El gui¨®n municipal
NUMEROSOS AYUNTAMIENTOS espa?oles descubren hoy los problemas que se derivan del nuevo reparto del poder, y muchos alcaldes y concejales socialistas se enfrentan a las servidumbres del final de la mayor¨ªa absoluta y a unas situaciones que, aunque habituales en las democracias, parecen cogerles a contrapi¨¦. En esas corporaciones, a los problemas de gobernabilidad se les suman otros, derivados del mayor control social que se va a producir sobre el ejercicio de un poder municipal m¨¢s debilitado y, por tanto, necesitado de asistencias. Los grupos de oposici¨®n, crecidos por la mayor¨ªa que todos ellos juntos pueden formar coyunturalmente, comienzan a ejercer su papel fiscalizador, con una capacidad obstruccionista que requiere tanto sentido de la responsabilidad como la que precisaba la Administraci¨®n de las mayor¨ªas absolutas.Un ejemplo de este tipo de situaciones, que salpican toda la geograf¨ªa espa?ola, se vive en el Ayuntamiento de Madrid, donde el mismo alcalde, Juan Barranco, describe la catarata de nuevos problemas que se le plantean a su grupo municipal con el expresivo dicho popular de "al perro flaco todos son pulgas". En Madrid, apenas iniciado este mandato, ha trascendido la existencia de una acumulaci¨®n de cientos de expedientes de gastos -algunos retenidos desde el a?o 1983- que dorm¨ªan sin aprobaci¨®n por la intervenci¨®n municipal. Desbordando la razonable cr¨ªtica a ese hecho, sectores de la oposici¨®n pretenden desnaturalizar las cosas, ech¨¢ndole demag¨®gicamente en cara al alcalde y a su grupo que en ocasiones hayan comido con cargo al erario p¨²blico.
Si los gastos de una celebraci¨®n tradicional -como es un almuerzo de fin de a?o que se est¨¢ convirtiendo en absurda piedra de esc¨¢ndalo- pueden justificarse, y los fondos p¨²blicos destinados a los gastos de los grupos m unicipales pueden destinarse a ese fin, lo que no tiene justificaci¨®n es un retraso de a?os en la aprobaci¨®n de cientos de expedientes sobre miles de millones de pesetas. Y es acerca de estos problemas de fondo donde debe actuar la oposici¨®n. Las explicaciones de que el retraso se debe a la falta de medios del departamento de fiscalizaci¨®n constituyen otro punto de reflexi¨®n para todos: estaba en manos de la anterior mayor¨ªa de Gobierno municipal la posibilidad de dotar a ese servicio de lo que necesitaba.
La oposici¨®n cumple con su deber al llamar la atenci¨®n sobre estas cuestiones, o al intentar poner coto a la tendencia a contratar personal de confianza pol¨ªtica para cargos que pueden desempe?ar funcionarios especializados. Es l¨®gico que algunos de esos puestos sean desempe?ados por personas de confianza del equipo pol¨ªtico que dirige el Ayuntan¨²ento, pero parece discutible que en el caso de Madrid sean necesarias hasta 128'contrataciones de este tipo. La soluci¨®n reside en una pol¨ªtica m¨¢s eficaz de formaci¨®n y contrataci¨®n del funcionariado, ateni¨¦ndose al marco legalmente previsto para ello. Y, en todo caso, lo que no pueden hacer los nuevos equipos municipales es empecinarse en recabar para s¨ª, bajo el pretexto de la ingobemabilidad, las mismas condiciones de antes, pues la situaci¨®n ha cambiado.
Pero la oposici¨®n tambi¨¦n debe tener en cuenta que no puede conducir su necesaria tarea de control hasta el punto de negar el pan y la sal a quienes est¨¢n m¨¢s que legitimados por las urnas para administrar el poder, aunque esas mismas umas no les hayan concedido la mayor¨ªa absoluta. La principal lecci¨®n democr¨¢tica de la nueva situaci¨®n municipal ha de ser, precisamente, la de que se pueden administrar los ayuntamientos tanto si hay una mayor¨ªa absoluta como si no la hay. Claro est¨¢ que ello requiere la existencia de una clase pol¨ªtica seria y responsable, en la que una oposici¨®n constructiva no puede convertirse en una pandilla de filibusteros.
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