Todo el cerebro es memoria
El lugar de la experiencia y su conversi¨®n en arte sigue siendo un misterio
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"Se desconocen todav¨ªa las bases fisiol¨®gicas de la memoria", dice el fil¨®sofo Salvador P¨¢niker. "Todo el cerebro es memoria". "Para repetir lo que he dicho hace un momento", sigue P¨¢niker, "tengo que reconstruir las grietas entre conciencia y mundo. La reconstrucci¨®n nunca es perfecta". Es esa reconstrucci¨®n incierta lo que pretende el arte: levantar un puente emocionante y revelador entre la realidad y lo que el hombre percibe. Aqu¨ª se trata de buscar el lugar donde se produce la experiencia, ese lago del cerebro donde se lee el sentido del mundo.
El cineasta V¨ªctor Erice, art¨ªfice de dos filmes irrepetibles, El esp¨ªritu de la colmena y El Sur, se sirve del cine como del medio m¨¢s id¨®neo para referir en clave su propia impresi¨®n del mundo. Una de las secuencias m¨¢s elocuentes de El Sur es aquella en la que la protagonista sale del jard¨ªn de su casa en bicicleta siendo una ni?a y regresa, cuando apenas han transcurrido unos segundos de proyecci¨®n, convertida en adolescente. Se trata de uno de los procedimientos m¨¢s caros al cine, que definen su naturaleza: la elipsis. El artista ha relatado el paso del tiempo sin recurrir a la palabra. Acaso en esa sucesi¨®n de planos que prenden la mirada del espectador el artista haya logrado atrapar el lugar de la experiencia: eso que, seg¨²n el fil¨®sofo cl¨¢sico Ren¨¦ Descartes, se produce en un espacio indeterminado donde lo extenso (los ¨®rganos sensoriales y el cerebro: el cuerpo) y lo inextenso (la mente, la conciencia y la voluntad: el alma) tal vez se encuentren.Ser tiempo
Siguiendo a Descartes, Juan Bautista Fuentes, profesor de Psicolog¨ªa en la universidad Complutense de Madrid, recuerda que el autor de El discurso del m¨¦todo afirmaba: "Yo soy tiempo porque recuerdo haber tenido pensamientos anteriores". Ese tiempo es una convenci¨®n, acaso un acuerdo para no enloquecer en la desmemoria. Percibimos la realidad a trav¨¦s de los sentidos, y desciframos esa realidad mediante los re cursos que nos proporciona la memoria. "Lo ¨²ltimo que se sabe del cerebro es que toda la memoria lo ocupa, que todo ¨¦l es memoria. Pero la memoria reconstruye desde ahora, y seg¨²n el ahora, los datos almacenados", precisa el fil¨®sofo Salvador P¨¢niker. Para P¨¢niker, el pasado no existe, "es la memoria la que hace su versi¨®n actual de los recuerdos".
"Se desconocen todav¨ªa las bases fisiol¨®gicas de la memoria", asegura P¨¢niker, "pero no es una cinta magnetof¨®nica. Funciona como un holograma. En cada parte del mismo est¨¢ la totalidad de las cosas. William Blake dec¨ªa que el universo est¨¢ en un grano de arena. El tiempo no se recupera, se reinventa. La memoria vive en clave de presente. El presente es una franja incons¨²til de eternidad. Para repetir lo que he dicho hace un momento tengo que reconstruir las grietas entre conciencia y mundo. La reconstrucci¨®n nunca puede ser perfecta".
Esa reconstrucci¨®n imposible es lo que pretende el arte: trazar un viaducto revelador y fascinante entre la realidad y lo que el hombre percibe. Es lo que James Joyce intent¨® en su novela Ulises, lo que quiz¨¢ roz¨® en su Finnegans Wake. Lo que pretendieron los superrealistas: reconstruir el funcionamiento real del pensamiento.
"La memoria te facilita la metodolog¨ªa para poder vivir y reconstruir", sigue P¨¢niker. "Es un recurso: para la obra de arte y para vivir. La memoria siempre es ficci¨®n. Es imposible reconstruir de forma fidedigna. La f¨ªsica cu¨¢ntica dice que la realidad en s¨ª misma se nos es capa. Fuera del cerebro no hay ni olores, ni colores, ni sabores, ni sonidos. Todo se nos presenta como alucinatorio. Lo que hace el propio cerebro es reinventar el tiempo. La realidad es un consenso generalizado. Lo que los sentidos perciben tambi¨¦n son convenciones".
Pero la experiencia, volviendo a Descartes de la mano de Fuentes, la ¨ªntima percepci¨®n que cada uno tiene de lo que sucede, ser¨ªa as¨ª algo m¨¢s real que la realidad de las cosas mismas, puesto que la realidad es ¨²nicamente lo que cada uno percibe a trav¨¦s de los sentidos. "Si abro un cerebro", precisa Fuentes siguiendo al autor de Las pasiones del alma, "veo algo espacial, no veo la experiencia, no veo la memoria, no veo el tiempo, no veo lo que se siente, no veo lo que se ve. Puedo ver su cerebro, pero no puedo ver el acto de ver. ?Qui¨¦n puede experienciar la experiencia de otro?".
Ese conocimiento sensorial puede servir a los estudiosos del cerebro humano, pero es la herramienta primordial de trabajo del artista. "La experiencia sensorial", sigue Fuentes inspir¨¢ndose en Descartes, "es el nexo mismo entre el alma y el cuerpo". El conocimiento racional es uno de los instrumentos fundacionales de la ciencia, mientras que el conocimiento sensorial -¨¦se que penetra en la ranura entre el cuerpo y el alma donde salta el chispazo de la experiencia- es un veh¨ªculo precioso para el arte. Tal vez es precisamente el arte, por su naturaleza predominantemente irracional, el procedimiento que mejor reconstruye el mecanismo del conocimiento sensorial, el punto de encuentro entre el alma Y el cuerpo.
Oficio de traductor
El escritor italiano Antonio Tabucchi cree que "la primera operaci¨®n despu¨¦s de la experiencia es convertir esa experiencia en mentira. La realidad que una persona vive no tiene nada que ver con la representaci¨®n de la realidad que se da en una p¨¢gina. La literatura es una especie de traducci¨®n de un lenguaje a otro. Es una traducci¨®n del plano de la experiencia al plano de la simbolog¨ªa, del plano de la realidad al plano de la literatura".
Gloria Gilbert, uno de los personajes claves de la novela Hermosos y malditos, de Francis Scott Fitzgerald, tiene tal vez el colof¨®n ideal en sus labios desenga?ados: "La vida no ense?a ninguna lecci¨®n".
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