Un s¨ªnodo decepcionante
ENTRE LAS innovaciones m¨¢s importantes del Vaticano II figuraba el establecer reuniones trienales de los representantes de todos los episcopados nacionales para discutir y aconsejar al Papa sobre problemas o cuestiones relativos a la acci¨®n y gobierno de la Iglesia en los tiempos actuales. Eso es el s¨ªnodo. Su funci¨®n termina con la redacci¨®n de unas proposiciones que se presentan al Romano Pont¨ªfice para que ¨¦l juzgue y vea la oportunidad de darles publicidad.El tema propuesto para el s¨ªnodo que se clausur¨® el viernes despert¨® grandes expectativas, aun fuera de la Iglesia. Algunos manten¨ªan la esperanza de que ¨¦sta demostrara lo que ella misma califica como "la mayor¨ªa de edad de los seglares". La redacci¨®n ¨²ltima de las proposiciones votadas en el aula no ha sido publicada. Conocemos ¨²nicamente, a trav¨¦s de las inevitables filtraciones, el borrador que fue presentado a la aprobaci¨®n del pleno. Se ha comprobado despu¨¦s que las tres proposiciones que se refer¨ªan a la mujer se han suprimido de un plumazo antes de la votaci¨®n plenaria. Se cierra as¨ª la puerta a que la mujer pueda llegar a alg¨²n ministerio jer¨¢rquico en la Iglesia.
El mensaje del s¨ªnodo exhorta a los seglares cat¨®licos a reforzar su compromiso con la justicia, y especialmente con los pobres y los oprimidos. Pero excluye expresamente a la mujer del sacerdocio. Esto no impide que digan en el mismo texto los obispos: "Nos alegramos por el reconocimiento de leg¨ªtimos derechos que permiten a la mujer cumplir su misi¨®n en la Iglesia y en el mundo". Se entiende que seguir¨¢n sirviendo para hacer n¨²mero en el templo y educar cristianamente a sus hijos. Aquello de que "delante de Dios ya no hay var¨®n ni mujer" no tiene nada que ver con la aceptaci¨®n de la mujer en los centros de pensamiento y decisi¨®n de la Iglesia.
La "mayor¨ªa de edad de los seglares" tampoco ha sido reconocida, ni siquiera la del var¨®n. La desconfianza frente a los medios de comunicaci¨®n ha quedado m¨¢s patente a¨²n que en s¨ªnodos pasados. El hermetismo de la oficina de prensa y el secretismo practicado por los obispos participantes confirman el temor que tienen los responsables de la Iglesia de que argumentos en defensa de la participaci¨®n de los hombres y del acceso de la mujer a los ministerios del culto cristiano puedan llegar a la opini¨®n p¨²blica y debilitar la posici¨®n de poder que ostenta exclusivamente la jerarqu¨ªa. Desconfianza que al referirse directamente a los profesionales de los medios es mucho m¨¢s grave. No se acepta el disenso ni en materias discutibles. El Papa y los obispos han decidido que el cristiano de a pie siga sin enterarse de cu¨¢les son las diversas posiciones mantenidas por los miembros del s¨ªnodo. Y, en consecuencia, prefieren que el rumor contra el que se rebelan frecuentemente llene la c¨²pula de la Iglesia oscurecida por este silencio. Y si no han sido capaces de fiarse de la profesionalidad de los informadores religiosos, menos a¨²n van a confiar en los organismos de opini¨®n que predominan en la sociedad laica.
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