Juan Pablo C¨¢rdenas

Comienza a mirar nerviosamente su reloj a las nueve de la noche, porque media hora m¨¢s tarde tiene que partir hacia la c¨¢rcel. Desde que comenz¨® el verano, Juan Pablo C¨¢rdenas, el director de la revista An¨¢lisis, cruza todos los d¨ªas a las diez de la noche las puertas del penal, y ocho horas despu¨¦s, a las seis de la ma?ana, cuando en Santiago a¨²n no ha aparecido el Sol detr¨¢s de la cordillera de los Andes, el periodista puede salir de la c¨¢rcel. Es el r¨¦gimen de prisi¨®n nocturna al que fue condenado C¨¢rdenas durante 541 d¨ªas por "difamar al presidente de la Rep¨²blica", Augusto Pinochet.

Si por enfermedad no puede pernoctar entre rejas, las noches que falte son agregadas al final de su condena. Para C¨¢rdenas, ¨¦ste fue un retorno a la c¨¢rcel y el comienzo de dos castigos: el periodista ha estado en prisi¨®n en tres ocasiones anteriores, y al terminar esta condena comenzar¨¢ otra que tiene pendiente. El director de An¨¢lisis fue condenado a la c¨¢rcel nocturna por la Corte Suprema, despu¨¦s de que el Gobierno recurriera una sentencia de la Corte de Apelaciones que absolvi¨® al periodista, por atreverse a decir lo que muchos en Chile piensan en silencio sobre el r¨¦gimen militar. Pero C¨¢rdenas, que en mayo pasado recibi¨® el premio de la Pluma de Oro de la Libertad, que concede la Federaci¨®n Internacional de Editores de Peri¨®dicos, cometi¨® el delito de escribir en los editoriales de su revista su opini¨®n sobre Pinochet.Fue condenado por escribir, entre otras cosas, que "el repudio a Pinochet es absoluto" y que el dictador "es el gran obst¨¢culo del anhelo nacional por la paz y la libertad". Tuvo la audacia de asegurar que "lo ¨²nico que explica la permanencia de Pinochet en la Moneda es la adhesi¨®n de quienes controlan y usan las armas". Los jueces subrayaron con bol¨ªgrafo un p¨¢rrafo de un editorial escrito por C¨¢rdenas en 1986: "Pinochet y su Gobierno son, sin duda, los primeros responsables de lo que ocurre. Su odio a la tolerancia, a la soberan¨ªa popular y a la patria ha provocado la desesperaci¨®n y exaltado las actitudes iracundas". "No soy culpable", dice C¨¢rdenas. "El menoscabo y desprestigio no lo he provocado yo, sino los actos de la dictadura. Pinochet es quien ha injuriado a la Prensa opositora, llam¨¢ndola cloacas, y a los pol¨ªticos, degenerados. Yo he emitido juicios pol¨ªticos, pero no lo he criticado con esos t¨¦rininos", sostiene.

La vida familiar de C¨¢rdenas -un ex militante democristiano que ahora se define como independiente, de 37 a?os, casado, con seis hijos- est¨¢ rota desde hace un a?o. Cuando una de sus hijas sufri¨® un simulacro de secuestro, su familia se traslad¨® a vivir fuera de Santiago. Ahora tiene encuentros furtivos y espor¨¢dicos con sus hijos.

Sus amigos temen por su seguridad y hay quienes van a esperarlo en las fr¨ªas madrugadas cuando sale de la c¨¢rcel. Ese miedo no es caprichoso. En septiembre de 1986, pocas horas despu¨¦s del atentado contra Pinochet, un grupo armado secuestr¨® de su hogar al jefe de la secci¨®n internacional de An¨¢lisis, Jos¨¦ Carrasco, y lo acribill¨® a balazos, sin que hasta ahora la justicia haya encontrado a los asesinos, que fueron capaces de circular por Santiago bajo estado de sitio y durante el toque de queda.