Retrato real en Marivent

El rey Juan Carlos, la reina Sof¨ªa, el pr¨ªncipe Felipe, las infantas Elena y Cristina, los pr¨ªncipes de Gales y sus hijos, Guillermo y Enrique, aparecieron en la entrada de Marivent pasados dos minutos de las 11 horas. El pastor alem¨¢n que siempre suele aparecer en las fotos reales protagoniz¨® la an¨¦cdota negativa de la sesi¨®n, al comenzar en ese momento una lucha con un pequin¨¦s blanco de la reina Sof¨ªa. El pastor alem¨¢n mordi¨® con violencia al otro perro, que comenz¨® a ladrar hist¨¦ricamente de miedo.Los Reyes y los pr¨ªncipes, ajenos a que las im¨¢genes de la lucha de los animales eran captadas por varias decenas de fot¨®grafos, sujetaron a Archie, el pastor alem¨¢n. Do?a Sof¨ªa trat¨® de controlar al pequin¨¦s y poco despu¨¦s lo entr¨® en la casa. Todos se asustaron, excepto el peque?o Guillermo que, a sus tres a?os, se ha hecho ya un gran amigo de Archie Su palmadita en la cabeza del perro tranquiliz¨® al animal.

La Reina y sus hijas llevaban elegantes vestidos. Do?a Sof¨ªa luc¨ªa una blusa y una falda verde y blanca, con cintur¨®n y pendientes dorados. Sus sandalias tambi¨¦n eran verdes. Las infantas vest¨ªan m¨¢s discretamente: Cristina, de amarillo, y Elena, de blanco.

Lady Di estaba muy roja. El sol que hab¨ªa tomado el viernes en la cubierta del Fortuna y el s¨¢bado en la piscina de Marivent hab¨ªa afectado a su delicada piel. Su rostro y sus brazos estaban enrojecidos, por lo que contrastaban con el conjunto amarillo p¨¢lido que la princesa de Gales hab¨ªa elegido para recibir a los fot¨®grafos. Los zapatos, planos, eran de color dorado.

Los componentes de las dos familias intercambiaron frases de compromiso entre ellos, siempre utilizando el ingl¨¦s como lengua com¨²n. Ning¨²n reportero hizo pregunta alguna, ya que la Casa Real y el representante del palacio de Buckingham -un miembro del consulado brit¨¢nico en Madrid- as¨ª lo hab¨ªan solicitado.

Discreta protecci¨®n

La sesi¨®n se prolong¨® durante 10 minutos. Los protagonistas, que en todo momento fueron protegidos discretamente por una docena de polic¨ªas, salieron al jard¨ªn durante unos instantes para ofrecer una imagen distinta que la anterior. Al volver a las escalinatas se produjeron las primeras escenas cari?osas del rey Juan Carlos. El monarca acarici¨® a Enrique, el hijo peque?o de los pr¨ªncipes de Gales. El ni?o se quit¨® su zapatilla derecha y se la dio al Rey, que trat¨® in¨²tilmente de volver a coloc¨¢rsela. El pr¨ªncipe Felipe y las dos infantas se mostraban, mientras tanto, muy serios.

El hijo mayor de Carlos y Diana, Guillermo, fue quien pronunci¨® la primera palabra en voz alta. "?Hola", dijo en ingl¨¦s en repetidas ocasiones. Su otra frase fue a¨²n m¨¢s divertida: "?Cu¨¢ndo terminar¨¦is?", dijo dirigi¨¦ndose a los fot¨®grafos, mientras su madre le rega?aba t¨ªmida y cari?osamente. En ese momento el Rey se levant¨® y el pr¨ªncipe le sigui¨® inmediatamente. La sesi¨®n hab¨ªa terminado. Los Reyes y los pr¨ªncipes de Gales se despidieron de los fot¨®grafos, que hab¨ªan impresionado centenares de rollos de pel¨ªcula. Felipe, el heredero espa?ol, fue la ¨²ltima persona en entrar en la casa., tras darle su padre una peque?a palmada en el costado.

La sesi¨®n hab¨ªa terminado y pocos segundos despu¨¦s los Reyes y los pr¨ªncipes pudieron ver el v¨ªdeo y las fotos polaroid que la princesa Irene, hermana de do?a Sof¨ªa, hab¨ªa captado desde una de las ventanas del palacio.

Sobre la una de la tarde, las dos familias se dirigieron a Puerto Pi, la base naval de Palma, donde embarcaron en el Fortuna y se perdieron en el horizonte, dejando tras de s¨ª una estela de: burbujas y decenas de fot¨®grafos, ansiosos de tomarles todav¨ªa m¨¢s fotos.