Baudrillard: "El Papa es un gran travestido, un mutante de signos"
El pensador franc¨¦s se reconoce como un 'cruel optimista'
El soci¨®logo y pensador franc¨¦s Jean Baudrillard asume con tranquilidad la paradoja del intelectual que da la cara a las grandes audiencias como ameno divulgador de su pensamiento sobre los m¨¢s desalentadores temas de nuestro tiempo. Acepta ser calificado de cruel optimista y se siente fascinado por las mutaciones, el travestismo del hombre actual. "El travestido juega con la mutaci¨®n de los signos. El propio Juan Pablo II es un gran travestido en ese sentido", afirma.
Jean Baudrillard utiliza en su discurso frases atractivas, ideas que dejan sentir su fulgor y sugieren una perspectiva inesperada, provocativa, sobre un panorama verdaderamente desalentador."El p¨²blico es un escenario", dice, "y la representaci¨®n es una escena, luego se trata siempre de una representaci¨®n. Cuando se habla de problemas que est¨¢n m¨¢s all¨¢ o m¨¢s ac¨¢ de la representaci¨®n se puede dar una paradoja, pero qu¨¦ se le va a hacer. Uno se enfrenta al p¨²blico o a los medios aunque sea para hablar de lo obsceno o de cualquier cosa. Pero es la paradoja de todo discurso".
"Todo discurso est¨¢ siempre descentrado con respecto a su objeto", a?ade. "Hay siempre un juego entre el objeto y el discurso. Se puede reprochar que sea un juego superficial, pero el juego forma parte de las reglas del juego. Se debe poder jugar a la vez entre lo tr¨¢gico y lo mediatizado del discurso. La cr¨ªtica no ve esto y se agarra al objeto y dice su discurso no est¨¢ a la altura del objeto. Hay un objeto dram¨¢tico y hay un discurso que est¨¢ m¨¢s all¨¢ del discurso y que es siempre ambiguo", afirma.
Los padecimientos
Baudrillard ofreci¨® el martes en Madrid una conferencia titulada El exorcismo del cuerpo, dentro del ciclo El cuerpo: escenario de la libertad. En ella plante¨® los exorcismos del cuerpo como consecuencia de los avances de nuestra sociedad. No obstante, estos padecimientos del cuerpo humano y social como son el terrorismo, el SIDA, el c¨¢ncer y esa mutaci¨®n que es la desdefinici¨®n de los papeles sexuales, se presenta igualmente en pa¨ªses m¨¢s atrasados, en sociedades y culturas alejadas de los avances de la sociedad occidental."La pregunta de si es necesario un an¨¢lisis diferente para los pa¨ªses menos desarrollados surge a menudo", dice Baudrillard. "Cuando el cuerpo tiene hambre no est¨¢ sufriendo un exorcismo de esa manera. Cuando el cuerpo tiene hambre, eso se hace evidente. Nosotros tenemos el privilegio de pertenecer a una sociedad desde el punto de vista del bien material, de la producci¨®n, pero el contraprivilegio es el de no tener ya un cuerpo. El cuerpo es exorcizado de manera que se relativiza. El an¨¢lisis no es el mismo, pero creo que potencialmente todos los pa¨ªses han alcanzado el mismo dinamismo; aunque los otros carezcan de producci¨®n, de bienes materiales, hoy ellos tienen los mismos sue?os, los mismos fantasmas, se vive sobre el mismo modelo simb¨®lico. Est¨¢n en estado de carencia, evidentemente, pero han accedido al mismo modelo".
"Virtualmente, el an¨¢lisis puede utilizarse para una evaluaci¨®n global", a?ade Baudrillard, "pero teniendo en cuenta una suerte de diferencia horaria entre ambas, por usar una imagen literaria. Sin embargo, creo que el an¨¢lisis es v¨¢lido para ambos tipos de sociedad. La que yo propongo es una situaci¨®n modelo; para esta tesis no se puede decir que los pa¨ªses menos desarrollados ofrezcan una alternativa diferente, desafortunadamente. No me refiero con esto. a las sociedades primitivas sino a las subdesarolladas. Las sociedades primitivas han superado otro m¨¦todo de exorcismo con sacrificios y rituales, el exorcismo simb¨®lico, verdadero, mientras el nuestro viene de la p¨¦rdida de este orden simb¨®lico".
La indiferenciaci¨®n
El autor de La izquierda divina, Cultura y simulacro y, recientemente, Am¨¦rica, analiza en este ¨²ltimo libro la sociedad norteamericana y sus modelos e ideales. Para ¨¦l, la enfermedad que ha contagiado el sue?o americano a los pa¨ªses menos desarrollados es la de la uniformidad, la indiferenciaci¨®n."La enfermedad que ha propagado Norteam¨¦rica es esa especie de indiferenciaci¨®n, esa forma de igualdad, no en el sentido pol¨ªtico del t¨¦rmino sino como p¨¦rdida de la diferencia. Los norteamericanos construyen con esta indiferencia una nueva cultura de la transparencia. Nosotros no llegamos muy bien a integrarnos en esta din¨¢mica; la diferencia sigue siendo en Europa un objeto perdido, melanc¨®lico. El americano por el contrario, juega con esa ausencia de diferencia".
"Es el principio de la liberaci¨®n como ideal democr¨¢tico y pol¨ªtico, pero, en realidad, cuando se libera todo, los objetos, los signos, los esp¨ªritus y el sexo, la liberaci¨®n se erosiona de alguna forma. Esa es la verdadera liberaci¨®n, y cuando las cosas alcanzan ese grado de liberaci¨®n todo es posible. Hay una indeterminaci¨®n total, como en la moda".
"Sobre ese fondo de indiferencia hay un nuevo culto a la diferencia", a?ade Baudrillard. "Cada uno tiene oportunidad de una peque?a diferencia, el m¨¢s peque?o denominador com¨²n. Pero esto es s¨®lo consecuencia de la indiferenciaci¨®n".
Los antiguos exorcismos del cuerpo que propone la religi¨®n cat¨®lica se oponen, seg¨²n Baudrillard, a los conjuros de la met¨¢stasis en la sociedad actual. "En la religi¨®n cat¨®lica hay tambi¨¦n un exorcismo del cuerpo, pero m¨¢s institucionalizado", dice. "La culpa es el pecado original, la sexualidad tal vez, el cuerpo es en s¨ª culpable. Hay tambi¨¦n una especie de exorcismo que se da a trav¨¦s de la trascendencia, en otra vida, en otro mundo. Mientras que all¨ª el exorcismo est¨¢ secularizado y se refiere al universo mundano, es la explosi¨®n del cuerpo la que lo dispersa. Se remite a una trascendencia y, por el contrario, ha explotado en su inmanencia. Si fallara, no s¨¦ qu¨¦ suceder¨ªa. El exorcismo cristiano ha funcionado".
"Mucha gente prefiere hoy reencontrar los viejos exorcismos contra los nuevos" seg¨²n Baudrillard. "No se puede criticar esto, es una estrategia variable, de elecci¨®n. Juan Pablo II es para m¨ª un gran travestido; no es como los anteriores papas, que no sal¨ªan del Vaticano. Este Papa viaja, va a Hollywood, se ve con Charlton Heston y Sirley MacLaine, es un Papa de Disneylandia, es maravilloso. Ya no es la cultura cristiana original, es una tercera o cuarta versi¨®n subtitulada del cristianismo, como en el cine. El travestido juega con la mutaci¨®n de los signos. Encuentro la figura del Papa muy interesante como figura de travestido, de mutante, en ese sentido".
Babelia
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