Pelot¨®n de T¨²nez
DOS DE los condenados a muerte en el gran proceso contra el integrismo isl¨¢mico que ha tenido lugar en T¨²nez, Mehrez Budega y Bulbala D¨¦jil, fueron ahorcados ayer. Los otros cinco condenados a la ¨²ltima pena se hallan en rebeld¨ªa. La noticia de la ejecuci¨®n ha causado sorpresa. Cuando hace unos d¨ªas el tribunal hizo p¨²blica la sentencia, ¨¦sta fue calificada de moderada por la oposici¨®n tunecina y por la opini¨®n internacional. De las 90 penas de muerte pedidas por el fiscal se dictaron solamente siete. Esa reacci¨®n se basaba adem¨¢s en la esperanza de que el presidente Burguiba har¨ªa uso de su poder de gracia, al menos a favor de los dos condenados a muerte en manos de la justicia. Tal esperanza ha contribuido a que la movilizaci¨®n para impedir las ejecuciones haya sido escas¨ªsima, por no decir nula. En el extranjero tuvieron lugar algunas gestiones pidiendo clemencia a Burguiba, pero no un movimiento de opini¨®n fuerte, como en casos similares. Burguiba ha permanecido sordo a las demandas de clemencia que ha recibido, tanto desde T¨²nez como desde el extranjero. No s¨®lo ha demostrado carencia de humanidad, sino que tambi¨¦n ha cometido un grave error pol¨ªtico.Es cierto que los dos ejecutados estaban acusados de actos de violencia, que el juicio confirm¨®: Budega, de fabricar bombas que causaron heridos en varios hoteles, y D¨¦jil, de arrojar ¨¢cido sulf¨²rico a un dirigente del partido gubernamental. Pero el hecho pol¨ªtico importante para Burguiba era que, a pesar de un proceso plagado de irregularidades, la sentencia hab¨ªa tenido una aceptaci¨®n m¨¢s bien positiva por parte de la oposici¨®n tunecina y de la opini¨®n publica internacional. Su inter¨¦s era evitar lo irreparable, no crear m¨¢rtires. Y ha hecho justamente lo contrario. Si la pertenencia de Budega al Movimiento de Tendencia Isl¨¢mica (MTI) -que era el verdadero acusado del proceso- no qued¨® demostrada, en cambio D¨¦jil era el dirigente del MTI en Gafsa. Ahora se convertir¨¢ para los islamistas tunecinos en un m¨¢rtir. Y es sabido el papel que los ca¨ªdos en la lucha cumplen como bandera de los movimientos de ese g¨¦nero. Durante el proceso, algunos dirigentes del MTI propiciaron que ¨¦ste evolucionase hacia una acci¨®n sobre todo ideol¨®gica y legal. Pero ahora las ejecuciones pueden empujar a la organizaci¨®n, con sus dirigentes condenados a muerte en la clandestinidad, a acentuar la violencia y el terrorismo.
Las dos ejecuciones de ayer tienen particular gravedad porque T¨²nez ha sido considerado c¨®mo el pa¨ªs del norte de ?frica m¨¢s pr¨®ximo a las formas de vida europeas, con un estatuto de la mujer relativamente abierto, diversos partidos, cierto pluralismo cultural, etc¨¦tera. Burguiba fue, al triunfar en la lucha por la independencia, el campe¨®n de esos valores. Sin duda, la evoluci¨®n del sistema pol¨ªtico creado por ¨¦l se ha ido vaciando de sus contenidos pluralistas. Pero en ese proceso las ejecuciones marcan un hito, un paso hacia lo peor.
?stas no pueden ser desligadas del cambio de jefe de Gobierno que tuvo lugar cuatro d¨ªas antes. Todo indica que el destituido Rachid Sfar, economista y universitario, no era partidario de que corriese la sangre. Le ha sustituido el general Ben Al¨ª, formado en los servicios secretos y especialista en los m¨¦todos represivos. Precisamente en el momento en que T¨²nez puede resolver algunos de sus contenciosos externos m¨¢s graves, como el de las relaciones con Libia, la sucesi¨®n del anciano Burguiba -que tiene ya 84 a?os- se prepara por un camino que lleva a la dictadura militar. Es un hecho grave, si se tiene en cuenta que T¨²nez ha sido una excepci¨®n de poder civil en una zona en la que abundan los Gobiernos encabezados por militares.
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