El truco del polic¨ªa en camiseta
Las series de televisi¨®n suelen tener truco, y a menudo reposan en un personaje con gancho que puedaidealizar el escolar con granos y la resignada chica cuyo novio estudia desde hace cuatro a?os para notario. El truco de Corrupci¨®n en Miami (Vicio en Miami, en traducci¨®n sin censura) es, dicen, su ambientaci¨®n moderna. M¨¢s a¨²n, posmoderna. Ya se sabe: mucho cart¨®n en los hombros, chaquetas de hilo sobre camisetas de salvavidas de playa y luces lilas hacia el techo. El todo envuelto en el sat¨¦n de los ¨²ltimos ¨¦xitos de discoteca.Nada m¨¢s. Con una idea tan simple la serie se mantiene en las cimas del ¨¦xito en la televisi¨®n americana, lo que quiere decir que cada cap¨ªtulo lucha en Estados Unidos por hacerse con una audiencia que se acerca a toda- la poblaci¨®n francesa, incluidos los m¨¦dicos de urgencias y los monjes trapenses.
Inquieta, entre otras cosas inquietantes, la unanimidad de muchos comentarios. Por ejemplo, a nadie parece importarle que los di¨¢logos parezcan estar escritos por los guionistas de la serie rival, ni que los personajes hablen como si les acabaran de quitar los dientes de un guantazo. Los personaJes son sobre todo un rubio guapo y un negro, guapo y fortach¨®n tambi¨¦n, pero a nadie le cabe la menor duda de qui¨¦n es el h¨¦roe, ni qui¨¦n se lleva a la chica principal, que por supuesto es blanca. Con semejantes reglas del juego, es de preguntarse de d¨®nde ha salido tanto mulato como aparece por la serie.
Porque hay muchos negros en esta serie, como los hay en Miami; muchos mulatos y mestizos Y lo que m¨¢s inquieta de todo es que nadie parezca haber ca¨ªdo en la cuenta de que pese a tanta mezcla, la belleza e integridad de cada uno suele estar en relaci¨®n directa con su nacionalidad, que a su vez determina el oficio. As¨ª ya no es obligatorio que los buenos tengan los ojos azules, y pueden ser negros; pero negros norteamericanos, que es una forma muy clara de ser negro. Los malos, en cambio, son por lo general mestizos escuchimizados, con un aspecto intermedio entre el apache y el sandinista, y es f¨¢cil que se dediquen a traficar con droga Semejantes desperdicios no han sido criados claro est¨¢ con buena hamburguesa con leche, y han llegado, junto con la droga que destruye, de esas pringosas selvas del sur que no est¨¢n hechas para la gente. En esos territorios sin ley ni baloncesto, un militar local puede decirle a polic¨ªas estadounidenses "?ste es nuestro -pa¨ªs". Pero no es una declaraci¨®n de dignidad, sino su respuesta a los norteamericanos que han querido evitar la tortura de un traficante como si fuesen turistas escandalizados (v¨¦ase el episodio de hace una semana).
Que TVE programe Corrupci¨®n en Miami -por segunda vez-, armoniza con su pol¨ªtica de compras y, a estas alturas, no debe extra?ar. Tampoco debe extra?ar si en diez a?os, entre los ni?os que ahora cuecen su cerebro, abundan los partidarios de construir un muro en el R¨ªo Grande y alimentar con anfetaminas a los tiburones para que vigilen mejor las costas.
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