La violencia en los estadios
CON LA publicaci¨®n en el Bolet¨ªn Oficial del Estado del instrumento de ratificaci¨®n del convenio europeo sobre prevenci¨®n de la violencia en el deporte, Espa?a se compromete oficialmente a adoptar en el terreno deportivo, y muy especialmente en el f¨²tbol, las mismas pautas de conducta que los otros Estados de Europa. El convenio, elaborado hace dos a?os en el ¨¢mbito del Consejo de Europa, ha sido ratificado hasta la fecha por 11 pa¨ªses y su objetivo es facilitar la cooperaci¨®n interestatal europea en el terreno deportivo con medidas comunes para prevenir y sofocar la violencia en los recintos deportivos de juego por parte de los espectadores.Entre las medidas contempladas destacan la prohibici¨®n de venta de bebidas alcoh¨®licas en los estadios y la obligaci¨®n de impedir el desplazamiento a otras ciudades o pa¨ªses de potenciales perturbadores que pretendan asistir a los partidos. Sin embargo, la importancia de esta normativa europea no est¨¢ tanto en las medidas que contiene, muchas de ellas ya puestas en vigor por las propias federaciones deportivas, cuanto en el compromiso que con ella adquieren los Estados para hacerlas efectivas.
La violencia en el deporte, sobre todo en el f¨²tbol, ha llegado con frecuencia a poner en grave peligro el orden p¨²blico en su aspecto m¨¢s esencial, la seguridad de las personas. Por otra parte, la naturaleza internacional del deporte moderno hace que la violencia pueda llegar a provocar conflictos diplom¨¢ticos entre los pa¨ªses, a veces al calor de la fuerte carga emocional que rodea hoy al deporte de competici¨®n. La tragedia del estadio belga de Heysel, en mayo de 1985, donde un enfrentamiento entre hinchas del Liverpool y la Juventus de Tur¨ªn produjo 39 muertos y m¨¢s de 400 heridos, ha pasado a ser el paradigma de todo lo malo que puede engendrar la violencia en el deporte. Fue precisamente a ra¨ªz de aquel suceso cuando se plante¨® en el Consejo de Europa la redacci¨®n del convenlo que ahora ha ratificado Espa?a.
El car¨¢cter de ayuda mutua entre los Estados que anima esta normativa se hace patente sobre todo en las recomendaciones que hace para la posible extradici¨®n de personas sospechosas de actos de violencia en manifestaciones deportivas, as¨ª como para el intercambio de informaci¨®n sobre los procedimientos judiciales incoados contra los arrestados por hechos de esta naturaleza. En Espa?a, la violencia en el deporte no ha alcanzado la gravedad de pa¨ªses como el Reino Unido, pero es evidente que existe un proceso de creciente deterioro. El enfrentamiento, con el resultado de 17 heridos, habido el pasado 6 de junio entre aficionados del Deportivo de La Coru?a y del Celta de Vigo constituye un aviso de lo que puede pasar en cualquier momento en los estadios si no se toman a tiempo todas las medidas necesarias.
Las jur¨ªdicas son imprescindibles, pero de poco servir¨¢n si no van acompa?adas de una tarea sistem¨¢tica de concienciaci¨®n de los propios aficionados. La responsabilidad de directivos de los clubes es en este terreno enorme. El sentido del espect¨¢culo, con frecuencia barriobajero, que algunos presidentes de equipos de f¨²tbol dan a su cometido, enardeciendo de manera oportunista los peores instintos de los seguidores del propio club, est¨¢ muchas veces detr¨¢s de resultados ciertamente indeseables, pero en absoluto imprevisibles. Mientras esos directivos, tantas veces cegados por un enfermizo af¨¢n de notoriedad, no se convenzan de que estimular el fair play y conservar la calma frente a la locura colectiva es mayor heroicidad que halagar a los j¨®venes componentes de las agresivas pe?as que proliferan ¨²ltimamente en los estadios, la violencia seguir¨¢ germinando en ese caldo de cultivo.
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