No es verdad: en Argentina no se tortura
El autor cree que la afirmaci¨®n de que se tortura actualmente en Argentina no responde a la realidad. En los ¨²ltimos meses ha habido acusaciones que se tratan de desmontar en este art¨ªculo, al tiempo que se elabora una teor¨ªa sobre la situaci¨®n argentina actual.
La afirmaci¨®n de que en Argentina sigue funcionando el mecanismo de la tortura ha causado estupor en la opini¨®n p¨²blica europea, convencida de que, a partir de 1983, con la elecci¨®n de Ra¨²l Alfons¨ªn como presidente de todos los argentinos, hab¨ªa comenzado en el Cono Sur de Am¨¦rica Latina el proceso de consolidaci¨®n de una nueva forma de convivencia, signada por el respeto de los derechos humanos y la protecci¨®n de la libertad individual y colectiva. Y esa forma de vida civilizada se afianza d¨ªa a d¨ªa en el pa¨ªs. No es verdad que en Argentina se torture. Detr¨¢s han quedado a?os de caza de brujas, de desapariciones, de aplicaci¨®n de los m¨¢s aberrantes m¨¦todos de tortura a quienes cre¨ªan en la utop¨ªa de la convivencia en la discrepancia, en el ejercicio de la libre determinaci¨®n del pensamiento.El presidente Alfons¨ªn puso en juego su autoridad moral al comprometerse a juzgar a los responsables de la represi¨®n ilegal e indiscriminada, ejecutada en nombre de ciertos valores espirituales y religiosos que disfrazaban la realidad de intereses materiales concretos. Ha cumplido con su honor y con su pueblo. Hoy, 1987, "tres ex presidentes militares y seis de sus compa?eros de fechor¨ªas cumplen sentencias dictadas en juicios orales y p¨²blicos, con observadores y con gran respeto de las garant¨ªas procesales de los homicidas, que no han objetado ni sus abogados defensores" (Mart¨ªn Prieto, EL PA?S, 19 de septiembre de 1987).
Justicia y no revancha, dijo el presidente Alfons¨ªn. As¨ª se procede en la Argentina democr¨¢tica. Junto a los responsables de las tres juntas militares se encuentran procesados los principales miembros de organismos paraoficiales, todos ellos juzgados con las m¨¢ximas garant¨ªas procesales. A pesar de ello, surgen algunas voces que denuncian ante foros internacionales al Gobierno argentino, si no de propiciar, al menos de admitir la continuaci¨®n de las desapariciones, asesinatos y torturas propias del ominoso tiempo del proceso militar.
Es doloroso, para quienes aportamos nuestra modesta cuota de lucha militante por los derechos humanos, pagando un cierto precio por ello, descubrir que tan aventuradas afirmaciones proceden de quienes se consideran "el s¨ªmbolo internacional de la defensa de los derechos humanos" (La Tarde de Madrid, 5 de octubre de 1987).
Comprendemos, respetamos y compartimos los sentimientos que llevaron a las Madres de la Plaza de Mayo a organizarse, y en tal sentido, por tanto, a la se?ora Hebe Bonafini y a sus compa?eras del sector de las madres que representan.
Sociedad amenazada
Por ello mismo, y como defensores de los derechos humanos y la democracia, creemos necesario se?alar aquello que consideramos los lesiona. Son estos temas que exigen la m¨¢xima seriedad por ser primordiales para la supervivencia de nuestra tan amenazada sociedad contempor¨¢nea. Lejos de salvaguardarlos, los ponen en serio peligro quienes, como en este caso, pretenden con ligereza demostrar a la comunidad internacional que es lo mismo el Estado de derecho vigente en Argentina desde diciembre de 1983 que el terrorismo de Estado que rigi¨® entre 1976-1983.Es inadmisible declarar sin m¨¢s que en la Argentina de hoy se secuestra, tortura y asesina impunemente. Dada la gravedad de las imputaciones, lo correcto y responsable ser¨ªa avalarlas con datos concretos, tal como operaron todos los organismos de derechos humanos a lo largo del proceso militar. Pero aqu¨ª no se proporcionan nombres ni circunstancias concretas. En cambio, la se?ora Bonafini sostiene que polic¨ªas convertidos en delincuentes comunes, despu¨¦s de haber atracado un banco y asesinado a varios funcionarios, fueron perdonados en funci¨®n de la ley de Obediencia Debida (La Tarde, de Madrid, 5 de octubre de 1987, p¨¢gina 16). La verdad es que estos delincuentes est¨¢n procesados y encarcelados...
Tampoco es serio ni conveniente sensibilizar a la opini¨®n p¨²blica hispana afirmando que ciudadanos espa?oles podr¨ªan ser los pr¨®ximos desaparecidos (conferencia de prensa, C¨ªrculo Internacional de Prensa, Madrid). La futurolog¨ªa no es materia apropiada para estos casos. Los argentinos como tales y como latinoamericanos tenemos el deber de conocer nuestra corta historia en profundidad y de analizar nuestra realidad con seriedad y a conciencia. As¨ª sabemos de los embates sufridos por todos los sectores que han intentado establecer y afianzar el sistema democr¨¢tico en el pa¨ªs. La nuestra ha sido una democracia endeble; su historia, una de peque?os avances y grandes retrocesos que provocaron en m¨¢s de una ocasi¨®n la desuni¨®n o el desentendimiento de muchos que, sin duda, coincid¨ªan en los objetivos fundamentales tendentes a lograr la consolidaci¨®n del Estado de derecho. Luego de la experiencia vivida durante la ¨²ltima dictadura, diciembre de 1983, encontr¨® a la amplia mayor¨ªa de los argentinos unidos para reiniciar el intento y apuntando a la meta: recuperar la democracia. Lo que tal vez no aparec¨ªa tan claro, con nuestro triunfalismo y nuestra facilidad para olvidar, era que si en el pasado hab¨ªa sido tarea dificil, ahora, con aditamentos como la fabulosa deuda externa heredada, por nombrar alguno, lo ser¨ªa m¨¢s todav¨ªa.
Cont¨¢bamos, sin embargo, con un elemento nuevo y muy a nuestro favor: la extrema situaci¨®n vivida, sin precedentes, nos hab¨ªa dado experiencia; ten¨ªamos que haber madurado. Lo sent¨ªamos, hab¨ªamos aprendido a un precio muy alto: camino hacia la democracia no hay lugar para ingenuidades ni infantilismos.
Hoy, el incipiente Estado de derecho, en la persona de quien representa su m¨¢s alta instituci¨®n, el presidente Alfons¨ªn, es acometido por quienes descreen del mismo, aunque las razones sean diversas. Desde aquellos que sostienen que "la Argentina no es democr¨¢tica" (conferencia de Prensa, Madres, Madrid) hasta los miembros de Familiares y Amigos de Muertos por la Subversi¨®n (FAMUS), que exhorta al presidente a que "con mano segura nos defienda de los marxistas y los jud¨ªos que est¨¢n metidos en el Gobierno y en la Universidad".
Mucho se ha hablado en estos d¨ªas de Amnist¨ªa Internacional (Al), opiniones en uno u otro sentido. Pero advi¨¦rtase la matizaci¨®n que el portavoz de la secci¨®n alemana de Al, Dieter Oberrat, hizo en la recepci¨®n en Colonia (RFA) a la delegaci¨®n de la Asociaci¨®n de Madres de la Plaza de Mayo: "El fen¨®meno de los desaparecidos por instituciones militares y policiales en Latinoam¨¦rica, sobre todo en la Argentina de 1976 a 1983, y actualmente en Chile, Guatemala y El Salvador, por ejemplo, tiene una de sus bases te¨®ricas en el nacionalsocialismo alem¨¢n. Debemos elogiar, sin embargo, el hecho de que en Argentina se haya condenado y encarcelado a militares de alta graduaci¨®n, fen¨®meno espectacular e ins¨®lito hasta entonces en Latinoam¨¦rica, y que en la actualidad no se cometan en ¨¦l m¨¢s violaciones de derechos humanos" (cable de Efe del 6 de octubre).
Terminamos. Nuestra acosada democracia est¨¢ al borde de sus cuatro a?os. No tiremos la experiencia por la borda. No perdamos la meta; que esta vez los ¨¢rboles nos dejen ver el bosque.
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