La 'guerra de los cupones'
EL CASO del cup¨®n en beneficio de los minusv¨¢lidos se puede convertir -se debe convertir, para su depuraci¨®n- en un esc¨¢ndalo nacional. La organizaci¨®n que est¨¢ detr¨¢s, Prodiecu, que responde al vago e inquietante nombre de Promoci¨®n y Difusi¨®n de Entidades Culturales, funciona dentro de la ilegalidad, pero aparentemente est¨¢ a cubierto de cualquier ataque. Esta sociedad an¨®nima ha dado a sus propietarios cientos de millones de pesetas de beneficios que deb¨ªan ir en su totalidad a los minusv¨¢lidos. Pero tiene tambi¨¦n una defensa que impresiona: si se disuelve la sociedad y se suprime el cup¨®n ilegal quedar¨ªan sin recursos los 12.000 minusv¨¢lidos que trabajan en ella.La principal perjudicada es la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos Espa?oles (ONCE), que ha decidido, tras tres a?os de reclamaciones infructuosas, pasar al contraataque: el cuponazo eleva su premio gordo a 100 millones para dificultar la competencia de Prodiecu (2,5 millones de premio m¨¢ximo), con lo que espera lograr 15.000 millones de pesetas adicionales al a?o y promete dar trabajo a 7.000 minusv¨¢lidos m¨¢s. Esta" operaci¨®n ha sido puesta en marcha sin los preceptivos permisos de la Administraci¨®n, lo que abre una espiral preocupante: si Prodiecu, de evidente ilegalidad, no es perseguida, no podr¨¢n reproch¨¢rsele a la ONCE algunas irregularidades.
Se dice que Espa?a es el pa¨ªs que m¨¢s dinero entrega al azar en Europa, y tambi¨¦n que estos sorteos son los que menos reintegran a los jugadores: los fines ben¨¦ficos se llevan la parte que les corresponde -las autorizaciones dependen de la finalidad social-, pero tambi¨¦n unos enormes gastos de organizaci¨®n, administraci¨®n y, probablemente, en alg¨²n caso -como el que se denuncia en Prodiecu-, a beneficios privados de car¨¢cter negro.
La Comisi¨®n Nacional del Juego no parece tener muy clara su actuaci¨®n en el problema de la guerra de los cupones. Si no se duda de la legalidad de la ONCE -a pesar de sus precipitaciones de estos ¨²ltimos meses-, tambi¨¦n se la teme por el posible da?o que la ampliaci¨®n de premios pueda hacer a las loter¨ªas del Estado, que Hacienda defiende con su apetito de siempre. Sin embargo, parece fuera de duda que los beneficios para sus afiliados son reales y que trabaja no solamente para que los as¨ª inferiorizados tengan an medio de vida, sino tambi¨¦n para su reinserci¨®n laboral, d¨¢ndoles trabajo en otras empresas en las que invierte (la ONCE, con sus 163.000 millones de pesetas de ingresos el a?o pasado, que est¨¢n aumentando en ¨¦ste, es una de las 10 empresas m¨¢s importantes de Espa?a). Sus directivos, elegidos democr¨¢ticamente desde 1982, han logrado un despegue espectacular de la empresa, a la que han dotado de una estructura moderna que ha incorporado para su gesti¨®n los m¨¢s interesantes avances tecnol¨®gicos.
El Gobierno no ha asumido hasta ahora sus responsabilidades bajo la disculpa de que peligra el puesto de traba o de 12.000 vendedores ?legales. Parece que la soluci¨®n es, efectivamente, la integraci¨®n de los minusv¨¢lidos f¨ªsicos (actualmente hay en Espa?a unos 700.000 impedidos parcial o totalmente) en la ONCE o en un organismo que la refundiese con otro nombre, sin que ello signifique que deban perder su identidad como colectivo con problemas concretos. La estad¨ªstica revela que existen cada vez menos ciegos, mientras que aumenta el n¨²mero de otros minusv¨¢lidos. Pero conviene tambi¨¦n que la cuesti¨®n de Prodiecu se esclarezca antes. Hay una creencia extendida de que los esc¨¢ndalos perjudican a las democracias, y no es as¨ª: es una forma de depuraci¨®n.
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