Instalados, emergentes y sumergidos
Se inicia el nuevo curso bajo el signo de la concertaci¨®n y bajo la sombra de una pol¨ªtica econ¨®mica boyerista, que el ex ministro dicta cada verano mediante sus ya habituales homil¨ªas pronunciadas en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo. El se?or Boyer ha advertido que el proceso de racionalizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola no ha perjudicado realmente a los trabajadores, sino a los parados. ?Constataci¨®n cient¨ªfica o aviso a los currantes? A pesar de que al se?or Boyer se le conocen algunos errores de c¨¢lculo importantes (fue el responsable de que su partido pretendiera crear 800.000 puestos de trabajo y en cambio creara 800.000 puestos de parados), hay que suponerle el saber econ¨®mico suficiente para concluir que esas v¨ªctimas de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno estaban previstas. En los pa¨ªses de capitalismo avanzado y en aquellos en los que el capitalismo quiere avanzar, que no es lo mismo, se cuentan los muertos que va a causar una determinada pol¨ªtica, como los estrategas militares calculan el m¨ªnimo de muertos tolerables, asumibles a la hora de programar cualquier campa?a.En los pa¨ªses de capitalismo avanzado se est¨¢ afrontando la nueva revoluci¨®n tecnol¨®gica calculando sus costes sociales y las derivaciones pol¨ªticas que pueden tener. As¨ª, por ejemplo, Margaret Thatcher sabe que sus medidas econ¨®micas acent¨²an la divisi¨®n social y econ¨®mica de los brit¨¢nicos entre emergentes y sumergidos. Una vez hecho el c¨¢lculo de cu¨¢ntos ahogados va a causar una pol¨ªtica econ¨®mica, hay que asumir qu¨¦ repercusiones va a tener en las opciones electorales de la clientela. En los pa¨ªses realmente avanzados todav¨ªa la quiebra del Estado asistencial es relativa, y hay un excedente de riqueza aplicable a dotar de salvavidas a los sumergidos. De esos sumergidos con salvavidas salen muchos votos para la se?ora Thatcher, y los sumergidos definitivamente ahogados y electoralmente reticentes son todav¨ªa hoy una importante pero insuficiente minor¨ªa que no pone en peligro la mayor¨ªa absoluta social que agradece a Dios y a Margaret Thatcher el mantenerse por encima de la l¨ªnea de flotabilidad.
La filosof¨ªa neoliberal est¨¢ conduciendo la transformaci¨®n del sistema productivo con un absoluto pragmatismo, seg¨²n los observadores ben¨¦volos, y con un absoluto cinismo, seg¨²n los mal¨¦volos. Esa transformaci¨®n se dirige a s¨ª misma, desde una l¨®gica que prescinde del sufrimiento social creado o que s¨®lo lo tiene en cuenta en relaci¨®n a las repercusiones electorales. Los cient¨ªficos sociales calculan el l¨ªmite m¨¢ximo donde se encuentran la capacidad asistencial del Estado para la miseria que ¨¦l mismo crea y la capacidad de autocontenci¨®n de los miserables antes de pasar a la rebeld¨ªa y la insurgencia. Comprendo que palabras como miserables, rebeld¨ªa e insurgencia arrastran significaci¨®n desde el siglo XIX, y que es dif¨ªcil matizar la significaci¨®n de la miseria, la rebeld¨ªa y la insurgencia al borde del siglo XXI. Pero es evidente que algo parecido a la antigua miseria existe y que es previsible igualmente algo parecido a la vieja rebeld¨ªa, a la antigua insurgencia.
Hasta ahora, el miedo ha guardado la vi?a de la reconversi¨®n tecnol¨®gica y los reajustes internos del sistema, en el marco de la divisi¨®n internacional del trabajo. Mediante el pragmatismo o el cinismo, la filosof¨ªa neoliberal ha remodelado la divisi¨®n de las clases sociales creando tres categor¨ªas interrelacionadas: instalados, sumergidos y emergentes, estableciendo un c¨¢lculo cuantitativo y cualitativo de cu¨¢ntos instalados y emergentes son necesarios para que los sumergidos no se conviertan en un incordio. Presumo que hay una maldad hist¨®ricamente adquirida por el liberalismo, en sus or¨ªgenes emancipador, de la que le han dotado sus mejores beneficiarios: los instalados y emergentes que en el mundo han sido y son. Pero igualmente presumo que el socialismo naci¨® precisamente, en todas sus diferentes gen¨¦ticas, para responder al desorden capitalista y liberal con una alternativa de orden, en la que se conjugaban distintos est¨ªmulos dictados por la ¨¦tica, la est¨¦tica y la necesidad real de los oprimidos, todos ellos en busca de una ciencia de la transformaci¨®n de las relaciones sociales.
Todos los socialismos que coexisten en el marco de convivencia democr¨¢tico participan de un cierto grado de posibilismo en relaci¨®n con los ritmos de transformaci¨®n de esas relaciones. Pero creo que hay una condici¨®n legitimadora de cualquier socialismo, sin la cual el socialismo deja de serlo y se convierte en una nomenclatura usurpada. Y esa condici¨®n es que el posibilismo apunte a un proyecto social emancipador e igualitario, dentro de lo que quepa. Desde la filosof¨ªa del socialismo m¨¢s gestante y posibilista se pueden hacer much¨ªsimas concesiones a unas reglas del juego creadas, en definitiva, por el capitalismo, pero nunca se puede perder de vista ese proyecto social ni entregarlo a la dial¨¦ctica entre el azar y la necesidad, una dialectica en la que la necesidad la pone el poder econ¨®mico de siempre, y el azar, la capacidad de paciencia hist¨®rica de los sumergidos. En los pa¨ªses de capitalismo avanzados e hiperliberales, con todas las reglas de la pluralidad escritas en el libro donde todo est¨¢ escrito, se puede establecer una uniformidad de conciencia social determinante, facilitando un pacto impl¨ªcito y expl¨ªcito entre instalados y emergentes para que los sumergidos s¨®lo lleguen a la conciencia social como protagonistas de la cr¨®nica negra o festiva. El sumergido no tiene quien le escriba, ni quien le haga la fotograf¨ªa, salvo si se convierte en un punk cojo destrozafarolas o en un yonqui que asalta de noche a pac¨ªficos matrimonios emergentes o instalados. El Estado, el poder, ha calculado el n¨²mero de sumergidos tolerables, y al mismo tiempo su desidentificaci¨®n, su existencia sin rostro y disgregada.
Cuando un dirigente socialista hace recuento de las v¨ªctimas que ha causado su pol¨ªtica y ni siquiera pide disculpas por ello, sino que las constata incluso como advertencia dirigida a los que en el futuro pueden dejar de ser trabajadores y ser parados, quiere decir que se ha instalado en una l¨®gica tecnol¨®gica desprovista de proyecto social. No por mala intenci¨®n, sino porque se lo pide el cerebro, es decir, porque ya es un neoliberal con todas las consecuencias, que simplemente trata deconservar en los bolsillos de un viejo pantal¨®n corto migajas endurecidas del pasado patrimonio socialista. De este pasado le llega un aval est¨¦tico, y de la ciencia que sabe y manipula, un aval ¨¦tico, pero ha perdido los ojos que serv¨ªan para detectar el desorden. Es responsabilidad de los que somos emergentes e instalados no barrer bajo las alfombras a los sumergidos una vez sumados, censados y clasificados epistemol¨®gicamente, sino convertirlos en urgencia prioritaria de un proyecto social emancipador. Para ello hay que saber tanta econom¨ªa como el se?or Boyer, pero tambi¨¦n c¨®mo meter en cintura la l¨®gica culpable de una revoluci¨®n tecnol¨®gica de derechas, porque lleva la iniciativa la derecha econ¨®mica internacional. Y eso no se vio ni se oy¨® en la homil¨ªa veraniega de la universidad veraniega ni se est¨¢ oyendo en este comienzo de curso tan concertado.
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