Pakist¨¢n, 40 a?os en busca de una cohesi¨®n nacional
Cuando el 14 de agosto de 1947, tras la divisi¨®n de la India por los brit¨¢nicos, naci¨® Pakist¨¢n, no exist¨ªa un consenso nacional sobre la forma pol¨ªtica que iba a adoptar el nuevo Estado. Cuarenta a?os despu¨¦s todav¨ªa sigue el debate, ahora con m¨¢s violencia que nunca, lo que ha llevado al pa¨ªs de crisis en crisis.Pakist¨¢n fue concebido por los juristas y los terratenientes feudales que formaban la Liga Musulmana bajo el carism¨¢tico liderazgo de un jurista, Mohammen Ali Jinnah, como una patria para los musulmanes de la India. Tem¨ªan que una India independiente estuviera dominada por los hind¨²es. Sin embargo, desde un principio se puso en duda la pretensi¨®n de la Liga de hablar en nombre de todos los musulmanes indios.
El 50% de ellos permanecieron en la India, neg¨¢ndose a trasladarse a un pa¨ªs nuevo. Dos importantes grupos ¨¦tnicos del reci¨¦n fundado Pakist¨¢n, los baluches y los pathanes, se enfrentaron a la Liga y se mostraron a favor de la autonom¨ªa. La elite feudal de Punjab, que ha venido dominando en Pakist¨¢n desde 1947, era anteriormente contraria a Jinnah y no se le uni¨® hasta inmediatamente antes de la II Guerra Mundial. El mill¨®n de v¨ªctimas de la tragedia de la divisi¨®n y la temprana muerte de Jinnah agravaron el problema de la cohesi¨®n nacional.
Desde 1947, dos importantes crisis han traumatizado a los paquistan¨ªes: la rendici¨®n en Dacca del ej¨¦rcito de Pakist¨¢n el 16 de diciembre de 1971, que llev¨® a la p¨¦rdida del Pakist¨¢n Oriental y a la creaci¨®n de Bangladesh, y la ejecuci¨®n en la horca del primer ministro Zulfikar Ali Bhutto el 24 de marzo de 1979. Bhutto fue el primer dirigente civil despu¨¦s de 13 a?os de gobierno militar. Su muerte fue seguida por otros ocho a?os y medio de ley marcial bajo el mando del general Zia Ul Haq. Estos dos acontecimientos constituyen los puntos m¨¢s visibles de la doble crisis de las nacionalidades y de la legitimidad pol¨ªtica que todav¨ªa persiste en la actualidad.
La p¨¦rdida de Bangladesh fue el resultado de los movimientos de los grupos de las minor¨ªas ¨¦tnicas para conseguir del centro, dominado por los punjab¨ªes, una mayor participaci¨®n en las cuestiones econ¨®micas y pol¨ªticas. Los baluches libraron tres guerras contra el Estado, la m¨¢s reciente la de 1973-1979, que ocasion¨® 3.000 muertos, mientras que numerosos pathanes todav¨ªa persisten en su demanda de autonom¨ªa. Ahora el presidente Zia se enfrenta a un importante movimiento auton¨®mico, e incluso secesionista, en la provincia de Sind.
Amenaza de libanizaci¨®n
Los pol¨ªticos de la oposici¨®n creen que el r¨¦gimen de Zia ha acentuado la fragmentaci¨®n de las minor¨ªas ¨¦tnicas. Actualmente, incluso los grupos ¨¦tnicos de menor tama?o tienen sus propios partidos pol¨ªticos locales, los cuales est¨¢n arm¨¢ndose gracias a la abundancia de material b¨¦lico disponible a consecuencia de la guerra de Afganist¨¢n. A esto hay que a?adir los partidos armados de las sectas religiosas, que constantemente se est¨¢n enzarzando entre s¨ª. Con la formaci¨®n en embri¨®n de milicias pol¨ªticas armadas en Karachi, Sind y la provincia fronteriza del Noroeste, ya se ha sembrado la semilla de una potencial liberalizaci¨®n de Pakist¨¢n.
La muerte de Bhutto puso en peligro la Constituci¨®n de 1973 -el ¨²nico documento que la mayor¨ªa de los paquistan¨ªes todav¨ªa considera sagrado y que fue redactado de acuerdo con el ¨²nico consenso al que han logrado llegar todos los partidos pol¨ªticos-. A pesar del restablecimiento de ¨¦stos en marzo de 1985, el presidente Zia ha enmendado de una manera tan dr¨¢stica la Constituci¨®n de 1973, que pr¨¢cticamente la ha vaciado de su contenido original. Su experimento controlado para devolver al pa¨ªs a un gobierno civil despu¨¦s de las elecciones sin partidos de 1985 sigue siendo rechazado por toda la oposici¨®n.
Ni el Gobierno ni la oposici¨®n se reconocen mutuamente, y la crisis de legitimidad pol¨ªtica se ha hecho mucho m¨¢s profunda al existir otro pretendiente al poder, el grupo de presi¨®n isl¨¢mico fundamentalista.
Jinnah concibi¨® a Pakist¨¢n como un Estado parlamentario, secular, seg¨²n el modelo occidental, en el que el islam iba a ser el aglutinante social y cultural que mantuviera unida la dispar naci¨®n. Con anterioridad a 1947, los partidos isl¨¢micos fundamentalistas de la India, en particular el Jamaat-e-Islami, se opon¨ªan a Jinnah.
El islam como ideolog¨ªa
Los primeros gobernantes de Pakist¨¢n, los terratenientes educados en Oxford y Cambridge y los generales formados en Sandhurst, ten¨ªan poco tiempo para preocuparse del fundamentalismo, que era una fuerza perif¨¦rica en las ciudades y contaba con pocos seguidores en las zonas rurales, donde el campesinado confiaba m¨¢s en los santos musulmanes locales que en los ortodoxos mullahs.
A medida que el ej¨¦rcito fue creciendo hasta alcanzar el medio mill¨®n de hombres, la nueva generaci¨®n de generales, localmente formados y de una extracci¨®n social m¨¢s amplia, se ha ido haciendo m¨¢s insegura y circunspecta, experimentando la necesidad de hacer hincapi¨¦ en el islam como una ideolog¨ªa pol¨ªtica viable. Despu¨¦s del golpe de Estado del general Zia en 1977, el apoyo personal de ¨¦ste y el renacimiento isl¨¢mico han persuadido al Jamaat a unirse al Gobierno del presidente Zia. La islamizaci¨®n se ha convertido en una consigna para el r¨¦gimen militar, pero todav¨ªa no ha llegado a ser universalmente popular.
Por otra parte, durante la ¨²ltima d¨¦cada de gobierno de Zia, la islamizaci¨®n ha conducido a un agudo sectarismo. Sun¨ªes y shi¨ªes luchan en las calles mientras que las sectas existentes en el seno de la mayoritaria poblaci¨®n sun¨ª han formado sus propios partidos pol¨ªticos.
La fragmentaci¨®n pol¨ªtica existente en Pakist¨¢n, agravada por una subcultura de armas, adicci¨®n a la hero¨ªna, corrupci¨®n masiva y un pr¨®spero mercado negro ha hecho a Islamabad todav¨ªa m¨¢s dependiente de la ayuda externa. La pol¨ªtica exterior de Pakist¨¢n ha estado siempre en un equilibrio precario entre las dos superpotencias, entre Ir¨¢n y los Estados ?rabes del Golfo, y necesariamente apoyada por el mundo musulm¨¢n frente a la India. En la actualidad, su importancia geoestrat¨¦gica, tanto para el bloque occidental como para el sovi¨¦tico, nunca ha sido tan vital. Pakist¨¢n es crucial para la estrategia de Estados Unidos en Afganist¨¢n, Ir¨¢n y el Golfo.
De modo similar, a pesar de la c¨®lera de Mosc¨² por la actuaci¨®n de Pakist¨¢n como canal de paso de las armas estadounidenses para guerrillas afganas, nadie en Islamabad cree que los sovi¨¦ticos tengan el menor deseo de ver desintegrado a ese pa¨ªs. Mosc¨² dif¨ªcilmente puede permitirse ver en su frontera sur a un Pakist¨¢n d¨¦bil, fragmentado. Los sovi¨¦ticos han dicho a Islamabad que, en la regi¨®n, ellos s¨®lo pueden garantizar la seguridad de Pakist¨¢n si su Gobierno acepta una soluci¨®n para el problema afgano.
Los gobernantes de Pakist¨¢n nunca han sido m¨¢s conscientes de que el futuro viable del pa¨ªs se basa menos en la necesidad de lograr un consenso nacional que en la continuaci¨®n de la ayuda exterior en todos los niveles. El presidente Zia ha depositado su confianza en esa percepci¨®n y la ha utilizado por completo, aun a costa de intentar conseguir un acuerdo pol¨ªtico interno. Su tal¨®n de Aquiles es el programa nuclear de Pakist¨¢n, inaceptable para las dos superpotencias, y su incapacidad para reconciliarse con la India, lo que resulta embarazoso para Occidente. Por el momento, Washnmgton parece dispuesto a hacer la vista gorda en ambos casos.
es corresponsal en Pakist¨¢n de The Independent, de Londres. Traducci¨®n: M. C. Ruiz de Elvira.
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