Continuidad en Jap¨®n
EL NOMBRAMIENTO de Noboru Takeshita como presidente del Partido Liberal Democr¨¢tico de Jap¨®n, lo que significa, que la Dieta le elegir¨¢ a principios de noviembre como Primer Ministro, confirma la impresionante continuidad que caracteriza la pol¨ªtica japonesa desde la segunda guerra mundial. La hegemon¨ªa conservadora, y concretamente del Partido Liberal Democr¨¢tico, es un fen¨®meno excepcional entre los pa¨ªses con gobiernos democr¨¢ticos parlamentarios. Ni en Australia ni en Nueva Zelanda, donde la regla es la sucesi¨®n de conservadores y socialistas, ni en Europa, con su variedad de f¨®rmulas de gobierno, ni en EE UU, con el turno de republicanos y dem¨®cratas, existe nada semejante. S¨®lo si se recurre a la comparaci¨®n con el PRI de M¨¦xico -por atrevida que sea, por la radical diferencia de ambos pa¨ªses- se encuentra un partido capaz de gobernar durante varias d¨¦cadas, y, adem¨¢s, sin sufrir amenazas serias. Sin embargo, y ello crea ya un abismo con el caso del PRI, en Jap¨®n existen otros influyentes partidos, que han conocido momentos de auge.No cabe duda de que, en gran parte como consecuencia de la etapa de ocupaci¨®n militar de EE UU, la pr¨¢ctica de la democracia ha penetrado hondamente en la vida japonesa contempor¨¢nea. En la base de tal estabilidad hay dos factores de ¨ªndole muy distinta: por un lado, el arraigo de h¨¢bitos y lazos familiares o patriarcales, lo que facilita al partido gobernante disponer de extensas redes de poder caciquil. Por otra parte, la inteligencia con la que el Partido Liberal Democr¨¢tico ha sabido, salvo en momentos excepcionales, resolver sus contradicciones internas buscando siempre una soluci¨®n capaz de preservar su unidad. Y por lo tanto, la ocupaci¨®n del poder.
De ello acaba de ofrecer un nuevo ejemplo la designaci¨®n de Takeshita como futuro primer ministro. La vida interna del Partido Liberal Democr¨¢tico se mueve en funci¨®n, no de fracciones con diversas plataformas y un debate ideol¨®gico, sino de clanes agrupados en torno a algunas figuras cuya influencia se debe a los medios financieros de que disponen, a la red de relaciones que pueden mover, al control que ejercen sobre el electorado de las provincias. El plazo de gobierno de Nakasone termina a finales de mes, y tres candidatos se presentaban para su sucesi¨®n: Shintaro Abe, ex ministro de Exteriores, Kiichi Miyazawa, actual ministro de Finanzas, y Takeshita, actual secretario general del partido, maestro en el arte de la mediaci¨®n y del compromiso, si bien carente de experiencia en las cuestiones internacionales. No fue posible un acuerdo de los tres sobre el futuro Primer Ministro. Pero si aceptaron -para evitar una votaci¨®n del grupo parlamentario, lo que hubiese agriado las tensiones- poner la decisi¨®n en manos de Nakasone.
Jap¨®n es la segunda potencia econ¨®mica del mundo y es obvio que sus responsabilidades internacionales son enormes. Se enfrenta con problemas muy serios, sobre todo como consecuencia de la presi¨®n de EE UU, y de la CE, para que abra sus mercados. Las tormentas burs¨¢tiles de estos d¨ªas ponen de relieve una vez m¨¢s cuan necesario es que flexibilice su pol¨ªtica de comercio exterior. En ese orden, muchos comentarios subrayan la escasa preparaci¨®n de Takeshita. La raz¨®n por la que Nakasone le ha preferido a los otros candidatos puede residir precisamente ah¨ª. Es sabido que el actual primer ministro aspira a conservar, incluso cuando haya dejado el cargo, la ¨²ltima palabra en materias de pol¨ªtica exterior. Al menos, mientras los hechos no indiquen otra cosa, Takeshita significa sobre todo el continuismo de la l¨ªnea de Nakasone.
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