Apariencias del presupuesto
LOS PRESUPUESTOS Generales del Estado son el principal instrumento de la pol¨ªtica econ¨®mica de cualquier pa¨ªs. Por esa raz¨®n, su debate parlamentario constituye la principal discusi¨®n anual sobre lo que se llama el estado de la naci¨®n. La primera parte de esta aseveraci¨®n es correcta en el caso de Espa?a, pero la segunda, por el contrario, no deja de ser un grosero contraste con lo que supone la pr¨¢ctica habitual en los pa¨ªses de nuestro entorno. Al contrario de lo que ocurre en la Europa comunitaria, en nuestro pa¨ªs se sabe m¨¢s de las intenciones gubernamentales en materia de pol¨ªtica econ¨®mica en el momento de la presentaci¨®n de los presupuestos que durante el trimestre que dura su tramitaci¨®n tanto en el Congreso como en el Senado.En los presupuestos de este a?o, el Gobierno ha previsto que entre el Estado, sus organismos aut¨®nomos y la Seguridad Social, los gastos totales se sit¨²en en 14,16 billones de pesetas para el a?o pr¨®ximo, un 11,3% m¨¢s que los autorizados por las Cortes para el presente a?o. Se trata de casi cuatro puntos m¨¢s de lo que, seg¨²n sus previsiones, crecer¨¢ la riqueza generada (suma de una inflaci¨®n media del 4% y un aumento real del Producto Interior Bruto del 3,8%).
El problema de los Presupuestos es que apariencia y realidad difieren cada vez m¨¢s. Una cosa es lo que el Gobierno propone o las Cortes aprueban y otra lo que finalmente ocurre. Por el lado de los ingresos, Hacienda acepta que van a crecer durante el presente a?o unos 560.000 millones de pesetas m¨¢s de lo que se presupuest¨® hace ahora casi un a?o; por el lado de los gastos tampoco el Estado va a alcanzar los objetivos previstos, sino que los superar¨¢ ampliamente. Si el d¨¦ficit de caja del Estado deb¨ªa terminar este a?o siendo equivalente al 4% del PIB y va a hacerlo al 3,8%, seg¨²n las ¨²ltimas previsiones, la reducci¨®n se deber¨¢ tanto a mayores ingresos fiscales como a la revisi¨®n al alza del crecimiento econ¨®mico.
Ser¨¢ interesante observar, en el curso de este a?o pr¨®ximo, c¨®mo el Gobierno cuadra el c¨ªrculo y logra mejorar los servicios sociales al tiempo que reduce el impuesto sobre la renta en un 5% para 1987 y al menos en un porcentaje parecido para el pr¨®ximo a?o, que es cuando entrar¨¢ en vigor la rebaja de las retenciones as¨ª como una tarifa simplificada y reajustada. El ministro de Econom¨ªa ha dicho que estas circunstancias beneficiar¨¢n a todos los contribuyentes en 1987 y a un 86% o un 87% en 1988. Sin embargo, habr¨¢ que esperar y echar cuentas, pues muchos contribuyentes que en 1985 se ilusionaron con los anuncios de esta pol¨ªtica de reducir la presi¨®n fiscal individual", mientras se producen fuertes aumentos de la recaudaci¨®n total, han tenido ya motivo para desilusionarse.
Tal como est¨¢n las finanzas p¨²blicas y los servicios sociales, es de temer que lo que eventualmente pueda perder el Estado por una mano tienda a recuperarlo por la otra. Y lamentablemente esa ser¨¢ la de los impuestos indirectos, como los alcoholes, el tabaco, algunos IVAS y quiz¨¢ las gasolinas. Por ello, no se termina de entender que el Ejecutivo haya dado marcha atr¨¢s en su proyecto de subir el IVA, a los abogados desde el 0% al 6% (a¨²n a riesgo de ser conminado formalmente por la Comunidad Europea) y, al contrario, haya reafirmado sus prop¨®sitos de reducir las deducciones fiscales para la inversi¨®n productiva o para la suscripci¨®n de acciones, probablemente m¨¢s justificadas desde el punto de vista socio-econ¨®mico que la persistencia -aunque sea a menores tipos- de las deducciones para la segunda vivienda. El Gobierno ha incurrido en una contradicci¨®n al afirmar que ni la inversi¨®n ni el consumo requieren de est¨ªmulos adicionales en estos momentos; su propio cuadro macroecon¨®mico se basa en que la pujanza de ambos ceder¨¢ el pr¨®ximo a?o, aparte de que Solchaga asegur¨® que las rebajas del IRPF inyectar¨¢n 0,7 puntos de renta disponible para el consumo. Por mucho que las rebajas del IRPF atenuen las reivindicaciones salariales en el sector privado, la creaci¨®n de empleo y la competividad a largo plazo exigen que persista la renovaci¨®n del aparato productivo. Eso significa m¨¢s importaciones, que tambi¨¦n aumentan por la demanda de consumo, por lo que quiz¨¢ sea algo voluntarista el esperar que el sector exterior vaya a tener un papel menos detractivo que en el presente a?o.
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