Sv¨¢stica
Rueda con pies, esquema del sol, estrategia de la ara?a, de una violenta ara?a no borgiana, tachadura de un siglo, esparadrapo negro de millones de voces, la sv¨¢stica ha vuelto a aparecer en nuestras calles, ha rebrotado nocturnamente en la pintada de cada ma?ana, a la muerte de Rudolf Hess.Legendaria mordaza, crispada cruz, amenaza gamada, la sv¨¢stica es anterior a s¨ª misma, como el fascismo (palabra menos local que nazismo) es anterior a los fascismos hist¨®ricos. Es anterior a la cultura y casi gen¨¦tico en el hombre. Es el ¨²nico y cierto pecado original. Por eso toda la historia de la cultura, la libertad y la flor, no es sino la lucha contra nosotros mismos, contra el nazi interior cuyo ¨²nico di¨¢logo con el mundo es la violencia. Mientras no asumamos el fascismo innato que pone latido de selva y prehistoria en nuestra juventud, que pone latido de juventud en nuestra madurez, mientras no le hagamos soluble en nuestra raz¨®n o en la m¨²sica del viol¨ªn que tocamos (todos tocamos alg¨²n viol¨ªn), reducido a mero excipiente que se elimina por la orina o por el intestino, mientras no, etc¨¦tera. Mientras no todo eso, nunca estaremos seguros contra nosotros mismos, seguiremos creyendo que la sv¨¢stica es el tatuaje trivial de unos adolescentes que quieren salir en los peri¨®dicos. Alguien ha dicho ahora que Heidegger era un charlat¨¢n. No. Era el que apelaba al manadero irracional de la sangre, a la llamada de la selva, a nuestra ignorancia originaria, que llamaba misterio para poner el misterio a su servicio, como las religiones y las editoriales, como los Estados y los curanderos.
Furiosa flor, redondel de pies, violencia de ¨¢ngulos, una violencia sv¨¢stica y visual. El larvado fascismo de la democracia griega mata a S¨®crates.
El abultado fascismo del Imperio Romano mata a Cristo. Cuidado con esa rosa de tri¨¢ngulos cerrados, que es anterior a todas las tapias y ruinas milenarias en que pudiera escribirse. Desde el Ner¨®n de Dumas al Ner¨®n de Antonio Gala, Roma se resume en Ner¨®n. Mussolini s¨®lo es la militarizaci¨®n esc¨¦nica (con suelas de cart¨®n) del neronismo/neronianismo del hombre que crea imperios por el placer de destruirlos con un arpa de fuego, hoy arpa nuclear que toca Reagan a los pies de Nancy, cuerdas como misiles, muerte, muerte.
En China aparecen restos de una civilizaci¨®n avanzada y delicada, desconocida hasta el momento. ?Qu¨¦ fascismo invasivo y ¨¢grafo enterr¨® esa cultura? Nuestra tierra est¨¢ llena de protoporcelanas indecibles, restos y rastros, a?icos de tantas culturas que, seg¨²n la dial¨¦ctica cruenta e ilegible de la Historia, s¨®lo pudieron quebrarse por el golpe de un prefascismo de zamarra y poder¨ªo. Nuestro planeta tiene otras muchas historias paralelas, enterradas, posibles, quiz¨¢ m¨¢s sensitivas y perfumadas que esta Historia de sangre que hemos hecho propia. La Tierra no es m¨¢s que el cementerio de todas las culturas que hubieran podido ento?ar en la Tierra. Sectas de cabeza amarilla y un orientalismo urgente, fascismos de tal¨®n desnudo (variante pac¨ªfica, llena de violencia interior), plural asalto a la raz¨®n. Omnipresencia del hombre p¨¢lido, del fascista que somos/ignoramos, sobre las pen¨²ltimas civilizaciones brasile?as, como la naci¨®n Xingu, palos y flechas, tatuaje cadav¨¦rico. Fascismo es el principio autodestructivo del planeta, intoxicaci¨®n de los mares y de los colores. Sv¨¢stica, pintada que envileci¨® la primera madrugada de esta especie madrugadora.
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