Futuro librero
El se?or Francesc Arroyo, en una columna publicada en el suplemento de Libros de ese diario el pasado d¨ªa 24, aboga por la desaparici¨®n de una importante cantidad de librer¨ªas que durante parte del a?o venden libros de texto (ya que aconseja la venta de los mismos fuera de las librer¨ªas).Tengo la impresi¨®n de que el se?or Arroyo desconoce la problem¨¢tica de la comercializaci¨®n del libro de texto y en general.
La librer¨ªa es dif¨ªcilmente sostenible econ¨®micamente o, si se quiere, rentable. Los espa?oles leemos mucho menos que nuestros vecinos de toda Europa, y los pocos libros que compramos lo hacemos, en muchas ocasiones, en puntos de venta distintos a la librer¨ªa.
La sociedad, la Administraci¨®n... y el se?or Arroyo parece que no consideran que la existencia y potenciaci¨®n de la librer¨ªa es importante dentro de una pol¨ªtica cultural global; al contrario de lo que ocurre en pa¨ªses como Francia (v¨¦ase la ley Lang y actuaciones posteriores a favor de la librer¨ªa) y el resto de los de la Comunidad Europea.
En nuestro pa¨ªs, la librer¨ªa necesita un apoyo especial: para modernizaci¨®n (el Ministerio de Cultura ha empezado a conceder ayudas en este sentido), formaci¨®n profesional, financiaci¨®n de stocks, puesta en marcha de una base de datos bibliogr¨¢fica y sistemas de telepedido, mejora de su imagen, incremento de los h¨¢bitos de lectura y compra de libros, etc¨¦tera.
Los libreros, especialmente los que venden libros de texto, son en su mayor¨ªa peque?os empresarios que, aunque trabajan colectivamente para solucionar sus problemas, no pueden alcanzar a resolverlos en su totalidad sin ayuda externa (dentro y fuera del sector del libro), ya que, en el caso que nos ocupa, el problema fundamental viene de fuera, y est¨¢ motivado fundamentalmente por intereses econ¨®micos de unas pocas grandes empresas, para las que el inter¨¦s cultural de las librer¨ªas y su funcionamiento fuera del per¨ªodo de venta del comienzo del curso escolar poco importa.
A la librer¨ªa se le reconoce un inter¨¦s social, paralelo, por ejemplo, a la biblioteca en muchos caso s, ya que promueve la cultura a trav¨¦s del libro y garantiza un pluralismo de oferta cultural (no promueve exclusivamente los ¨¦xitos de venta y publicaciones de f¨¢cil venta), pero este hecho no se plasma en nada o casi nada a nivel pr¨¢ctico; al contrario, en algunos casos parece que se desea su desaparici¨®n.
Comprendo lo f¨¢cil que resulta para el se?or Arroyo el dejarse llevar por corrientes demag¨®gicas, promovidas desde ciertas instancias, sin meditar el perjui
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cio que sus afirmaciones pueden acarrear a medio y largo plazo para la cultura escrita. La soluci¨®n al problema no es tan sencilla como ¨¦l parece creer y fr¨ªvolamente expone.- Presidente de la Confederaci¨®n Espa?ola de Libreros (CEGAL).
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