Robert Solow, un economista keynesiano
Solow lleg¨® al Harvard College en 1940, interes¨¢ndose inicialmente por la bot¨¢nica y la biolog¨ªa, aunque r¨¢pidamente reorientar¨ªa sus pasos hacia las ciencias sociales como consecuencia de la impronta que la Gran Depresi¨®n dejara sobre ¨¦l. Comienza estudiando Sociolog¨ªa con Talcott Parsons, Antropolog¨ªa y Econom¨ªa con Paul Sweezy. Tras alistarse en la II Guerra Mundial, en 1945 se decide finalmente por la especialidad de Econom¨ªa. El sistema docente de Harvard le asign¨® a Wassily Leontief como tutor principal, circunstancia que le forz¨® a adquirir un considerable dominio de las matem¨¢ticas, que aunque nunca llegaron a convertirse para ¨¦l en objeto de fascinaci¨®n siempre fueron una herramienta caracter¨ªstica de los trabajos de Solow.Alvin Hansen ejerci¨® sobre ¨¦l una influencia relativa, aunque no hay que enfatizar excesivamente estos contactos iniciales con el primer keynesianismo, puesto que su condici¨®n de estudiante no graduado le impidi¨® asistir a los cursos de Samuelson, Tobin y Lloyd Metzler, aut¨¦nticos pioneros de la introducci¨®n del keynesianismo en las universidades americanas. Cuando en 1947-1948 se grad¨²a, aquellos economistas ya hab¨ªan abandonado Harvard, y la excitaci¨®n de los primeros momentos se hab¨ªa diluido para dar paso a pol¨¦micas menos brillantes. No obstante, ya era entonces obvio que el entorno acad¨¦mico estaba definitivamente impregnado de keynesianismo y, en particular, de una exultante confianza en que los modelos econom¨¦tricos que comenzaban a desarrollarse ser¨ªan capaces de consolidar definitivamente a la econom¨ªa como ciencia.
Durante su vida de estudiante sus intereses fundamentales fueron la teor¨ªa del equilibrio general y, dada su condici¨®n de asistente de Leontief, el an¨¢lisis input-output y la teor¨ªa de la probabilidad. Curs¨® estudios en el departamento de Matem¨¢ticas de Harvard y su tesis doctoral la realiz¨® sobre la distribuci¨®n de la renta por intervalos entre familias como proceso estoc¨¢stico. Ingres¨® posteriormente en el MIT como profesor de Estad¨ªstica en el departamento de Econom¨ªa, para a continuaci¨®n desarrollar la pr¨¢ctica totalidad de su carrera docente en esta instituci¨®n, donde ha sido maestro de generaciones de economistas, entre ellos del ministro espa?ol de Econom¨ªa, Carlos Solchaga.
Dos versiones y una familia
Sin infravalorar su formaci¨®n neocl¨¢sica, Robert Solow es uno de los pocos grandes economistas que en la d¨¦cada de los ochenta segu¨ªa aceptando la etiqueta de keynesiano. Su keynesianismo se define por negaci¨®n, es decir, por rechazar la posibilidad de que pueda entenderse el funcionamiento de las econom¨ªas actuales partiendo del supuesto que siempre nos encontramos en pleno empleo. Si bien ¨¦sta es precisamente la marca de la familia keynesiana, dentro de ella se producen disidencias. Para un sector del keynesianismo, la econom¨ªa se encuentra en situaciones de desequilibrio y s¨®lo converge lentamente al equilibrio. Para otros, posiblemente m¨¢s fieles al pensamiento original de Keynes, las econom¨ªas actuales son capaces de generar equilibrios m¨²ltiples, algunos de ellos no eficientes de los que la econom¨ªa por s¨ª sola no puede salir. Robert Solow estar¨ªa te¨®ricamente entre estas dos versiones del keynesianismo de nuevo cu?o.
Posiblemente la mayor proyecci¨®n p¨²blica de Robert Solow proviene de su activo papel en la ya larga pol¨¦mica entre keynesianos y monetaristas, en la que pr¨¢cticamente ha estado presente en los tres actos sucesivos en los que se ha desarrollado el drama. Lo que cabr¨ªa denominar monetarismo I est¨¢ arquet¨ªpicamente representado por la escueta y precisa frase de Milton Friedman "el dinero importa". La tesis central de este monetarismo inicial es que son los cambios en la oferta monetaria la principal fuente de variaci¨®n de la renta nominal. Esta primera andanada contra el keynesianismo ingl¨¦s de Kahn y Kaldor abre un debate sobre las elasticidades de las curvas IS y LM, y por tanto sobre la eficacia relativa de la pol¨ªtica fiscal y la pol¨ªtica monetaria en el manejo de la demanda agregada, en el que Solow participar¨ªa decisivamente. Para Solow, el supuesto del monetarismo duro acerca de una velocidad de circulaci¨®n del dinero constante y, por ende, el corolario de que nada excepto la cantidad de dinero afecta al PIB nominal, est¨¢ simplemente descartado por la evidencia emp¨ªrica.
El segundo ataque monetarista contra la l¨ªnea de flotaci¨®n de la econom¨ªa keynesiana se produce en 1968, con ocasi¨®n del mensaje presidencial de Milton Friedman a la American Economic Association. En aquel trabajo, Friedman desarroll¨® su cr¨ªtica a la estabilidad de la curva de Phillips y elabor¨® los argumentos que sosten¨ªan la hip¨®tesis de que en el largo plazo, la curva que establec¨ªa las relaciones entre la tasa de paro e inflaci¨®n se hac¨ªa vertical al nivel de la tasa de paro natural de la econom¨ªa. La consecuencia inmediata de pol¨ªtica econ¨®mica ser¨ªa que para mantener a la econom¨ªa alejada de la tasa de paro natural ser¨ªa necesaria una tasa paulatinamente acelerada de inflaci¨®n. De aceptarse tal proposici¨®n se quebraba la racionalidad te¨®rica del activismo keynesiano para controlar la demanda agregada.
El reto
Robert Solow, como el resto de los economistas neokeynesianos, no pod¨ªan sentirse satisfechos con tal conclusi¨®n y comenzaron a elaborar sus respuestas te¨®ricas. El reto para los neokeynesianos era sencillamente recomponer el consenso sobre la deseabilidad de una pol¨ªtica econ¨®mica beligerante. Si los desequilibrios en los mercados se pod¨ªan corregir con reajustes en los precios relativos, el incremento observado en el paro s¨®lo cab¨ªa justificarlo como voluntario, dado que eliminando las rigideces en el mecanismo de precios se volver¨ªa a la situaci¨®n de equilibrio. El problema del paro era, pues, un problema de precios relativos y no de insuficiencia en el nivel de demanda agregada, como aduc¨ªa la teor¨ªa general de Keynes. La respuesta a este aparente callej¨®n sin salida es la reorientaci¨®n de los neokeynesianos hacia la econom¨ªa del desequilibrio y el sacrificio del aparato creado por Hicks y Hansen conocido como s¨ªntesis neocl¨¢sica.
La tercera encarnaci¨®n del monetarismo se produce con los trabajos de Lucas, Sargent y Wallace, generalmente asociados a la denominada revoluci¨®n de las expectativas racionales, aunque ser¨ªa m¨¢s preciso subrayar que su elemento central reside en su convicci¨®n de que la econom¨ªa se encuentra permanentemente en equilibrio, o, lo que es equivalente, que todos los mercados se vac¨ªan permanentemente. La conclusi¨®n pr¨¢ctica de pol¨ªtica econ¨®mica que se deriva de estos modelos es la ineficacia de la pol¨ªtica econ¨®mica, incluso en el corto plazo, y por tanto un llamamiento al abandono de la discrecionalidad y un retorno a un conjunto de normas estables y predecibles para los agentes, que as¨ª elaborar¨¢n sus estrategias de comportamiento eficiente.
Frente a esta nueva econom¨ªa cl¨¢sica la respuesta de Solow es doble. En primer lugar, desarrollar¨¢ trabajos en los que demostrar¨¢ que la hip¨®tesis de expectativas racionales puede aplicarse igualmente a modelos de desequilibrio con el resultado del fortalecimiento de la eficacia de la pol¨ªtica monetaria y la pol¨ªtica fiscal. En segundo lugar, Solow se?alar¨¢ que el elemento imprescindible para derivar las conclusiones neocl¨¢sicas es el supuesto de equilibrio continuo que dif¨ªcilmente se reconcilia con lo observado en la econom¨ªa mundial en la d¨¦cada de los ochenta.
En resumen, Robert Solow ha estado presente en todas las grandes batallas te¨®ricas que se han librado en la teor¨ªa econ¨®mica de posguerra. Alineado en el campo keynesiano, siempre ha disfrutado de un enorme prestigio dentro de la profesi¨®n, aunque se haya visto recientemente arrinconado por el irresistible ascenso de la nueva econom¨ªa cl¨¢sica, de una forma u otra asociada con la era de Reagan.
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