Despilfarro en Guinea
LA INSPECCI?N realizada sobre los resultados de la cooperaci¨®n con Guinea Ecuatorial, seg¨²n publicaba ayer EL PA?S, ha descubierto hechos realmente irritantes desde muchos puntos de vista. Esa cooperaci¨®n se realiza violando las normas administrativas y presupuestarias m¨¢s elementales. En el informe entregado a los responsables del Ministerio de Asuntos Exteriores abundan los casos de evidente despilfarro y de posibles corrupciones: desde irregularidades en la contrataci¨®n de personal guineano, gratificaciones a personas que no figuran en ninguna plantilla, pagos sin retenci¨®n del IRPF ni de la Seguridad Social, hasta las carencias de inventario, los autom¨®viles cuya propiedad no est¨¢ clara, el uso de aviones para fines ajenos a su funci¨®n, los errores en los libros de contabilidad (cuando los hay), la existencia de una caja B para gastos que no est¨¢n en los presupuestos... Todo ello deja una impresi¨®n general de descontrol total sobre cuantiosas inversiones hechas con el dinero del contribuyente. Hay serias responsabilidades por medio, y es preciso conocer qu¨¦ medidas se piensa tomar.Este caso confirma que el funcionamiento de nuestra pol¨ªtica de cooperaci¨®n adolece de enormes debilidades. Despu¨¦s de muchas quejas justificadas sobre la dispersi¨®n en diversos ministerios de los problemas de cooperaci¨®n exterior, la creaci¨®n de la Secretar¨ªa de Estado en el Ministerio de Exteriores deb¨ªa garantizar que hubiese una pol¨ªtica, un centro que coordinase las diversas esferas y un control. No parece que se haya conseguido.
Pero el problema de Guinea tiene otro aspecto, y es el de saber qu¨¦ estamos haciendo ahora en aquel pa¨ªs. Despu¨¦s del golpe que, en 1979, puso fin a la sanguinaria dictadura de Mac¨ªas y coloc¨® en el poder al coronel Obiang, Espa?a anunci¨® que asumir¨ªa la responsabilidad de ayudar a los guineanos en su proceso descolonizador y de modernizaci¨®n. Hubo mucha ret¨®rica, pero tambi¨¦n inversiones muy elevadas. Con toda probabilidad, de ellas se desprendieron grandes negocios para algunos, ya que permanecen enormes zonas de oscuridad sobre los hechos. Pero, como Estado, Espa?a ha fracasado en esa empresa. Y era en cierta medida previsible: Espa?a no ten¨ªa ninguna experiencia de unas relaciones poscoloniales de ese g¨¦nero. A partir de los a?os 1983-1985 se perfil¨® la orientaci¨®n del presidente Obiang a distanciarse de Espa?a y a acercarse a Francia. Evoluci¨®n l¨®gica si se tiene en cuenta que Guinea est¨¢ pr¨¢cticamente encajada entre Gab¨¢n y Camer¨²n, pa¨ªses de la zona de influencia francesa. Algunos pol¨ªticos espa?oles, sobre todo en cargos econ¨®micos, consideraron que a Espa?a le pod¨ªa interesar esa evoluci¨®n, si permit¨ªa aliviar nuestra carga financiera. En todo caso, en 1985, Guinea Ecuatorial tom¨® medidas concretas para asociarse al grupo de pa¨ªses, africanos franc¨®fonos, al integrar su moneda, el ekuele, en la zona del franco de ?frica Central.
De ello Espa?a deber¨ªa haber sacado conclusiones claras, buscando con el territorio de Guinea Ecuatorial relaciones de un car¨¢cter completamente distinto de las anteriores. No ha sido as¨ª. Ha permanecido, por la fuerza de esa rutina que acartona a nuestra Administraci¨®n y por un concepto viejo y poco realista del inter¨¦s nacional, el mito de que Espa?a deb¨ªa seguir dando prioridad a Guinea Ecuatorial en su pol¨ªtica de cooperaci¨®n exterior. Hay una incongruencia radical entre las sumas que invertimos en Guinea -si comparamos, por ejemplo, con Am¨¦rica Latina- y el escas¨ªsimo fruto que esa inversi¨®n puede dar. Sobre todo a la luz de las consecuencias que tiene la escasez de nuestros medios en otras zonas esenciales para nuestra pol¨ªtica exterior. Si las irregularidades descubiertas en Guinea Ecuatorial ayudan a poner este tema sobre la mesa, habr¨¢n tenido algo positivo.
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