?Es posible el pacto?
No quieren el ajuste, pero tampoco las huelgas en los servicios p¨²blicos, y en general son contrarios a la tensi¨®n y a la lucha en la .calle. Esta presi¨®n ambiental pesa en las actuales reuniones patronal-sindicatos-Gobierno convocadas por Felipe Gonz¨¢lez, y los sindicatos har¨¢n muy bien en tenerla en cuenta porque es la gran baza que tienen el Gobierno, la patronal y la derecha de los dos sindicatos. Pero ambos -CC OO y UGT- tienen la obligaci¨®n de ir al fondo de los problemas, y por ello han sacado la conclusi¨®n de que el actual modelo de concertaci¨®n es la dimensi¨®n social de la pol¨ªtica de ajustes y, por tanto, corresponsable de la aceleraci¨®n de los efectos de la crisis econ¨®mica (paro, desmantelamiento industrial, degradaci¨®n del mercado de trabajo y de los servicios sociales p¨²blicos). Lo l¨®gico, en consecuencia, es que rechacen la pol¨ªtica econ¨®mica de ajuste duro y su corolario social, la concertaci¨®n, que busquen el acuerdo en otro terreno, con otra pol¨ªtica. Que exijan al Gobierno un giro a la izquierda.
El Gobierno conoce estos an¨¢lisis de los sindicatos y sabe que no les falta raz¨®n. De hecho, el Acuerdo Econ¨®mico Social (AES) fue como una ratonera para UGT, que pag¨® a precio muy alto en las ¨²ltimas elecciones sindicales. Por eso plantea iniciar las conversaciones no analizando, como hacen las centrales sindicales, la propia concertaci¨®n, sino el estado de la econom¨ªa. Presupone que sobre un diagn¨®stico pesimista habr¨¢ plena coincidencia y, por tanto, querr¨¢ hacer ver no s¨®lo la necesidad del acuerdo, sino la autodescalificaci¨®n del que no lo apoya.
Poner el acento en el diagn¨®stico parece responder a una operaci¨®n t¨¢ctica, porque m¨¢s all¨¢ de que nos pongamos de acuerdo en cuantificar los efectos de la crisis, lo que realmente importa son las causas y el papel del sector p¨²blico, excedente empresarial, gasto y d¨¦ficit p¨²blico, planificaci¨®n. Sobre estos problemas, el Gobierno adopta las actitudes de la patronal, lo que llamamos una pol¨ªtica neoliberal o liberal conservadora.
Autocr¨ªtica del PSOE
El PSOE, tras las ¨²ltimas elecciones, se ha autocriticado de no haber sabido explicar a la sociedad su propuesta pol¨ªtico-social. Los problemas ser¨ªan de imagen y no de contenido. Hablan de un ajuste fino. El apoyo sindical dar¨ªa credibilidad a esa nueva imagen. Aunque el AES no fue tan distinto a la propuesta que hoy hace Felipe Gonz¨¢lez, la experiencia vivida no pasa en balde. De hecho, la ¨²nica gran beneficiada de la concertaci¨®n social es la patronal. La plena coincidencia que tienen la patronal y el Gobierno se basa en que ambos necesitan la paz social. La patronal, para mejorar su cuenta de explotaci¨®n. El Gobierno, para pacificar a la familia socialista con vistas a su inmediato congreso, que tendr¨¢ una indudable influencia en los pr¨®ximos comicios electorales que se celebren.
A la conclusi¨®n negativa sobre la concertaci¨®n, UGT y CC 00 han llegado por caminos distintos. Bueno ser¨ªa profundizar esos caminos para entender mejor la postura de los sindicatos y para fortalecer una unidad de acci¨®n tan imprescindible.
Ambos sindicatos afirman que no habr¨¢ acuerdo si no cambia la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno.
La Uni¨®n General de Trabajadores argumenta, por boca de uno de sus dirigentes, que "la concertaci¨®n social ha estado supeditada a la transici¨®n democr¨¢tica", es el precio que los trabajadores hemos pagado no tanto a una salida solidaria de la crisis como a la propia transici¨®n. Esto, que no parece muy riguroso, sirve para el consumo interno de la familia socialista porque tiene la siguiente conclusi¨®n: si la transici¨®n ha terminado ya no es necesaria la concertaci¨®n.
Comisiones Obreras, algunos de cuyos cruzados defensores de la concertaci¨®n social hoy proclaman su muerte, plantea que hay tres bloques distintos de problemas a tratar en mesas o reuniones diferentes. El bloque de pol¨ªtica econ¨®mica y social (las famosas cuentas del Reino), entre Gobierno y sindicatos. El bloque de negociaci¨®n colectiva, entre sindicatos y patronal. Una tercera mesa, que estar¨ªa pensada para estudiar los efectos de la entrada del Mercado Com¨²n en Espa?a y compuesta por el Gobierno, la patronal y los sindicatos.
De esta suerte ir¨ªamos a una concertaci¨®n por parcelas, trampa para cazar osos que el Gobierno ha aceptado r¨¢pidamente, a?adiendo: "Siempre que encaje en la pol¨ªtica econ¨®mica global".
De hecho, el famoso AES ten¨ªa dos cap¨ªtulos: uno, de inter¨¦s reservado al Gobierno, y otro, a la patronal. Con la propuesta de tres mesas, s¨®lo a?adir¨ªamos una m¨¢s a la que ya ten¨ªa el AES, la que hace referencia a la Comunidad Econ¨®mica Europea.
Si dif¨ªcil es que los sindicatos Firmen una concertaci¨®n tipo AES resulta imposible que el Gobierno acepte la propuesta sindical de "negociaciones y acuerdos continuos, puntuales y diversificados" si no se da un aumento de la presi¨®n y movilizaci¨®n social que le obligue. Porque bien mirado, si el Gobierno estuviera dispuesto a compartir con los sindicatos los beneficios de su pol¨ªtica, que eso ser¨ªan los acuerdos puntuales, y a arrostrar en solitario los riesgos, ?para qu¨¦ quiere la pol¨ªtica de concertaci¨®n? El Gobierno preferir¨ªa aplicar su programa, capitalizarlo ¨¦l y echar a las fuerzas sociales las culpas de los desacuerdos.
Pero si el Gobierno mantuviera su prop¨®sito de pacto social global y CC OO y UGT el suyo de negociaciones continuas, sin compromiso con la pol¨ªtica del Gobierno, estar¨ªamos no ante unas conversaciones para el pacto, sino en un di¨¢logo de sordos que recordar¨ªa el dicho "De donde vienes, manzanas traigo". Y por tanto, la concertaci¨®n social no tendr¨ªa lugar.
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