Las bases
AUNQUE EL n¨²mero de manifestantes que el domingo se movilizaron en numerosas localidades espa?olas contra la presencia de las bases norteamericanas en nuestro territorio hubiera sido la mitad, los negociadores se equivocar¨ªan si despreciasen el significado profundo de esas manifestaciones: el sentimiento de rechazo a lo que aparece como una imposici¨®n, que expl¨ªcitamente pretende pasar por encima de lo decidido en un refer¨¦ndum democr¨¢tico.El giro producido en gran parte de la opini¨®n p¨²blica respecto a la integraci¨®n en la OTAN s¨®lo se inici¨® cuando se puso en el otro platillo la posibilidad de acabar con el tratado desigual entre Espa?a y Estados Unidos, fruto de la b¨²squeda de protecci¨®n internacional de la dictadura franquista y de una pol¨ªtica exterior americana que prim¨® los intereses de la geoestrategia respecto a las demandas de libertad de los espa?oles. Eso no evit¨® la demagogia antiamericanista del franquismo, que, sumada a una tradici¨®n hist¨®rica ya acendrada en el mismo sentido, explica el hoy extendido sentimiento a favor del desmantelamiento de todas las bases norteamericanas instaladas en nuestro territorio.
El Gobierno de Madrid, con seguridad consciente de las necesidades de cooperaci¨®n internacional, ha planteado al de Washington una propuesta m¨¢s que moderada si se compara con las expectativas abiertas por el refer¨¦ndum. No cabe la menor duda de que los negociadores estadounidenses han de aceptar entre quedarse con condiciones -lo que define bien a las claras el propio deseo de Felipe Gonz¨¢lez- o comenzar a desmantelar. La insinuada pretensi¨®n de aplazar la cuesti¨®n de fondo, con distintos subterfugios, a la espera de que en Espa?a haya un Gobierno m¨¢s favorable a las tesis estadounidenses resulta poco realista. Si se analiza el mapa pol¨ªtico existente, un Gobierno de coalici¨®n o apoyado en una minor¨ªa mayoritaria, cualquiera que fuera su composici¨®n, tendr¨ªa m¨¢s dificultades que el actual para hacer concesiones en una eventual negociaci¨®n bilateral.
La propuesta espa?ola se concreta en la salida progresiva, y a plazo m¨¢s que razonable, de los cazabombarderos F-16 de Torrej¨®n. Esa base se encuentra en los arrabales de una poblaci¨®n de cuatro millones de habitantes. Es posible que ello tenga sin cuidado a los negociadores estadounidenses, pero importa mucho a esos millones de personas, y ning¨²n Gobierno democr¨¢tico puede ser insensible a esa preocupaci¨®n. Un an¨¢lisis detallado de la operatividad de los aviones y la capacidad de respuesta de los americanos e n caso de crisis demuestra que nos hallamos ante una cuesti¨®n pol¨ªtica m¨¢s que militar. Es nuevamente el prestigio de la Administraci¨®n de Reagan y la opini¨®n p¨²blica ante una pol¨ªtica concreta lo que est¨¢ en juego, en un momento de serios temores de la OTAN al desequilibrio de armas convencionales occidentales frente al Este, y de aumento de las tensiones aislacionistas entre el electorado americano. Precisamente atendiendo a esta circunstancia internacional, la propuesta del Gobierno espa?ol puede considerarse reducida al m¨ªnimo respecto a las expectativas desatadas a ra¨ªz del refer¨¦ndum. Los norteamericanos no pueden desconocer que, llegado al punto actual, es pr¨¢cticamente imposible para el Gobierno espa?ol ceder un mil¨ªmetro m¨¢s.
Por lo dem¨¢s, resulta pat¨¦tica la actitud de ciertos portavoces de la reacci¨®n hispana con su pretensi¨®n de tomar simult¨¢neamente todas las salidas para alzarse con el santo y la limosna. Si el Gobierno cede a las imposiciones norteamericanas, ser¨¢ acusado de tibieza, de antidem¨®crata por no respetar los t¨¦rminos del refer¨¦ndum. Y, si mantiene su posici¨®n, se le reprochar¨¢ inmadurez, falta de flexibilidad, aventurerismo, irresponsabilidad. Las manifestaciones del domingo tuvieron, cuando menos, el m¨¦rito de la renuncia a toda ambig¨¹edad al respecto.
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