Ser cura, enamorarse y casarse
Los sacerdotes secularizados se re¨²nen en las cercan¨ªas de Roma para analizar su situaci¨®n
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Casi todos se secularizaron por querer vivir con una mujer. Algunos cuentan con dispensa vaticana. Otros han prescindido de ella. Pero existe el denominador com¨²n de haber sido ordenados sacerdotes y haber vivido per¨ªodos de dudas y vacilaciones antes de tornar la decisi¨®n final. Todos son creyentes y se consideran hijos leg¨ªtimos del Concilio Vaticano II. Durante esta semana han puesto en com¨²n sus experiencias: el descubrimiento de la mujer, su inserci¨®n en la sociedad y en la comunidad eclesi¨¢stica. En Ariccia (Roma), a unos 15 kil¨®metros de la residencia de Castelgandolfo, donde los papas suelen pasar sus vacaciones, los curas casados han celebrado su tercer congreso internacional.
Carmen Trueba y Guillermo Lanseros se casaron civilmente hace siete a?os, pero se conocen desde hace m¨¢s de 20. "Mi proceso fue tranquilo", explica Guillermo Lanseros, licenciado en Teolog¨ªa por la universidad pontificia de Comillas y ex p¨¢rroco de Villal¨®n, en la provincia de Valladolid. ?l le expuso sus problemas al obispo y ¨¦ste le facilit¨® ir a Ly¨®n, donde entr¨® en contacto con la comunidad de sacerdotes obreros. "Luego me traslad¨¦ a Catalu?a y tras dos a?os de reflexi¨®n comenc¨¦ a estudiar Magisterio, una decisi¨®n para encaminar mi vida civil en una dificil circunstancia que m¨¢s que depresi¨®n me produc¨ªa v¨¦rtigo".
La ¨²lcera que san¨®
Carmen y Guillermo viven ahora en Santander, donde ejercen como profesores de EGB en un centro p¨²blico. El sacerdote afirma que en una primera fase vivi¨® una etapa un poco vergonzante, pero luego, en contacto con miembros del Movimiento pro Celibato Opcional (Moceop), se sobrepuso. "Mi cambio de vida fue tal que incluso llegu¨¦ a curarme de una ¨²lcera de duodeno que sufr¨ªa", a?ade. El matrimonio se conoci¨® realizando labores de catequesis. "Cuando Guillermo decidi¨® secularizarse, yo le di mi apoyo y le dije que, saliera por donde saliera, pod¨ªa contar conmigo", agrega su esposa. Guillermo Lanseros destaca el comportamiento de su obispo, Delicado Baeza, a quien le gustar¨ªa tener la oportunidad de saludar.
Obispo era tambi¨¦n ?ngel Suqu¨ªa, en Santiago de Compostela, cuando en 1976 el sacerdote Angel ?lvarez Casal solicit¨® secularizarse. "El actual cardenal de Madrid me remiti¨® al entonces vicario y ahora obispo Jos¨¦ Di¨¦guez de Reboredo, que la tramit¨® sin ning¨²n tipo de problema", explica. ?ngel ?lvarez, que ahora es responsable, junto a su esposa, Ana Mar¨ªa Serto ?lvarez, de los cursillos de cristiandad de Santiago de Compostela, es en la actualidad administrativo y teniente de alcalde independiente de Dena (Pontevedra), donde naci¨®. "Despu¨¦s de contraer matrimonio, del que tengo tres hijos, nos fuimos a vivir a Buenos Aires", afirma. A los tres a?os volvieron a su pueblo natal, donde los comentarios sobre su situaci¨®n ya hab¨ªan acabado.
Al contrario que ?ngel ?lvarez, Andr¨¦s Mu?oz de Miguel no pidi¨® dispensa. En 1979 dej¨® el ejercicio y se cas¨® en 1981. "Cuando me plante¨¦ secularizarme, so?aba por las noches con la parroquia: unas veces la ve¨ªa llena y otras veces vac¨ªa, ten¨ªa pesadillas", dice. "Las esposas hemos tenido que desmontarles a los curas su cerebralismo", explica Teresa Garc¨ªa Cort¨¦s, compa?era de Andr¨¦s Mu?oz. Ambos mantuvieron correspondencia durante 10 a?os. ?l no dejaba traslucir sus sentimientos. "Un d¨ªa le llam¨¦ telef¨®nicamente y le dije: ?tanto te cuesta decirme que me quieres?", explica su esposa. Ahora ambos trabajan en una comunidad de base de Usera, en Madrid, a la b¨²squeda de una nueva v¨ªa de ejercicio sacerdotal, manifiestan ambos. Como otros sacerdotes sin dispensa, Andr¨¦s Mu?oz se cas¨® civilmente.
Quiz¨¢ uno de los que m¨¢s tard¨® en casarse despu¨¦s de su secularizaci¨®n fue Jos¨¦ Antonio Carmona, profesor de Teolog¨ªa, ?tica y Teodicea en el seminario de C¨¢diz. "De peque?o, por las noches pensaba que llegar¨ªa a ser catedr¨¢tico de Teolog¨ªa y a menudo me quedaba llorando", afirma. Sin embargo, cuando acab¨® la licenciatura, su sue?o no se cumpli¨®, ya que fue enviado de coadjutor a una parroquia de un pueblo de C¨¢diz. "Mi secularizaci¨®n fue fruto de un choque contra la estructura no s¨®lo por el tema del celibato, sino por el de la obediencia". Trasladado al seminario, Jos¨¦ Antonio Carmona vio cumplidos parcialmente sus deseos. Pero sus dudas comenzaron. Primero se neg¨® a impartir el sacramento de la extremaunci¨®n y posteriormente decidi¨® abandonar.
"Me secularic¨¦ en 1973 y me cas¨¦ a finales de 1974 con Paquita Vallejo; ambos somos andaluces y vivimos en Badalona", dice. Los dos trabajan en una carnicer¨ªa de su propiedad y su hijo, de 11 a?os, ser¨¢ bautizado en los pr¨®ximos meses, "porque ahora tiene cierta edad y as¨ª lo quiere", a?ade Jos¨¦ Antonio Carmona.
Este profesor de Teolog¨ªa, que no ha abandonado nunca el estudio, reconoce que el matrimonio le ha beneficiado: "He pasado de entender la sexualidad como una carga de conciencia a vivirla como una plenitud; me hab¨ªa convertido en un ser tan absolutamente racional que llegu¨¦ a anular mis emociones".
"El padre del bid¨®n"
Muy distinta fue la v¨ªa secularizadora de Julio P¨¦rez Pinillos, conocido en la f¨¢brica madrile?a en la que a¨²n trabaja como "el padre del bid¨®n", porque siempre se sub¨ªa a uno para dirigirse a los trabajadores en las asambleas. P¨¦rez Pinillos est¨¢ casado con Emilia Robles y viven en el barrio de Vallecas. no pidi¨® la secularizaci¨®n porque considera que la Iglesia sobrevalora el celibato por encima del matrimonio. Hasta 1975, fue consiliario de la Juventud Obrera Cat¨®lica de la zona Centro. Proven¨ªa de un ambiente rural -Espinosa de Cerrato (Palencia)- y, tal y como ¨¦l mismo relata, se integr¨® en la realidad obrera, de donde arranc¨® su secularizaci¨®n. "Pas¨¦ por Madrid, donde deb¨ªa quedarme un tiempo antes de partir hacia ?frica como misionero, pero en Madrid me qued¨¦", explica. Ordenado en 1964, P¨¦rez Pinillos inici¨® su actividad laboral como repartidor de productos de farmacia, luego ingres¨® en la empresa en la que a¨²n trabaja, donde tuvo que ocultar que era cura. En las asambleas y en su actividads sindical clandestina, conoci¨® a su esposa: "Mis compa?eros de trabajo y los sacerdotes de mi comunidad fueron quienes primero se dieron cuenta de que nos hab¨ªamos enamorado", recuerda. Despu¨¦s de pasar unos meses en la c¨¢rcel de Carabanchel -debido al contenido de un bolet¨ªn de la JOC-, se plante¨® el matrimonio, que se celebr¨® en 1977, en una ceremonia religiosa no presidida por ning¨²n cura.
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