Extra?a alianza para rehabilitar a un criminal de guerra
La semana transcurrida desde la muerte de Rudolf Hess en la c¨¢rcel de Spandau hasta su presunto entierro en un cementerio a¨²n desconocido se ha convertido en un ejemplo descabellado de c¨®mo rehabilitar, al menos parcialmente, a un criminal de guerra.El grotesco espect¨¢culo brindado ayer por el alcalde de Wunsiedel, Karl Walter, ante decenas de periodistas al informar que "Hess ha sido ya enterrado en silencio" es el ¨²ltimo eslab¨®n de una larga serie de desinformaciones. Dos horas antes, el abogado de Hess, Alfred Seidl, aseguraba en Munich que el entierro se celebrar¨ªa en el lugar y fecha previstos, ma?ana a las dos de la tarde. Este desprop¨®sito ha sido posible gracias a una extra?a alianza entre las autoridades de las potencias aliadas, la familia y el abogado de Hess y el diario sensacionalista Bild, que compr¨® la exclusiva del hijo del criminal de guerra para su comercializaci¨®n en el periodismo m¨¢s amarillo del continente.
Las autoridades brit¨¢nicas de Berl¨ªn han mostrado una torpeza informativa que por sus consecuencias pol¨ªticas raya en la irresponsabilidad. Primero accedieron, por presiones sovi¨¦ticas, a emitir un comunicado falso informando sobre la muerte de Hess en prisi¨®n.
Durante la semana ha ido completando -con la versi¨®n del suicidio por estrangulamiento, la carta de despedida y el comunicado de ayer indicando que Hess se hab¨ªa ahorcado- una informaci¨®n cada vez m¨¢s confusa y m¨¢s propensa a interpretaciones maniqueas por parte de nazis irredentos y sus j¨®venes cachorros.
Muchas de las informaciones inexactas o falsas han sido interesadas y han hecho de la muerte de Hess definitivamente un misterio, terreno abonado para la leyenda que los neonazis necesitaban para revitalizar su opci¨®n extremista.
La familia -especialmente el hijo, Wolf-R¨¹diger Hess, y el abogado- han desarrollado con celo digno de mejor causa una estrategia para mantener a Hess en candelero, al poner en duda el suicidio y sugerir un asesinato para crear una leyenda en torno al fin del lugarteniente de Hitler.
Todo ello otorgar¨¢ cuantiosos dividendos a la familia y al sensacionalista Bild, pero habr¨¢ contribuido decisivamente a que Hess sea, muerto, un personaje m¨¢s indeseable para la sociedad democr¨¢tica que lo fue en vida.
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