Golpe en Manila
EL GOLPE militar (que se produjo anteayer en Filipinas todav¨ªa no ha sido totalmente derrotado por las fuerzas leales al Gobierno de Coraz¨®n Aquino. Si en Manila la situaci¨®n parece controlada, son peligrosas las ramificaciones en otros lugares, como Ceb¨².En este momento el primer deber de Espa?a, que el Gobierno ha sabido interpretar con acierto, es afirmar nuestra completa solidaridad con la democracia filipina, y, concretamente con la presidenta, Coraz¨®n Aquino, que en tres ocasiones ha obtenido el apoyo en las urnas de la inmensa mayor¨ªa de los filipinos. Los sacrificios que ha sufrido en sus familiares m¨¢s pr¨®ximos, con el asesinato de su marido en 1983, ayer con las graves heridas que ha recibido su hijo durante el asalto rebelde al palacio presidencial, realzan el simbolismo de su personalidad como la representaci¨®n m¨¢s alta de la lucha por la libertad y la democracia.
Mucha gente se pregunta con raz¨®n c¨®mo es posible que Filipinas haya llegado a la dram¨¢tica situaci¨®n presente. Es preciso reconocer que las ra¨ªces de la democracia en Filipinas son muy d¨¦biles, y la situaci¨®n en los d¨ªas que precedieron el golpe militar lo pone de relieve. Este golpe, mucho m¨¢s grave que todos los anteriores, se ha producido en un momento en que el descontento de las masas populares se manifestaba en acciones de protesta y en huelgas.
La realidad es que el encuentro entre el poder y el pueblo, que se materializ¨® con un empuje extraordinario en las gigantescas acciones de masas de febrero de 1986, decisivas para la ca¨ªda de la dictadura de Marcos, no se ha plasmado luego en el terreno de la legalidad democr¨¢tica. La palabra democracia, para una gran parte de esas masas, condenadas a la miseria, estaba asociada con un m¨ªnimo de mejoras de tipo social. Pero Aquino no ha podido llevar a la pr¨¢ctica los cambios sociales que el pueblo esperaba.
Este problema ha sido m¨¢s grave a¨²n en el campo.
Poner fin a las guerrillas comunistas, que se mantienen desde hace 18 a?os con influencia en extensas zonas rurales, supon¨ªa como primera condici¨®n una re forma agraria efectiva. La presidenta Aquino logr¨® imponer las negociaciones con la guerrilla, a pesar de fuertes resistencias en su Gobierno. Se estableci¨® un a?o el fuego de dos meses, importante para el ¨¦xito del refer¨¦ndum constitucional. Pero se cortaron luego. La corriente que entre los comunistas defendi¨® el paso a la lucha legal ha quedado marginada por los partidarios de la l¨ªnea armada. Su principal representante, Rolando Olalia, presidente del Partido del Pueblo y del sindicato Primero de Mayo, fue asesinado por la ultraderecha en noviembre pasado, con complicidades nunca descubiertas. La guerrilla comunista, como en tiempos de Marcos, sigue apoy¨¢ndose en el descontento de las zonas rurales y su existencia debilita gravemente la democracia. Si Aquino no ha podido abrir la democracia hacia las amplias capas populares condenadas a condiciones sociales de miseria, ha sido sobre todo a causa de la hipoteca de los militares sobre el poder. Hipoteca que arranca del momento mismo de la ca¨ªda de Marcos, cuando fue posible el paso del poder a Coraz¨®n Aquino, gracias al abandono del dictador por el ministro de defensa, Ponce Enrile, de otros jefes, como el general Fidel Ramos, y de oficiales de los Ram-boys, entre los que se encontraba el coronel Honasan -jefe del ¨²ltimo golpe-. Los diversos golpes militares, lejos de llevar a un reforzamiento del poder civil, han tenido un efecto contrario. Desde la salida del Gobierno de Ponce Enrile a finales de 1986, el verdadero poder est¨¢ en manos del general Ramos.
A ello ha ayudado la pol¨ªtica de EE UU, Temeroso de que Aquino pudiese inclinarse hacia el ala progresista entre sus partidarios, Washington ha puesto su m¨¢xima confianza en el general Ramos. El apoyo de EE UU a la democracia filipina es decisivo para ¨¦sta. Pero a la vez es un apoyo que entra?a servidumbres penosas. Por otro lado, Filipinas ha sido el pa¨ªs de la impunidad para las rebeliones y para los terroristas de la extrema derecha. No han sido juzgados los responsables de los intentos de golpes. No se conocen los culpables del asesinato de Benigno Aquino. Igual ocurre con el del l¨ªder Rolando Olalia. Y, en t¨¦rminos m¨¢s generales, la consecuencia m¨¢s grave de la hipoteca militar ha sido que en el Ej¨¦rcito han seguido ocupando mandos importantes los peores enemigos de la democracia, como lo ha confirmado este golpe.
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