Muri¨® a los 88 a?os T¨ªa Anica la Piri?aca
Cre¨ªa, como los gitanos, que el buen cante viene de la pena
Ana Blanco Soto, por nombre art¨ªstico T¨ªa Anica la Piri?aca, fue enterrada ayer por la tarde en el cementerio de Jerez tras haber fallecido, a los 88 a?os, en su casa del barrio de Santiago, adonde hab¨ªa sido trasladada, a petici¨®n propia, desde el hospital donde hab¨ªa sido tratada. T¨ªa Anica la Piri?aca era una leyenda en el mundo del flamenco: su mejor ¨¦poca coincidi¨® con los a?os cincuenta, cuando fue respaldada por Antonio Mairena. Sobresal¨ªa por su forma de distinguir los palos dif¨ªciles del flamenco, las siguiriyas, los aires de buler¨ªa y las buler¨ªas de Jerez al golpe.
Muri¨® T¨ªa Anica la Piri?aca. Era, seguramente, la voz m¨¢s antigua del cante que nos quedaba. Hab¨ªa cumplido 88 a?os el pasado 11 de abril. S¨®lo unos d¨ªas antes muri¨® tambi¨¦n T¨ªa Juana la del Pipa. Ahora, sin ellas, el cante y el baile de Jerez ser¨¢n distintos. Yo las vi por ¨²ltima vez juntas en Sevilla en septiembre de 1984, y me queda el recuerdo imborrable de T¨ªa Anica apoy¨¢ndose en un bast¨®n para marcarse unos pasitos por buler¨ªas.Ana Blanco Soto no era gitana -s¨®lo un octavo, para ser exactos-, pero lo parec¨ªa. Toda su vida la pas¨® con los gitanos del barrio de Santiago y se cas¨® con un gitano. Su cante era gitano puro.
Cuando cantaba sol¨ªa tener en su mano izquierda un pa?uelo, que de cuando en cuando se pasaba por los labios. Es un gesto que me recordaba a Louis Arrnstrong cuando tocaba la trompeta. Armstrong retiraba a veces el pa?uelo manchado de sangre. T¨ªa Anica la Piri?aca hab¨ªa dicho una vez a Caballero Bonald: "Cuando canto a gusto me sabe la boca a sangre", y es que ella cre¨ªa -como Juan Talegas, como tantos otros antiguos genios de lo jondo- que el cante g¨¹eno es el que duele, el que viene de la pena.
Aprendi¨® el cante desde chiquilla, en el campo, cuando estaban reunidos y siempre hab¨ªa quien cantara, y de los grandes maestros de Jerez, de Manuel Torre, de Antonio Frijones y, sobre todos ellos, de T¨ªo Jos¨¦ el de la Paula.
"Me tengo que asujet¨¢"
Puede asegurarse sin la menor vacilaci¨®n: en la historia del cante no ha habido una voz de mujer que mejor haya sabido expresar y transmitir la siguiriya gitana. "Yo canto por siguiriyas", le dec¨ªa a Manolo Herrera, "y como yo he estao dolor¨ªa porque mi mar¨ªo m'ha faltao, como yo he estao dolor¨ªa porque he pasao muchas fatigas con mis hijos, como yo he estao dolor¨ªa con toas esas cosas, pos yo he cantao siempre acord¨¢ndome de esas fatigas. Y hay letras que me jacen llorar de verd¨¢. Y me tengo que asujet¨¢ porque me se caen las l¨¢grimas, de lo que me entra en el coraz¨®n, del desgollipamiento que me entra; porque es verd¨¢, porque hay letras que llegan a esa cruz que yo tengo en el coraz¨®n, o esa cosa que yo ten¨ªa en mi cuerpo. Y he sal¨ªo cantando y he sal¨ªo llorando"."Madre y padre del llanto", la llam¨® el poeta, porque es cierto que no se puede cantar con m¨¢s pena que cantaba esta mujer por martinetes, por siguiriya, por soleares. Incluso las buler¨ªas, con ser el g¨¦nero festero por excelencia de los gitanos, ten¨ªan en su voz un poso de tristeza. Caballero Bonald contaba haberla visto muchas veces por las calles de Jerez, en alguna perdida taberna, casi mendigando unas monedas a cambio de un cante. Y precisaba: "Pod¨ªa ser un insuperable caudal de ense?anza y rara vez se la ha considerado como lo que realmente es: un ignorado y portentoso ejemplo de la verdad humana y del dramatismo expresivo del cante".Genio oscuro, elemental, pero con esa rara intuici¨®n para el arte de los seres privilegiados que nacieron con un don que se niega habitualmente al com¨²n de los m¨®rtales. Porque, como ella dec¨ªa, "eso va por la sangre". Sin T¨ªa Anica la Piri?aca, el cante de Jerez se queda m¨¢s pobre, porque con ella faltan otros muchos que se fueron antes. Seres ¨²nicos, irrepetibles, que tanto contribuyeron a hacer del flamenco un arte enigm¨¢tico y fascinante, adem¨¢s de propio, exclusivo del sur espa?ol. Sin remontarme a las grandes glorias del pasado, estoy pensando en los de huella reciente, los Terremoto, los Borrico, los Sernita, los Parrilla..., y esa T¨ªa Juana la del Pipa que con una sola vuelta por buler¨ªas pon¨ªa los corazones en pie.
No volver¨¢ a haber nunca m¨¢s, probablemente, una T¨ªa Anica la Piri?aca, porque el arte flamenco ya no es lo que era, y seres como ella desaparecen sin dejar posibles sucesores. Nos quedar¨¢ su recuerdo, su voz en el microsurco, el raro eco de su cante, que, efectivamente, parece tener un sabor a sangre.
Babelia
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