Los reformistas chinos libran las ¨²ltimas batallas antes del congreso del partido
La lucha contra el burocratismo y el igualitarismo y los llamamientos a controlar la inflaci¨®n se han convertido en el biombo detr¨¢s del cual los dirigentes del Partido Comunista Chino ocultan sus conflictos y preparan su XIII congreso, previsto para octubre El ciudadano chino, acostumbrado a estas minicampa?as, espera pacientemente el desenlace de la reuni¨®n de pares para saber qui¨¦n gobernar¨¢ en los pr¨®ximos a?os. La inflaci¨®n, que seg¨²n fuentes oficiales alcanz¨®, en lo que va de a?o, un 9,1 % en las grandes ciudades, se ha convertido en la principal preocupaci¨®n popular. Los economistas prev¨¦n nuevas alzas de productos b¨¢sicos, a fin de concluir el amplio proceso de descolectivizaci¨®n de la tierra, iniciado a fines de la d¨¦cada pasada.
La inyecci¨®n de factores de mercado en el socialismo chino podr¨¢ coronarse tan s¨®lo cuando el Estado deje de subvencionar los productos de primera necesidad. Pero esta retirada puede costarles a los reformistas el apoyo de amplios sectores urbanos, protegidos hasta ahora por el taz¨®n de hierro del igualitarismo absoluto y celosos de sus privilegios tradicionales, frente al campesinado y a los cada vez mas numerosos comerciantes privados.
Hasta los m¨¢s entusiastas reformistas reconocen la necesidad de un control de precios y de cierta planificaci¨®n para frenar la inversi¨®n no productiva y la importaci¨®n salvaje. Las empresas y las regiones contin¨²an disponiendo de una autonom¨ªa considerable siempre que se la compare con la existente hace pocos a?os.
Para que esta autonom¨ªa no se disipe en corruptelas y caos, el biombo abre su segunda hoja: la lucha contra el burocratismo. A las tradicionales taras de los sectores funcionariales (inercia, conformismo, acaparamiento de poderes) se han sumado nuevas dotes: nepotismo, derroche y corrupci¨®n.
El primer ministro y secretario general del partido, Zhao Ziyang, a quien todos conceden la continuidad en este ¨²ltimo puesto despu¨¦s del congreso, trata de cortar el nudo gordiano de la manera en que los m¨¢s decididos partidarios de las reformas le aconsejaban desde hace tiempo: impuls¨¢ndolas decididamente.
Este impulso, m¨¢s all¨¢ de medidas sensacionales, pasa hoy para Zhao por una explicaci¨®n incansable y minuciosa de la necesidad de terminar con el igualitarismo y de extender los contratos de responsabilidad, que relacionan la remuneraci¨®n con el rendimiento en las f¨¢bricas del Estado. Zhao y el hombre fuerte de Pek¨ªn, Deng Xiaoping, relanzan igualmente el olvidado expediente de la reforma pol¨ªtica con promesas de democratizaci¨®n y de separaci¨®n de poderes entre ide¨®logos y administradores.
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