Vendaje obsceno

Despu¨¦s de leer la Vita de Benvenuto Cellini me entraron ganas de ver alguna obra de este artista y, como sab¨ªa que en El Escorial se exhibe un Cristo suyo, decid¨ª, junto con una amiga, tomar el tren con la intenci¨®n de visitar el monasterio. Cu¨¢l no ser¨ªa nuestra sorpresa al descubrir que al Cristo le hab¨ªan vendado los genitales, estropeando as¨ª el modelado perfecto de la figura. Resultaba francamente obsceno.Pero ah¨ª no acab¨® la cosa. Despu¨¦s de obligar a mi amiga a dejar su bolso en consigna, sin justificaci¨®n alguna, puesto que a m¨ª se me permiti¨® la entrada en el palacio con el m¨ªo, un gu¨ªa-sargento nos recit¨® el reglamento antes de comenzar la visita, a saber: a) guardar silencio; b) no tocar los objetos; c) no separarnos del grupo, ni adelantamos ni retrasarnos; d) atender a sus explicaciones en castellano, para incomprensi¨®n e indignaci¨®n de los turistas extranjeros. Acto seguido, nos llev¨® a toda velocidad por las salas del museo, describiendo horriblemente los tapices e ignorando por completo los relojes. Al acabar la visita, nos puso en manos de una compa?era suya, encargada del pante¨®n, que, no contenta con recitarnos de nuevo el reglamento, grit¨® a pleno pulm¨®n, a ra¨ªz de un murmullo producido por los comentarios de admiraci¨®n del p¨²blico y para asombro de todos: "?Debo recordarles que esto es un museo, y que en los museos se guarda silencio, y a¨²n m¨¢s aqu¨ª, en el pante¨®n, que es como un cementerio!".

Y yo cre¨ªa que la Secci¨®n Femenina se hab¨ªa disuelto. Tras esto no volver¨¢ a extra?arme que las excursiones a El Escorial que organizan las agencias de viajes suelan acabar en una visita al Valle de los Ca¨ªdos.-