Piezas de ensue?o
Destacada por Robert Hughes, el c¨¦lebre cr¨ªtico de Time, como uno de los artistas m¨¢s brillantes entre los que estuvieron presentes en la 42? edici¨®n de la Bienal de Venecia (1986), el ¨¦xito internacional que viene cosechando Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956) durante estos ¨²ltimos a?os es ciertamente notable, sobre todo si observamos que se trata de un aprecio logrado en los medios cr¨ªticos m¨¢s exigentes de la actualidad, pues en ¨¦l concurren nombres como los de Fuchs, Froment, Celant, E. Billeter, S. Pag¨¦, etc¨¦tera.Plenamente singular en su modo de hacer, tambi¨¦n es verdad que Cristina Iglesias es una de las protagonistas de esa corriente que ha llevado a cierta escultura joven de nuestro pa¨ªs a una estimaci¨®n internacional sin precedentes, situ¨¢ndose junto a ella Susana Solano, Juan Mu?oz, Txomin Badiola, Pello Irazu, por no citar los ya consolidados desde antes.
Cristina Iglesias
Galer¨ªa Marga Paz, Columela, 13. Madrid. Del 31 de octubre el 30 de noviembre de 1987. Esculturas en diversos materiales, entre 400.000 y 1.300.000 pesetas.
Identificada con los presupuestos est¨¦ticos de la vanguardia escult¨®rica de los ochenta, a los que accedi¨® con naturalidad no s¨®lo por una simple cuesti¨®n generacional sino por su espec¨ªfica formaci¨®n cosmopolita a trav¨¦s de los a?os en los que estudi¨® en la Chelsea School of Arts, de Londres, ciudad en la que, por otra parte, realiz¨® su primera exposici¨®n, Cristina Iglesias reproduce en su obra esa rica tensi¨®n, propia del momento presente, entre elementos tradicionalmente considerados antag¨®nicos, tanto desde el punto de vista material como desde el formal, psicol¨®gico y conceptual.
Fuerzas enfrentadas
Esa b¨²squeda voluntaria de enfrentar fuerzas cuya relaci¨®n se hab¨ªa pensado como incompatible se pudo percibir ya en lo que exhibi¨® en su primera muestra individual en Madrid, que tuvo lugar hace ahora un par de a?os en la galer¨ªa Juana de Aizpuru.Las piezas all¨ª presentadas contrapon¨ªan la dureza geom¨¦trica del hierro y la pl¨¢stica maleabilidad, provisionalmente controlada, del hormig¨®n, que, adem¨¢s, por si cupiera alguna duda, estaba pigmentado.
Desde luego, la propia apariencia f¨ªsica de las piezas por s¨ª misma despejaba cualquier duda: habitaba en ellas una rica contraposici¨®n entre lo constructivo-racional y lo pl¨¢stico-sensual, entre orden y caos, entre lo anal¨ªtico y lo expresivo, entre lo ?c¨®nico y lo anic¨®nico, entre lo escult¨®rico puro y lo escult¨®rico pictoricista.
?Nuevas tensiones respecto al modelo tradicional o, simplemente, una nueva manera de concebir la escultura? Tanto da: probablemente las dos cosas, seg¨²n se quiera considerar el problema. Lo que s¨ª importa sin embargo, es que toda la evoluci¨®n posterior de Cristina Iglesias ha profundizado en el enriquecimiento de estas tensiones complejas y que lo ha hecho sin renunciar al clima de c¨¢lido refinamiento y sutil sensitividad que dejaba entrever desde el principio. Es como si su evoluci¨®n, que va ganando en complejidad y contradicci¨®n creadoras en cada nueva pieza, multiplicara los elementos potenciales de significaci¨®n material, compositiva, conceptual y, por qu¨¦ no, escenogr¨¢fica.
En realidad, es algo que se viene percibiendo con claridad creciente en las piezas que ha presentado ¨²ltimamente en Burdeos y Par¨ªs y que se confirma clamorosamente en la emocionante muestra individual de ahora mismo.
Conjugaci¨®n de materiales
As¨ª, hierro y hormig¨®n se abren a una conjugaci¨®n de materiales m¨¢s plural, en la que intervienen, sin p¨¦rdida del eficaz sentido de yuxtaposici¨®n contrapunt¨ªstica, el cobre, el zinc, el cristal, el yeso, la madera y hasta el tapiz, sutil injerto este ¨²ltimo en el que se sintetizan intenciones polivalentes no s¨®lo de las cualidades derivadas de lo puramente material -forma, color y tactilidad del tejido-, sino tambi¨¦n de simbolismo, de sentimentalidad evocativa, de uso reflexivo perpendicular de la t¨¦cnica del assemblage como cita y de cierta perversidad ir¨®nica en la referencia ic¨®nica.Estas piezas, como ha se?alado Celant, "son indicativas de una visi¨®n que considera el contexto objetual e imaginario como una nebulosa de sue?os y de signos, suaves y sensuales, r¨ªgidos y fr¨ªos, a trav¨¦s de los cuales moverse, pararse y mirar, para volver a partir despu¨¦s de encontrar en ellos una figura fant¨¢stica".
Nada, en efecto, se pretende aqu¨ª con vocaci¨®n de eternidad: es la impresi¨®n fugaz que deja una invisible huella imborrable, ese olvidado aroma que organizar¨¢ todos nuestros recuerdos, un aliento po¨¦tico...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.