Reus tiene sed
Renfe transporta agua a la ciudad, sin suministro durante 13 horas al d¨ªa
M¨¢s de un reusense puso, hace unos d¨ªas, una vela a la Virgen de la Misericordia. Se celebraba entonces la festividad de su patrona. El desesperado deseo de que cayera agua hizo concebir, en la mente de muchos fieles, la esperanza de que se produjera el milagro, como en otros a?os, cuando los fieles salieron en procesi¨®n con su Virgen y llovi¨®. La meteorolog¨ªa niega ahora el agua a la ciudad de Reus, cuyos 80.000 habitantes se encuentran sometidos a restricciones. Se han agotado ya los 400.000 metros c¨²bicos recibidos del pantano de Siurana y han comenzado a llegar otros 2.500 a trav¨¦s de Renfe.
Los m¨¢s de 80.000 habitantes de Reus viven, desde hace lustros, con la imperiosa angustia de saber que si no llueve sus grifos se secan. Las reservas de sus pantanos se agotan y empieza la cuenta atr¨¢s. Las tierras agrietadas de los embalses hablan, entonces, de forma desgarrada, el lenguaje de la sequ¨ªa.El problema suele repetirse cada 15 a?os, cuando el ciclo de la escasez azota a una comarca rica, el Baix Camp, con un nivel de vida alto y una actividad conercial y agr¨ªcola envidiable. En 1981, s¨®lo manaba agua de los grifos durante tres horas. Ahora, tras el aumento de las restricciones, lo hace durante 11 horas: entre las siete de la ma?ana y las seis de la tarde. Una restricci¨®n que durar¨¢, si antes no se remedia, 15 d¨ªas. Entonces no quedar¨¢ agua que restringir.
La situaci¨®n que padece Reus es extensible a otros municipios de la provincia de Tarragona. La desordenada instalaci¨®n de un gigantesco complejo industrial y la afluencia masiva de emigrantes provoc¨® la sobreexplotaci¨®n de los pozos que nutr¨ªan entonces a los ciudadanos de Tarragona, Vila-seca y Salou y sus poblaciones vecinas. El agua dulce se agot¨® y la salobre, que es la que abastece actualmente a media provincia, se filtr¨®. Reus vive id¨¦ntico problema aunque, en cierta forma, es un oasis ubicado en una zona des¨¦rtica que se muere de sed: sus ciudadanos se han negado siempre a recurrir al agua de mar y han apostado por tener agua buena, aunque fuera poca.
Dep¨®sitos
La gente de Reus est¨¢ curada de espantos. Nadie se qued¨® con los brazos cruzados cuando, a principios de esta d¨¦cada, comprendieron que el precio del agua potable era muy alto: sufrir cortes del suministro durante horas. La soluci¨®n fue muy simple: instalar dep¨®sitos en los edificios, costeados por las comunidades de propietarios, para paliar los efectos de las restricciones. Francesc Secall, concejal de Aguas, admite que entre un 70 y un 80% de los reusenses cuentan con recept¨¢culos dom¨¦sticos que se han convertido "en armaduras que utilizan para que los cortes no les perjudiquen. Nosotros no podemos controlarlos para pedirles que no recurran a sus reservas cuando empiezan las restricciones".Mientras, un 25% de la poblaci¨®n -20.000 personas-, la m¨¢s desfavorecida, soporta especialmente la falta de agua. "Amontonamos agua para poder lavar, como m¨ªnimo, los platos de la cena o para poder ir al lavabo", cuenta una carnicera del mercado municipal.
Los rostros de estas gentes demuestran cansancio, porque llevan a?os amoldando su horario a un suministro que les impide lavarse por la noche o abrir el grifo para beber un vaso de agua.
Mientras, en los caf¨¦s, restaurantes y comercios los dep¨®sitos est¨¢n a la orden del d¨ªa. Es com¨²n ver a trabajadores, vestidos con monos, transportando pesados bidones que garantizan el suministro de agua dulce. Sin embargo, las reservas dom¨¦sticas no servir¨¢n de nada si no llueve en dos semanas.
El Ayuntamiento, entre tanto, ha conseguido que Renfe traslade agua a la red de distribuci¨®n y negocia con la Empresa Nacional del Petr¨®leo que sus barcos proporcionen abastecimiento realizando viajes desde Murcia, Marsella o Algeciras. La soluci¨®n se atisba lejana y muchos miran con recelo y cierta incredulidad el milagro del mini-trasvase del Ebro.
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