influir en el proceso judicial, con respecto a este o a cualquier otro caso". Los conservadores aseguran que Reagan y la Casa Blanca, asustados por el recuerdo del Watergate, cometieron un error al criminalizar el esc¨¢ndalo introduciendo en el mismo al fiscal especial.
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