El nihilismo contempor¨¢neo, visto por Saul Bellow
El novelista, y Nobel norteamericano considera que se abre camino una visi¨®n prosaica de la vida
Saul Bellow, premio Nobel de Literatura en 1976, al que se considera el mejor novelista norteamericano de su generaci¨®n, se mantiene lleno de br¨ªo e ingenio. Tiene 72 a?os y se ha divorciado por cuarta vez. Comenz¨® a escribir su nuevo libro, More die of heartbreak, en junio del a?o pasado, y en diciembre, Bellow hab¨ªa terminado e manuscrito. El novelista reflexiona en esta conversaci¨®n sobre las modernas transformaciones sociales, la concepci¨®n del cuerpo como m¨¢quina, la implantaci¨®n de una visi¨®n material y prosaica de la vida, la consolidaci¨®n, en suma, de nuevas formas de nihilismo.
Saul Bellow, el hombre al que se considera el mejor novelista norteamericano de su generaci¨®n, se mantiene lleno de br¨ªo e ingenio. Seg¨²n confiesa ¨¦l mismo, si no hubiera sido novelista habr¨ªa sido escritor de gags. Admira el trabajo de c¨®micos como Fred Allen, Groucho Marx y Sid Caesar. Todo atildado, con un sombrero blanco de paja y una camisa deportiva azul marino, Bellow se sent¨® en una terraza frente a la White House Inn., de Wilmington, Vermont, y charl¨® extensamente sobre su nueva novela. Este es un extracto de sus declaraciones.El libro empez¨® a delinearse cuando de repente me di cuenta de que ciertos temas, que anteriormente se tomaban con mucha seriedad, son ahora temas de bromas y parodias. En la pel¨ªcula Psicosis, por ejemplo, hab¨ªa un tipo, en una sucia residencia de turistas, que ten¨ªa a su madre muerta en el s¨®tano y se pon¨ªa sus vestidos. Era algo genuinamente afeminado, con tonos de travestismo. Y Tel¨¦fono Rojo, volamos hacia Mosc¨², era una gran comedia basada en la inminente destrucci¨®n de la raza humana. Empec¨¦ a pensar: "?Qu¨¦ les ha pasado a los seres humanos para que acepten esto como diversi¨®n?". Es porque muchas de las zosas que significaban much¨ªsimo para nosotros, como el amor, el crimen, las relaciones de familia, se han visto vaciadas de significado y de sentimientos. Ahora se juega con ellas como si no fueran m¨¢s que un juego mental.
El pr¨®ximo libro
Estos cambios son signos de una transformaci¨®n importante en la vida moderna, una especie de nihilismo. Cosas en las que pens¨¢bamos con miedo, ahora nos hacen re¨ªr. La I Guerra Mundial tuvo mucho que ver con este cambio. Tras ella surgieron movimientos art¨ªsticos como el dada¨ªsmo y el superrealismo. Estaban relacionados con la falta de sentido y la bajeza de la vida y con la cualidad de intercambiables de personas y creencias. Y hab¨ªa comedias negras como Ars¨¦nico y encaje antiguo, en las que los asesinatos le proporcionaban al p¨²blico un extra?o tipo de diversi¨®n. Todo esto me daba vueltas en la cabeza. Quer¨ªa saber c¨®mo se mantiene firme la gente seria contra este nihilismo.Uno de los personajes principales del libro es un bot¨¢nico que es una persona de verdad en una ¨¦poca en la que la mayor¨ªa de las personas son fabricadas, construidas en base a ciertos patrones de conducta o a algunos de los sistemas de consulta en que se especializa el pa¨ªs. La vida en una democracia moderna, especialmente en ¨¦sta, donde hay tan pocas tradiciones para guiar a la gente, empieza a no ser m¨¢s que una b¨²squeda de sugerencias sobre qui¨¦n deber¨ªamos ser. No me refiero ¨²nicamente a acudir a la psiquiatr¨ªa. Me refiero a cosas como Playboy. Un joven ejecutivo empieza con un t¨ªtulo universitario, es de Idaho y no sabe vivir en una gran ciudad, c¨®mo vestirse, amueblar su apartamento o salir con chicas. Ah¨ª tiene todo un conjunto de sugerencias. Desde hace mucho tiempo, las revistas y los libros se han especializado en ese tipo de cosa.
Modelos de conducta
Existe su contrapartida en la literatura norteamericana. Thoreau y Emerson intentaban inculcar ciertos modelos a sus rudos e informes conciudadanos. Un hombre como Lincoln fue probablemente el mayor ejemplo de ¨¦xito en este sentido. Tom¨® sus consejos de Plutarco, que dijo que los hombres de Estado eran seres nobles.Hacia la segunda o tercera d¨¦cada del siglo XX, esto hab¨ªa desaparecido. Los modelos de conducta hab¨ªan cambiado al tipo de los Hemingways, los Fitzgeralds y los de las pel¨ªculas. Cuando se pasa de Plutarco al Honor de los Prizzi, una historia de amor entre dos asesinos a sueldo, se ha recorrido un largo camino. Se puede medir el desarrollo del pa¨ªs con esa escala, es decir, de Benjamin Franklin a Jack Nicholson.
En este ambiente, las preguntas a las que tiene que enfrentarse una persona de verdad son: ?c¨®mo se puede proteger uno y c¨®mo se interpreta la realidad? Las gentes que se labran una vida superior ?tienen la perspicacia y la astucia, la fuerza y la decisi¨®n necesarias para mantenerse firmes contra lo que consideran una decadencia?
Otro de mis temas es que la gente est¨¢ empezando ahora a tener una visi¨®n material, m¨¦dica, prosaica, de los dem¨¢s. Cito a Freud sobre el amor como una sobrevalor aci¨®n. Quiere decir que desde el punto de vista de un m¨¦dico que ve a sus enfermos con ojo cl¨ªnico no se puede realmente ver por qu¨¦ engendran locas pasiones unos por otros. De manera que tiene que haber una especie de enga?o apasionado. Hace tiempo que la ciencia m¨¦dica ha visto el amor como algo con una causa evolucionista: es para la procreaci¨®n de la especie. La idea del cuerpo como m¨¢quina ha tenido una amplia influencia. Una m¨¢quina se enamora de otra, ?es eso todo?
Uno de mis personajes dice que las mujeres se crean un hombre compuesto como si estuvieran amueblando un piso, un poco de esto y un poco de aquello. Me llam¨® la atenci¨®n que la gente: a) se fabrique a s¨ª misma; b) se fabrique un amante o un marido ideal. En una sociedad de consumo, la gente toma m¨¢s decisiones basadas en gustos y objetivos que decisiones morales. Destroza la vieja idea del amor loco, y este prosa¨ªsmo hace que las personas se consideren unas a otras como simples repuestos.
El libro es sobre una amistad, en este caso entre un sobrino y un t¨ªo. La amistad es una reivindicaci¨®n de ciertos poderes de emoci¨®n sobre cuestiones de inter¨¦s personal.
En el libro del G¨¦nesis, Dios pens¨® simplemente que no era bueno que Ad¨¢n estuviera solo, por eso ten¨ªa que haber otra persona. Sucedi¨® que esa otra persona era carne de su carne y hueso de su hueso. Este mito, si es que es eso, nos lo explica todo: el amor encerrado en s¨ª mismo es una especie de destrucci¨®n de la persona. Pero los economistas nos dicen que el ego¨ªsmo asegura de hecho la prosperidad y la seguridad de la sociedad. ?No es ¨¦se el mensaje de Milton Friedman?: "No os preocup¨¦is, porque hay una mano invisible que lo coordina todo y que se asegura de que la s¨ªntesis de tantas voluntades individuales, cada una esforz¨¢ndose por su propio inter¨¦s, sea una comunidad y la ¨²nica que merece la pena, una comunidad libre de personas independientes". Puede que sea una regla para alcanzar la dernocracia capitalista, pero tambi¨¦n podr¨ªa convertirse en una causa muy com¨²n de locura. En cierta ocasi¨®n intent¨¦ discutirlo con Friedmm. Le dije: "Siempre est¨¢s hablando del ego¨ªsmo ilustrado del hombre econ¨®mico. Pero t¨² mismo puedes ver que muchos est¨¢n locos. ?C¨®mo se puede entonces depender de su ego¨ªsmo ilustrado?". Me respondi¨®: "No est¨¢n locos cuando se trata de dinero.
Alguien sugiri¨® el otro d¨ªa que el libro encierra cierta misoginia. Yo dije: "No, prefiero la acupuntura a la misoginia". A pesar de todo, siempre te atacan. Es de lo que se trata. Demuestra que no soy el ¨²nico loco en este campo. Siempre que aparece un movirniento, le eval¨²an inmediatamente a uno seg¨²n la fidelidad a sus principios, y se pasan. Yo creo firmemente que hay cualidades que son exclusivamente femeninas, sin las cuales la especie no tendr¨ªa nada de que jactarse. Entre ellas est¨¢n la comprensi¨®n y la lealtad personal, generalmente mucho m¨¢s fuertes en las mujeres que en los hombres. No me corresponde a m¨ª averiguar el porqu¨¦.
La jerga psiqui¨¢trica
En cierta ocasi¨®n intent¨¦ escribir una novela sobre una especie de psicoterapia que pon¨ªa ¨¦nfasis en el sexo, pero no avanc¨¦ mucho: era demasiado lamentable. Una gran parte de la psicolog¨ªa se basa en la teor¨ªa animal. Dice que en realidad no hay tanta diferencia entre nosotros y un rat¨®n blanco. Pero ning¨²n rat¨®n blanco ha escrito jam¨¢s El rey Lear, de manera que s¨¦ que nuestro parecido es bastante limitado. Adem¨¢s, naturalmente, est¨¢ la dependencia de mucha gente de las explicaciones psicol¨®gicas, que en ¨²ltima instancia no explican nada. La gente va a un psiquiatra durante dos o tres a?os y al final les dice que son depresivos reactivos. Bueno, eso vale su peso en oro, vale todo lo que han pagado y m¨¢s porque ahora ya saben lo que son. Se lo dicen a sus amigos: "Ahora s¨ª que s¨¦ d¨®nde estoy".Me muevo bastante por Chicago y oigo tanta jerga psicol¨®gica en la c¨¢rcel del condado como en los c¨®cteles; esto est¨¢ muy democratizado. La biblioteca de la c¨¢rcel est¨¢ siempre llena de chavales negros inteligentes que est¨¢n buscando una forma de vencer al sistema. Utilizan los mismos t¨¦rminos que todo el mundo. No hay una celda en la c¨¢rcel sin un televisor en un rinc¨®n. Miran, escuchan y aprenden, y salen con tina explicaci¨®n psicol¨®gica completa de por qu¨¦ se encuentran en esta desafortunada situaci¨®n. Te dicen: "No me situ¨¦ bien, t¨ªo. Siempre estaba al margen, observando".
No voy buscando carnaza. No necesito m¨¢s; ya lo tengo todo en la cabeza. Pero me gusta ver lo que pasa en la ciudad en la que me cri¨¦. En cierto momento estuve a punto de escribir un libro sobre Chicago, pero decid¨ª no hacerlo porque no se puede citar la fuente de ninguna de las verdades importantes. "Le voy a decir algo", te dice el informante, "pero si alguna vez cita mi nombre ir¨¦ a los tribunales y jurar¨¦ sobre un mont¨®n de biblias que jam¨¢s lo he dicho".
Babelia
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