Espa?a sigui¨® exportando armas a Ir¨¢n tres meses despu¨¦s de descubrirse el fraude de Lisboa
F. SALES. ENVIADO ESPECIAL, El tr¨¢fico ilegal de material b¨¦lico entre Espa?a e Ir¨¢n, amparado por una documentaci¨®n falsificada que acreditaba que las mercanc¨ªas exportadas desde Santander y Barcelona iban destinadas al Ministerio de Defensa portugu¨¦s, fue descubierto por un comerciante de armas de Lisboa, quien denunci¨® el hecho al Estado Mayor portugu¨¦s y a las autoridades iran¨ªes. Un representante del de Ej¨¦rcito luso confirm¨® en diciembre de 1986, mediante una carta dirigida al denunciante, la veracidad de sus sospechas. Sin embargo, no se anul¨® la licencia de exportaci¨®n concedida por Espa?a a la empresa Gamesa, y, por tanto, el tr¨¢fico fraudulento no se interrumpi¨®.
Un comerciante portugu¨¦s de armas descubri¨®, investig¨® y denunci¨® el tr¨¢fico ilegal de armas entre Espa?a e Ir¨¢n. A finales de 1986 este industrial recibi¨® informaci¨®n confidencial seg¨²n la cual la empresa de armamento Gamesa (Grupo Auxilar Metal¨²rgico del Norte) afincada en Vitoria, hab¨ªa aceptado un encargo para suministrar armamento al Ministerio de Defensa Portugu¨¦s. El pacto comercial se hab¨ªa efectuado a trav¨¦s de un intermediario rival del denunciante, afincado como ¨¦l en Lisboa. Pero supo adem¨¢s que, en realidad, las armas se destinaban al ej¨¦rcito iran¨ª.La operaci¨®n le caus¨® sospechas, entre otras razones porque en los pedidos de armamentos falsificados se solicitaba material b¨¦lico que normalmente producen las f¨¢bricas de su pa¨ªs y que no es necesario adquirir en Espa?a. El comerciante inici¨® una investigaci¨®n particular cuyo resultado comunic¨® a la Direc?ao Nacional da Armamento, una dependencia del Estado Mayor del Ej¨¦rcito portugu¨¦s.
A mediados del mes de diciembre de 1986, el general Cravo da Silva, responsable de la Direc?ao Nacional de Armamento, remiti¨® una carta al denunciante, en la que le informaba, entre otras cosas, de que la documentaci¨®n que le hab¨ªa proporcionado d¨ªas antes era "absolutamente falsa" y que el Ej¨¦rcito portugu¨¦s no hab¨ªa realizado nunca aquel pedido de armas a Gamesa.
Pocos d¨ªas despu¨¦s de que el denunciante recibiera la carta del general Cravo da Silva, remiti¨® a las autoridades iran¨ªes una carta redactada en t¨¦rminos contundentes. Informaba al gobierno de Teher¨¢n del fraude documental cometido por los intermediarios que le proporcionaban las armas de Gamesa, a los que consideraba desaprensivos. La carta se refer¨ªa a estos intermediarios con un calificativo contundente, el de "contrabandistas", y alertaba al destinatario del peligro que conlleva este tipo de pr¨¢cticas y que podr¨ªa provocar un incidente diplom¨¢tico.
La carta, de dos folios de extensi¨®n, redactada en ingl¨¦s y estructurada en ocho apartados numerados, conclu¨ªa informando que se reservaba la posibilidad de entablar acciones penales contra los responsables del este fraude, ya que se trataba de una competencia desleal que perjudicaba directamente sus intereses como comerciante. Se desconoce cu¨¢l fue la reacci¨®n oficial del gobierno de Ir¨¢n, cuando recibi¨® la carta y tuvo conocimiento del fraude.
Contundencia del Gobierno
El gobierno portugu¨¦s fue mucho m¨¢s contundente. Abri¨® una investigaci¨®n oficial y especialistas del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Ministerio del Ej¨¦rcito intervinieron en el caso. El propio general Cravo da Silva trat¨® personalmente del asunto con el funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores encargado de la investigaci¨®n. Las autoridades lisboetas informaron a la embajada de Espa?a del fraude -en fecha que no ha sido posible determinar- y el propio responsable de la misi¨®n diplom¨¢tica, Gabriel Ferr¨¢n de Alfaro, inform¨® a sus superiores en Madrid.
El tema era tan escandaloso que, a pesar del sigilo con que fue tratado el caso, trascendi¨® a la Prensa y algunos datos relacionados con el tr¨¢fico irregular de armas fueron publicados por el semanario L?Expresso.
El art¨ªculo del periodista Celestino Amaral provoc¨®, el pasado mes de febrero, que el gobierno portugu¨¦s hiciera p¨²blica una nota oficiosa, y muy cr¨ªptica, en que reconoc¨ªa tener conocimiento de ciertas falsificaciones en los oficios de destino final de los embarques y anunciaba la apertura de una investigaci¨®n.
La identidad del comerciante de armas de Lisboa que investig¨® y denunci¨® el tr¨¢fico ?legal de material b¨¦lico entre Espa?a y Portugal es pr¨¢cticamente un secreto de Estado. Se sabe ¨²nicamente que es propietario de una empresa comercial que goza de un arraigado prestigio internacional y que desde hace m¨¢s de 50 a?os se dedica a este tipo de operaciones.
Algunas fuentes sostienen que el industrial inici¨® la investigaci¨®n y efectu¨® la denuncia por razones puramente altru¨ªsticas, al margen de los motivos econ¨®micos, ya que goza de una saneada fortuna.
A pesar de esta denuncia, de las investigacones oficiales y del esc¨¢ndalo, el tr¨¢fico internacional de armas entre Espa?a e Ir¨¢n no se interrumpi¨®.
Tres meses despu¨¦s de que el Estado Mayor portugu¨¦s tuviera conocimiento oficial del fraude, zarp¨® del puerto de Barcelona, el buque Urrida, con 1.466 toneladas de armamento destinado oficialmente al Ministerio de Defensa portugu¨¦s. Sin embargo, al igual que hab¨ªa sucedido en casos anteriores de env¨ªos, el buque fue desviado de su rumbo, enfil¨® la ruta de Suez y once d¨ªas despu¨¦s cruz¨® el canal (EL PA?S del 10 de mayo). El material b¨¦lico fue finalmente descargado en el puerto iran¨ª de Bandar Abb¨¢s, en el estrecho de Ormuz. Eran 547 kilos de subfusiles y 1.465 toneladas de proyectiles.
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