"Primitiva"

No me enga?o, o, mejor dicho, no nos enga?emos. Cu¨¢ntas veces nos habremos quedado extasiados pensando, hasta haciendo planes, si de la noche a la ma?ana, nos convirti¨¦ramos en millonarios. Levantarse un viernes a la misma hora de todos los d¨ªas, y mientras nos echamos la gomina al pelo, apuntamos apuradamente en el espejo con una barra de labios los seis n¨²meros inimaginables que escuetamente desenmascara el locutor de la tele tan s¨®lo unas horas antes, y r¨¢pidamente, con esa ilusi¨®n inagotable, desbarajamos la cartera con la ansiosa b¨²squeda del billete; por fin aparece el uniformado papel cuadriculado, se comprueban uno por uno los n¨²meros atrapados con los del espejo y, de repente, un hormigueo se te sube de los pies a la cabeza, cayendo como un plomo en la cama, pensando s¨®lo por mero reflejo si el coraz¨®n lo va a aguantar, y en tu sue?o quim¨¦rico sonr¨ªes al llegar a este punto; sabes que s¨®lo es un sue?o que te gastas en esos par¨¦ntesis de tu vida diaria, cuando vas en el autob¨²s y no tienes nada que te entretenga, o cuando est¨¢s en la oficina solitaria y de repente te sientes metido en una caja y lo ves todo a mil kil¨®metros.Yo, por ejemplo, utilizo este sue?o cuando tengo que recorrer a pie una larga distancia, ya que siempre la magia de la imaginaci¨®n consigue reducirme las distancias a un tiempo humano ol¨ªmpico.

En fin. Tenemos que saber utilizar la imaginaci¨®n y, claro, no emplearla s¨®lo para esto, no se vive s¨®lo de ilusi¨®n, aunque tampoco se debe prescindir de ella. La loter¨ªa, como bien dijo un d¨ªa resignadamente el dulc¨ªsimo Luis Carandell, es algo que siempre toca a los dem¨¢s- Julia E. Rodr¨ªguez Cadavid.