El juicio contra 90 integristas tunecinos concluye con siete condenas a muerte
FERNANDO ORGAMBIDES, El proceso contra los 90 integristas tunecinos del Movimiento de la Tendencia Isl¨¢mica (MTI) acusados de sedici¨®n y terrorismo -37 de ellos en estado de fuga- concluy¨® en la madrugada de ayer con el anuncio de siete condenas de muerte, cinco de ellas en rebeld¨ªa. Los dos condenados a muerte presentes en la sala son personas con delitos de violencia probados. Uno es el fabricante de las bombas que hicieron explosi¨®n en los hoteles de Susa y Monastir el pasado 2 de agosto, y el otro es el autor de una agresi¨®n con ¨¢cido sulf¨²rico. Rachid Ganuchi, emir del MTI, es uno de los dos condenados a trabajos forzados a perpetuidad.
Las sentencias, que incluyen para la mayor¨ªa de los procesados penas que oscilan entre los 20 y los dos a?os de prisi¨®n y que absuelve a 14 personas, son "relativamente clementes", a juicio de los observadores, en comparaci¨®n con la petici¨®n del fiscal -penas de muerte para todos- y de la exagerada campa?a de Prensa del Gobierno que le ha precedido. El Gobierno ha sido, hasta el ¨²ltimo momento, inflexible al presentar ante la opini¨®n p¨²blica al MTI como una banda terrorista que act¨²a al dictado de Ir¨¢n. La vida de los dos condenados a muerte actualmente en prisi¨®n depende de la decisi¨®n personal del presidente Habib Burgaiba, que tiene poder para conniutar estas penas.Uno de los aspectos m¨¢s destacados y comentados de la sentencia ha sido la condena a perpetuidad de Rachid Ganuchi, que escapa as¨ª de la pena capital. La presi¨®n internacional, las supuestas divisiones en el seno del propio tribunal, una creciente preocupaci¨®n popular y el temor generalizado a que un veredicto severo convierta en el futuro al MTI en un verdadero reto de terror al r¨¦gimen son datos que, seg¨²n los observadores, han podido influir en la sentencia final.
La esperada sentencia lleg¨® en la madrugada del domingo, cuando los tunecinos ya descansaban y las calles, controladas por el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa, estaban vac¨ªas. El Gobierno se encarg¨® de retirar pronto a sus domicilios a los tunecinos en este fin de semana, ofreci¨¦ndoles una programaci¨®n de calidad, no prevista, en la televisi¨®n, que inclu¨ªa una buena pel¨ªcula de vaqueros y la actuaci¨®n de cantantes y artistas populares. Tras la comunicaci¨®n de las sentencias no se produjo ayer ning¨²n incidente.
El discutido presidente del tribunal, Hachemi Zemal, que es a s a vez procurador general de la Rep¨²blica, hizo su aparici¨®n en la sala a medianoche, cuando en realidad era la una de la madrugada (T¨²nez cambiaba en ese momento la hora). En la sala s¨®lo se encontraban los procesados, instalados minutos antes en los banquillos por sus guardianes, una cuarentena de abogados, un equipo fijo de televisi¨®n y unos 25 periodistas, adem¨¢s del fuerte dispositivo de seguridad interior.
Hora y cuarto tard¨® el presidente Zemal en dar lectura al veredicto. Un silencio sepulcral rein¨® en la sala durante ese tiempo, s¨®lo roto al final por la protesta, a modo de algarada, de algunos condenados, que fue r¨¢pidamente acallada por un oficial superior de la polic¨ªa. Los familiares, que esperaban desde casi siete horas antes en los alrededores del recinto militar de Buchucha, sede del tribunal, no estuvieron presentes, al contrario que d¨ªas anteriores, por prohibici¨®n expresa de la polic¨ªa.
Los dos condenados a muerte presentes eran Mahrez Budega, el joven electricista que fabric¨® las bombas de Susa y Monastir, y Bulbaba Dejil, responsable del MTI en Gafla y autor de una agresi¨®n con ¨¢cido sulf¨²rico a un dirigente local del Partido Socialista Desturiano (PSD, en el poder). Las bombas explotaron en la noche del 2 de agosto, v¨ªspera del 84? aniversario del presidente Burguiba, en cuatro hoteles de estas dos ciudades. Trece personas resultaron heridas, 11 de ellas eran turistas italianos y brit¨¢nicos. A uno de ¨¦stos le fue amputado un pie.
Otros condenados
De los restantes condenados a muerte, todos ellos en paradero desconocido, s¨®lo dos est¨¢n relacionados con esta acci¨®n terrorista: Abdelmajid Mili, responsable integrista de la regi¨®n de Jemal (pr¨®xima a Monastir), a quien se considera el cerebro de la acci¨®n, y Fathi Matug, la persona a quien se atribuye la colocaci¨®n de las bombas. Los otros tres son dirigentes hist¨®ricos del MTE Hamadi Jebali, Salah Karkar y Al¨ª Laridhi, miembros del consejo consultivo o majles chuk, ¨®rgano de orientaci¨®n y de l¨®gica-pol¨ªtica de la organizaci¨®n.
En total, comparecieron 53 de los 90 procesados. El segundo condenado a perpetuidad, tras Ganuchi, es Fadhel Baldi, tambi¨¦n dirigente del MTI. El n¨²mero 2 de la organizaci¨®n, Abdelfatah Moro, refugiado en Arabia Saud¨ª, donde es consejero de la Conferencia Isl¨¢mica, es uno ?te los condenados a diez a?os de prisi¨®n, pena que, al igual que todas, lleva consigo la realizaci¨®n de trabajos forzados.
El MTI es una de las seis formaciones organizadas de oposici¨®n al Gobierno tunecino, quien hasta hace un a?o aproximadamente mantuvo hacia este movimiento cierta tolerancia ya que, por su inicial proyecto religioso, lo consideraba como un inmejorable parachoque contra el avance de la izquierda marxista.
[La organizaci¨®n clandestina Yihad Isl¨¢mica (Guerra Santa Isl¨¢mica) defini¨® la sentencia como "una declaraci¨®n de guerra contra los musulmanes de todo el mundo" y exigi¨® anoche en un comunicado hecho p¨²blico en Beirut la liberaci¨®n de los integristas condenados en T¨²nez, amenazando con matar a "los pilares del r¨¦gimen" tunecino si los condenados a muerte son ejecutados, informa France Presse.]
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