Noche de verano
La ciudad es un oro nocturno y todos salimos de protagonistas a la intemperie y la reseda. La gracia de epatar incluye la liberaci¨®n de la personalidad diurna, que es convencional y colectiva, m¨¢s demag¨®gica que democr¨¢tica. El calvo interesante de gafas negras, la coleta el doble cintur¨®n de tachuelas y un par de relojes en la mu?eca: el tradicional y el de usar y tirar cuando da el cuarto de hora. Las camisas con corbata incrustada, las piedras de colores, la motorista con corpi?o de su abuela, esa joven motorista, aquella motorista. Madrid. Todos nos volvemos otro a partir de las doce de la noche, como en los cuentos. De noche vuelve a ser verdad Freud y lo que se pasea son egos, superegos, superyoes. La noche es el reino del id pasado por la l¨¢mpara de cuarzo. El que baja a la terraza de Castellana con ba?ador de un cubismo desconcertado. La que pasea minifalda de plata. La noche, en verano, es la org¨ªa de la personalidad, "el discurso del Otro" resumido en look, una estela de perlas relativas que deja tras de s¨ª la emperatriz de su anonimato. La noche es la oportunidad de ser alguien sin ser nadie, el golpe de Estado. del subconsciente tan consciente, del yo reprimido que se sue?a protagonista en una ciudad diurna fundamentalmente antagonista. Bordeler¨ªa negra de la noche sobre la carne llamante/llameante de la mujer. Oros de peluquer¨ªa y secador como hogueras de auxilio al extremo de una terraza, tejanos rasgados por donde suena a la vista el cobre del muslo, y esa lepra de lujo de las pegatinas sobre los pechos desnudos. Todos queremos tener una personalidad. De noche somos m¨¢s ricos porque est¨¢n cerrados los Bancos. Enagua retro y vaqueros con parches; los negros, condenados a ser un lujo de lo blanco, hombreras nazis. A ellos les sobra ropa y a ellas les falta. Pelucas de color inventado, de un malva posterior a todos los malvas y a todas las malvas. La noche de verano, en Madrid, es la pugna de la personalidad, la ordal¨ªa de los superyoes frustrados y diurnos. Toda una rica fiesta. Pero lo fuerte, t¨ªos, es componer la misma figura de d¨ªa, ser uno/¨²nico a las tres y cuarto de la tarde.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.